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Capítulo 4: Mi libertad.

― α ―

Al entrar al baño, ni siquiera me miro en el espejo, me quito el pantalón y me dirijo a la ducha, el agua helada me hace jadear, pero cumple su función, despertarme por completo.

“¿Cole? ¿Estás despierto?” –me pregunta mi beta por el enlace

No quiero responder, por la diosa que no quiero hacerlo…

“Sí, ¿qué sucede Henry?”

Como siempre, me gana mi sentido del deber.

“Sólo quería preguntarte si asistirás a los entrenamientos vespertinos”

“No, tengo cosas que preparar para la fiesta…”

“Cole, ¿estás seguro de que quieres seguir con eso?”

“No, no estoy seguro, no quiero hacerlo, pero se lo debo al tío Pierce por salvar a papá aquella noche…”

“Cole, aún hay tiempo, podemos encontrarla…”

“Henry, la he buscado por cuatro años, no la voy a encontrar en dos días”

“Quien sabe, la diosa podría sorprenderte”

“Si lo va a hacer, sería bueno que lo hiciera hoy mismo”

Hablamos de mi compañera, la única que puede librarme de mi compromiso con Danielle.

Cuando papá entró en coma, Casandra pidió asilo en nuestra manada, según ella, estaba muy deprimida por la muerte de mi tío y el estado de mi padre, por lo que no se sentía capaz de hacerse cargo de Vestigia, así que, desde ese día, fui yo quien tomó las riendas de ambas manadas… Tan sólo con dieciocho años, me hice cargo de dos manadas.

Unos meses después, Casandra vino a mi madre y a mí para presentarnos su brillante idea de unir las manadas mediante un matrimonio arreglado.

Sin darme tiempo a opinar, mi madre se negó al instante.

No importaban los argumentos que Casandra planteara, mi madre simplemente se negó una y otra vez. Lo que, según mi madre, hizo que Casandra mostrara su verdadero rostro.

Ante la negativa de ambos, Casandra comenzó a manipularnos, diciendo que, si mi tío siguiera vivo, no tendríamos ni porque estar discutiendo el tema, sin embargo, mi tío se había sacrificado por mi padre, quien, en primer lugar, no debería haber estado en aquella tienda.

Ante tales acusaciones, ambos terminamos cediendo, sin embargo, mi madre me brindó una esperanza, y le puso una condición. Si alguno de los dos, ya fuese Danielle o yo, encontraba a su compañero, el matrimonio quedaría descartado.

Curiosamente, Casandra aceptó, con la condición de que el matrimonio sucediera apenas Danielle tuviera la edad reglamentaria para adoptar el puesto de alfa, es decir, a los veintiún años, pues al morir mi tío, mi padre se hizo cargo de Vestigia, y al ausentarse él, me hice cargo yo, pues Danielle, aún era muy joven.

Por mi parte, desde que supe mi fecha límite, he buscado a mi compañera como un loco, mientras que Danielle no ha movido ni un solo dedo.

Al principio, Casandra intentó entorpecer mis viajes, pero Henry siempre me ayudaba explicándole que eran cosas de trabajo, y aunque a veces así era, la mayoría, me escapaba para visitar manadas con las que papá tenía buenos tratos.

Sin embargo, hasta la fecha, no he encontrado nada.

Al estar tan cerca de la fecha límite, Casandra organizó todo para ir presentando nuestro compromiso en dos días, justo un mes antes del cumpleaños número veintiuno de Danielle.

Me siento fatal, sé que a Danielle todavía le gusto, pero yo no siento nada por ella, sólo aquel afecto que podría tenérsele a una hermana.

Además, Danielle dejó de ser aquella jovencita tierna y amable que conocí, se convirtió en una joven malcriada que cree estar por encima de todos los demás, y eso, no me gusta en absoluto, no quiero eso de una compañera, mucho menos de mi Luna.

“No te rindas viejo” –me dice Henry sacándome de mis pensamientos –“Aún tienes un mes”

“¿La esperanza es lo último que muere?”

“Exacto” –me dice confiado

Me rio ante su optimismo, me gustaría sentirme optimista también.

“Vale, intentaré mantener la esperanza”

“¡Eso es!” –exclama emocionado –“Vale, te dejo hermano, voy a ocuparme de los entrenamientos, por cierto ¿Estarás en la oficina?”

“Sí, pero primero iré a visitar a papá”

“Vale, iré a buscarte más tarde”– me dice antes de cortar el enlace.

Tras ducharme, seco mi cuerpo y me enredo una toalla en la cintura para ir por mi ropa, que consta en unos bóxers, unos vaqueros, una camisa y mis siempre fieles tirantes.

Tras vestirme y peinarme el cabello, me coloco el reloj de mi padre, está roto, pero le tengo mucho cariño. Una vez listo, me apresuro fuera de mi habitación y me dirijo al ala este de la mansión, donde saludo a un guardia antes de dirigirme a la habitación donde descansa mi padre.

Sin llamar a la puerta, la abro sólo para encontrarme que mi madre y Casandra están ahí.

–Buenos días, mamá –la saludo antes de acercarme a ella para besar su cabeza – Casandra –la saludo sin muchos ánimos.

No confío en esta mujer, es extraña. Todo en ella lo grita, desde cómo llegó a nuestra familia, hasta su forma de sugerir mi matrimonio con su hija.

–Buenos días, hijo –dice mi madre débilmente

Debido a su vínculo y al estado de mi padre, mi madre se ha debilitado mucho, por lo que la hemos instado a que rechace a papá para que mejore, pero ella simplemente se rehúsa, y la entiendo, si mi compañera estuviera en un estado similar, yo tampoco la rechazaría, esperaría su despertar cada día de mi vida.

–¿Qué hacen aquí tan temprano? –pregunto dirigiéndome más a Casandra que a mi madre

–Soñé con Pierce, vine a hablar de él con Elijah –dice agachando la mirada

No le creo, ni si quiera lloró en el funeral de mi tío.

Aquel día todos estábamos afectados, sin embargo, conforme fui creciendo, comencé a entender que su cara en el funeral de mi tío no era más que de aburrimiento.

–Yo dormí aquí –dijo mi madre al tiempo que acariciaba la mano de mi padre

–¿Por qué hiciste eso mamá? –le pregunté con preocupación

–En dos días es nuestro aniversario, me siento nostálgica –

Sonrío tristemente. Mi madre siempre fue una romántica, por eso hizo lo que pudo para librarme de Danielle, es una pena que no sirviera de nada, pues para bien o para mal, necesito una compañera, ya tengo veintitrés años y no puedo seguir haciéndome cargo yo sólo de las dos manadas, no de esta forma.

–¿Tú que haces aquí hijo? –

–Tuve un sueño…–dije simplemente antes de sentarme junto a papá, quien luce más pálido de lo usual

Me parte el corazón verlo así.

Mi padre siempre fue enérgico y nunca se daba por vencido, por lo que, pensar que un hombre como él, intentara quitarse la vida, es algo que nadie creería.

En mi caso, desde hace algunos meses, comienzo a sospechar que no fue un intento de suicidio.

Tras mi decimoctavo cumpleaños, mi padre había recuperado toda su alegría, e incluso, estaba emocionado por el nacimiento de Kat y se esmeró muchísimo en preparar su habitación.

No, estoy convencido de que mi padre jamás habría contemplado esa opción.

Por lo que, desde que dejé de estar cegado por el dolor de haber perdido a mis dos figuras paternas, comencé a investigar las acciones de mi padre.

Lo primero que descubrí, fue que la última persona en hablar con él fue Casandra.

–¿Sucede algo Cole? –me pregunta Casandra al notar que la observo

–No, lo lamento, estaba recordando el día en que encontré a papá… –

–¿Puedes dejarnos solos Casandra? –le pide mi madre sin mirarla

–Claro, lo lamento Lydia –le dice Casandra a mi madre con una breve y apenas notable inclinación de su cabeza –¿Quieren que ordene que preparen el desayuno? –

–Por favor… –dice mi madre en voz baja

Casandra asiente y sale de la habitación con paso veloz.

“No confío en ella” –le digo a mi madre por medio del enlace por temor a ser escuchado

“Yo tampoco hijo, tampoco creo que tu padre fuera capaz de hacernos esto”

“¿No recuerdas nada mamá? ¿Algo que papá te haya dicho?”

“Lo siento hijo, nada…”

Cuando corta el enlace bruscamente dirijo mi mirada hacia ella confundido, se ha levantado y se dirige al baño antes de hacerme una seña para que la siga.

–¿Qué pasa mamá? –le pregunto nada más cerrar la puerta

–Recordé algo –me dice en voz baja, casi inaudible –Cuando tu padre me lo dijo, no pensé que fuera importante, pues pertenece a la intimidad de tu tío –

–¿De qué se trata? –pregunto confundido

–Tú padre encontró un diario de tu tío –

–¿Papá lo leyó? –pregunto arqueando una ceja

–Tu padre siempre fue un chismoso –me dice riendo, lo que, a su vez, me hace reír.

Dios, como echaba de menos la risa de mi madre, desde que papá cayó en coma, ella no ha vuelto a reír.

–¿Te contó que decía? –

–Algunas cosas, pero, lo que creo que puede servirte, es que tu tío escribió sobre tener dudas con respecto a marcar a Casandra, pues para él, Nerea seguía siendo importante, no quería perder su marca, lo que, al parecer, fue tema de discusión entre ellos más de una vez –

–¿Al final la marcó? –pregunté sintiéndome ansioso

Si no la había marcado, entonces Casandra no pudo haber sentido cómo el vínculo con su pareja se rompía tras su muerte.

–No lo sé, tu padre dijo que al diario le faltaban algunas hojas y en Vestigia, nadie está seguro de eso, pues Casandra siempre ocultaba su cuello –dijo mi madre frunciendo el ceño

–¿Sabes dónde está el diario de mi tío? –

–En el estudio de tu padre –dice rebuscando en las bolsas de su bata –Toma, no olvides cerrarlo cuando salgas –me dice entregándome las llaves

–¿No quieres venir conmigo? –

–No, esa mujer vino muy temprano, quien sabe para qué, si no es buena, no voy a dejar a tu padre sólo –

–Vale mamá, le diré a Nora que te traiga el desayuno –

–Dile que no quiero nada que esa mujer haya tocado, y dile a Johan que…–

–Mandaré a gente de confianza a vigilar esta ala, no te preocupes mamá –le dije antes de besar su frente –Te dejo, voy a ver eso y a preparar mi fiesta de compromiso –dije rodando los ojos

–Oh cariño, cuanto lo siento –me dice al tiempo que coloca su mano en mi mejilla

–Esta bien mamá, protegeré nuestro territorio y el del tío Pierce –

–¿Crees que Danielle tenga algo que ver? –

Resoplé en un intento por no reírme.

–Danielle es demasiado tonta… ¡Oye! –gruñí cuando me palmeó la mejilla con un poco más de fuerza

–Sé que lo es, pero sigue siendo una dama, y tu eres un caballero –dice sonriéndome –¿No hay señales de ella? –me pregunta refiriéndose evidentemente a mi compañera

–No…–digo tristemente

Mamá suspira y tira de mis tirantes para hacer que me incline.

–No pierdas la fe –me dice antes de besar la mejilla donde me ha pegado antes –Ahora vete, sálvanos de esa mujer –

–Vale mamá –le dije sonriendo antes de salir del baño para dirigirme a la salida

“Si desenmascaro a esa mujer, puede que, aunque no encuentre a mi compañera, tal vez pueda cancelar este compromiso…”–pienso emocionado antes de apresurarme al estudio de mi padre.

Narrador:

Apenas Cole salió de la habitación, este se apresuró a acercarse al soldado que custodiaba la entrada, le susurró unas palabras y se alejó un par de pasos, sin embargo, de pronto se detiene y se da media vuelta para mirar a su alrededor, al no notar nada extraño, retoma su camino.

Cuando se ha alejado lo suficiente, una mujer de cabello oscuro y ojos marrones, la cual, viste una blusa blanca de cuello alto y una elegante falda negra, sale de entre las sombras y se acerca al soldado.

–¿Te dijo algo? –le pregunta al soldado

–A partir de hoy enviará a hombres del beta Johan a vigilar el ala este…–dice Adam antes de dirigir su mirada al camino que Cole había seguido –¿Cree que sospechen algo señora Casandra? –

–No, de ser así, Cole ya habría cancelado su compromiso con Danielle y ten por seguro que ya me habrían prohibido el paso –

–Tal vez debería apresurar la boda señora –dice Adam visiblemente ansioso –El plazo que le dio el señor Talbot se está acabando…–

–Tranquilo Adam, tenemos tiempo de sobra –dijo Casandra pellizcando la mejilla del hombre antes de acercar su rostro ligeramente al suyo –No olvides inyectarle la droga a mi querido cuñado, no pude hacerlo yo debido a Lydia, a penas salga para desayunar, hazte cargo –

Adam asintió y Casandra se apresuró a seguir el mismo camino que Cole, sin embargo, en lugar de bajar las escaleras restantes, Casandra subió al siguiente piso.

–Tú –le dijo a una joven criada, la cual, había comenzado a hacer sus deberes de limpieza

–¿Sí señora? –

–Lydia y Cole se han levantado, ve y ordena que preparen el desayuno –

–Como usted diga señora –dice la mujer al tiempo que le dedica una pequeña reverencia

–Muévete –gruñe Casandra por lo que la mujer se marcha rápidamente

Al ver cómo la criada baja presurosa, Casandra resopla antes de dirigirse a su habitación.

Nada más entrar, cierra la puerta con seguro y se dirige a su escritorio.

–Sólo un mes…–susurra al tiempo que se saca una llave del bolsillo de su falda –Solo debo resistir un mes más y me largaré de aquí –dice con fastidio mientras introduce la llave en el cerrojo del cajón –Menos mal que nunca apareció ninguna compañera –dice sonriendo al tiempo que se escucha un suave clic, por lo que procede a abrir el cajón completamente –De haberlo hecho, me hubiera tenido que encargar de ella también –dice sonriendo con malicia mientras saca un pequeño montón de hojas –Y por su propio bien, más vale que no aparezca…–

Tras sacar las hojas, las coloca sobre el escritorio y cierra el cajón, mientras observa fijamente la primer línea escrita antes de leer en voz alta:

“No puedo marcarla, nuestro vínculo de pareja no es tan fuerte como lo era con Nerea, algo está mal…”

–Oh querido Pierce, te diste cuenta muy tarde –dice burlonamente –Pero, te agradezco haberme dejado tu territorio, ahora, sólo debo conseguir Umbra y así podré recuperar mi libertad y la de mi verdadero compañero –

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