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Capítulo 3: No fue un sueño.

― α ―

Cole Turner: Dos días antes de la fiesta.

–¡Papá! –me despierto gritando

Mal dita sea, ese sueño otra vez.

Empapado en sudor, me quedo recostado en la cama unos minutos.

En un intento por relajarme, vuelvo a cerrar los ojos, pero no consigo nada, tengo que ir a ver a mi padre, de lo contrario no podré volver a dormir, peor aún, no podré concentrarme el resto del día.

Me siento en mi cama y clavo mi mirada en el reloj digital que está en mi cómoda, las seis menos cinco, siempre la misma hora…

Aun algo adormilado, me pongo de pie y me dirijo a la ventana más amplia de mi habitación y la abro para respirar algo de aire fresco, es verano, hace calor, pero, una agradable brisa sopla en ese momento, lo que hace que me refresque ligeramente.

Sin embargo, nada más clavar mi mirada en el pueblo, mi cuerpo se tensa.

No puedo evitar revivir aquel sueño que me ha despertado.

No, en realidad, no fue un sueño, fue algo que realmente pasó y siempre comienza igual, con la desaparición de la tía Nera.

Mi padre, Elijah Turner, tenía un hermano menor, Pierce Turner, quien encontró a su pareja en la hija del alfa de una manada vecina.

Por aquel entonces, la ley del ausente rey licántropo, Máximus Nicolaou, que permitía a las mujeres tomar un puesto alto dentro de una manada, apenas entraba en vigor, por lo que, el alfa de la manada Vestigia, decidió cederle el título de alfa a mi tío, por consecuente, nuestras manadas se volvieron hermanas.

Fue una época realmente agradable, sobre todo, una muy próspera para ambas manadas.

De lo que más añoro de aquella época, es a mis tíos, sobre todo, a la tía Nerea Fisher. Era una mujer amable, adoraba a mi tío y venía a visitarnos constantemente, sin embargo, cuando yo cumplí siete años, eso terminó.

Mi tía desapareció sin dejar rastro alguno, lo que casi lleva a la locura a mi tío, pues, para empeorar el asunto, mi tía estaba embarazada.

Sin descanso alguno, mi tío la estuvo buscando, sin embargo, cuando cierto día él perdió la consciencia, todos perdimos la esperanza, pues nada más volver en sí, dijo que ella lo había abandonado, pues el vínculo de pareja había sido cortado.

Hasta la fecha, no sabemos que pasó con mi tía Nerea, no sabemos si encontró la forma de cortar el vínculo, o peor aún, no sabemos si ella murió.

Tras ese evento, mi tío intentó abandonar su puesto como alfa en la manada Vestigia, al haber perdido a su Luna y a la que, alguna vez fue la heredera al título de alfa de esa manada, mi tío no se sentía capaz de seguir con su labor, sin embargo, alfa Stan, antiguo alfa de la manada Vestigia y padre de mi tía, lo convenció de quedarse, pues los miembros de esa manada lo querían y no lo culpaban, al contrario, compartían su dolor.

Tras la insistencia del alfa senior, mi tío aceptó y se quedó al frente de Vestigia.

Meses después de que el vínculo se cortara, mi tío encontró a su compañera de segunda oportunidad en una cacería que estaba haciendo con mi padre.

Casandra Rue, una joven esclava que había escapado de una manada con la que mi padre y mi tío no tenían buenos tratos.

Para sorpresa de mi padre y de mi tío, la joven Casandra huía con una cachorra, su hija, Danielle.

Pese a todo, mi tío la aceptó y la llevó a la manada.

Al principio todos se mostraron reticentes, pues la mujer, pese a su condición de esclava, no dejaba de pertenecer a una manada enemiga, sin embargo, no había mucho que hacer, era la compañera del alfa y la nueva Luna de Vestigia.

Casandra no tardó en adaptarse a su nueva vida, incluso, mi madre decía que lo había hecho demasiado rápido, como si hubiese sido preparada para ello, pues se movía perfectamente entre el mundillo de los alfas y congeniaba casi prácticamente de inmediato con cuanta Luna conocía.

Recuerdo perfectamente que el comentario de mi madre causó dos reacciones aquel día. En mi padre, despertó toda clase de dudas, en mi tío, despertó su ira, pues él decía que Casandra se estaba esforzando por él y por la manada.

Recuerdo muy bien esa conversación, pues Danielle y yo teníamos diez y ocho años y volvíamos con nuestros padres tras haber correteado por los jardines de la mansión principal en Umbra.

El tío Pierce estalló, dijo que mi madre estaba juzgando mal a Casandra, pues cada noche, Casandra despertaba gritando asustada tras haber soñado con las acciones disciplinarias que su alfa había tomado contra ella, alegó que, tras llegar a casa después de haber asistido a algún evento en el que ella tenía que relacionarse con otros alfas o Lunas, Casandra terminaba llorando por horas diciendo que se sentía muy estresada.

“Demasiado conveniente” Fueron las palabras de mi madre.

Sin decir nada, mi tío salió del estudio, y sin si quiera mirarme, tomó a Danielle de la mano y abandonó el territorio. No volví a verlo hasta dos años después.

No sé cómo, pero él y mis padres, arreglaron sus problemas y todo volvió a la normalidad, incluso, Danielle terminó asistiendo al mismo instituto que yo en una pequeña ciudad humana, lo que nos volvió, en cierta medida, cercanos.

Tras la reconciliación de mi familia, las cosas volvieron a ir bien por unos años.

Sin embargo, el día que cumplí diecisiete, todo se fue al diablo.

Recuerdo aquella noche como si hubiera sido ayer, y es que, gracias a mi sueño, literalmente fue así.

Esa tarde mi tío y Casandra, a la cual, nunca he tenido el estómago de llamar tía, llegaron con Danielle alrededor de las cinco de la tarde, si bien podíamos respirar un ambiente tenso entre ambos, mi tío Pierce hizo el esfuerzo por actuar como si nada, por lo que la celebración transcurrió tranquilamente.

“Debe de haber problemas en el paraíso” Escuché que mi padre le dijo a mi madre

Tras haber celebrado con la familia, mi equipo y yo decidimos ir a pasear al pueblo para poder beber algo, sin embargo, Danielle se unió a nosotros y arruinó un poco nuestros planes, pues ella sólo tenía quince años.

Ciertamente, nosotros también éramos menores de edad, pero estábamos en aquella época rebelde, lo que nos costó varios castigos de parte de nuestros padres.

Henry y Audrey, los más fiesteros de mi equipo, insistían en que fuéramos a beber, incluso, Danielle prometió no decir nada, pero, Ryder y mi consciencia, me hicieron actuar responsablemente y opté por simplemente ir a pasear por el pueblo de la manada.

Y es que, tanto mi padre como mi tío, siempre me decían que Danielle era mi responsabilidad al ser el mayor. Incluso, recuerdo que un día mi tío me dijo que, si algún día él llegaba a faltar, como futuro alfa de Umbra, yo debía cuidar y ayudar a Danielle con Vestigia, pues al no llevar su sangre, Danielle sólo llevaba a cuestas el título de futura alfa, por lo que tenía que esforzarse el doble, quizás hasta el triple, para poder estar al nivel de un hijo legítimo de un alfa, cosa que, hasta la fecha, no ha hecho.

Cuando nos aburrimos de pasear, fuimos directos al parque del pueblo, donde estuvimos tonteando en los juegos que había en el lugar.

Hasta ese momento, todo parecía indicar que sería una noche tranquila más en Umbra, pero no fue así, después de esa noche, nada volvió a ser igual.

Tres fueron los sucesos que marcaron un cambio en mi vida esa noche.

El primero, fue la confesión que me hizo Danielle, quien me dijo que le gustaba desde que tenía doce años, iba a decirle que me sentía alagado, pero que debía rechazarla, pues yo sólo quería una pareja en mi vida y esa era mi compañera, sin embargo, no pude hacerlo, pues apenas abrí la boca, el segundo suceso comenzó.

El aullido de invasión por parte del delta comenzó a ser imitado por los guerreros, por lo que no tardamos en echarnos a correr de regreso a la casa principal.

Como los lobos de todos los miembros de mi equipo habían despertado ya, no perdí tiempo y los guie de regreso, sin embargo, a medio camino, noté que había perdido a Danielle, por un maldito momento me olvidé de que su loba no había despertado.

Ordenándoles a Ryder y a Audrey que volvieran a la casa principal para informar a mi tío, Henry y yo corrimos de regreso por el camino que habíamos estado siguiendo.

Gracias a la diosa, no tardamos en encontrar a Danielle, quien se había refugiado con otros lobos de la manada en una pequeña tienda de autoservicio, la cual, estaba siendo asediada por un pequeño grupo de lobos.

Como pudimos, Henry y yo nos abrimos paso entre ellos, que, hasta la fecha, no puedo recordar su aroma, no recuerdo si eran salvajes o si pertenecían a alguna manada.

Apenas entramos a la tienda, Danielle se me colgó del cuello y Henry comenzó a tratar de calmar a la gente que estaba ahí.

Tras comprobar que Danielle estuviera bien, enlacé con mi padre para decirle dónde estábamos Danielle y yo, él me dijo que iría personalmente a buscarnos, lo que, a su vez, informé a la gente que estaba con nosotros, lo cual nos brindó un poco más de cinco minutos de paz, pues los lobos invasores, comenzaron a rodear la tienda.

Cuando todos empezaron a entrar en pánico por la enorme cantidad de lobos rodeándonos, lo que me incluía, pues vi claramente sus intenciones de atacar, mi padre apareció justo a tiempo con un pequeño grupo de guerreros, los cuales, intentaron evacuarnos del lugar a Danielle, a Henry y a mí, pero, como el futuro alfa que era, ordené que sacaran primero a toda la gente que estaba con nosotros.

Respetando mi orden, los guerreros evacuaron la tienda por la parte trasera, gracias a eso, pude centrar mi atención en la batalla que estaba sucediendo en el exterior.

Mi padre siempre fue un fuerte y poderoso peleador, incluso, si era superado en número, mi padre se las ingeniaba para salir victorioso, sin embargo, esa noche, no sucedió.

El fuerte e imparable, Elijah Turner, esa noche parecía débil y le estaba costando mantener el ritmo de sus rivales, lo que me impulsó a intentar ayudarlo, pero Danielle y Henry me impidieron salir de la tienda, por lo que me quedé ahí, de pie frente al ventanal observando como mi padre iba siendo superado poco a poco.

Cuando estaba por perder toda esperanza, pues mi padre había sido completamente rodeado, mi tío Pierce apareció en el lugar con un buen número de guerreros, los cuales, no tardaron en ayudar a mi padre, quien, al igual que yo, recuperó la confianza.

Entre mi padre, mi tío y los guerreros, la pelea se balanceó, por lo que, para no distraerlos, los tres aceptamos ser evacuados por el pequeño grupo de guerreros que por fin había vuelto.

Fuimos llevados a la casa principal, donde mi madre y Casandra nos estaban esperando.

Fue una tortura esperar noticias de mi padre y de mi tío, pues ni mi mamá ni Casandra querían distraerlos, por lo que estábamos envueltos por un silencio sepulcral.

Todo empeoró para nosotros cuando Casandra se desmayó veinte minutos después de nuestra llegada, lo que provocó el pánico de Danielle, quien estuvo llorando por varios minutos.

Durante lo que fue la hora más larga de toda mi vida, estuvimos completamente aislados, sin saber que estaba pasando en el territorio, hasta que, finalmente, el aullido de Adonai, el delta de mi padre dio por finalizado el ataque.

“¿Por qué lo hizo Adonai?” Fue la pregunta de mi madre antes de dejar la casa principal para ir a averiguar qué había sucedido con sus propios ojos.

Más tarde esa noche, casi por la madrugada, mi madre nos dijo que mi tío Pierce, nos había dejado, ese había sido el motivo del desmayo de Casandra, el vínculo con su pareja se había roto.

Fue ese el tercer suceso que lo cambio todo.

Según nos explicó Adonai, poco después de que nos fuimos, todos los invasores se centraron en esa área, por lo que, por varios minutos, mi padre y los guerreros que habían acompañado a mi tío, estuvieron en desventaja.

Debilitado por la pelea que había mantenido antes, mi padre comenzó a ser superado nuevamente, lo que fue aprovechado por varios lobos para atacarlo, mi tío, en un intento por protegerlo, se interpuso entre ellos y mi padre, según Adonai, le habían hecho una herida mortal, por ende, mi tío dejó de ser una amenaza para ellos en ese instante, pero al parecer, eso no fue suficiente para ellos, pues, por algún motivo, los invasores se llevaron a mi tío lejos del campo de batalla, por lo que, tras ese enfrentamiento, estuvimos buscando su cuerpo por días, sin embargo, jamás encontramos nada.

Pese a eso, mi padre jamás se rindió, por algún motivo, él creía ciegamente que mi tío estaba vivo pese a que el vínculo de pareja se había roto.

Cuando finalmente cumplí dieciocho años y pude transformarme, mi padre por fin volvió a centrarse un poco más en la familia, incluso, creímos que había desistido con su teoría, sobre todo, cuando unas semanas después, nos enteramos de que mamá estaba esperando a Kat, mi pequeña hermanita.

Papá lucía más contento, había dejado de pasar horas encerrado en su oficina, y había vuelto a salir de cacería con Johan, su beta.

Incluso, había vuelto a participar activamente en mi preparación como alfa.

Sin embargo, quién diría que sólo lo hacía para dejarme a cargo a mis dieciocho años, pues seis meses después de mi decimoctavo cumpleaños, justo el día en que nació Kat, papá intentó quitarse la vida.

Gracias a la diosa, fui yo quien lo encontró y pudieron salvarlo, pero, desde ese día, papá no ha vuelto a abrir sus ojos.

Desde entonces, este sueño no deja de acosarme.

–No, no fue un sueño –me digo antes de cerrar la ventana y dirigirme a mi baño

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