Una bella sin bestia - Libro I - Serie Bellas
Una bella sin bestia - Libro I - Serie Bellas
Por: Dia Mond
Prólogo

Amanda King

Desperté, no como cualquier domingo, este día era uno muy especial, uno muy esperado, este día desperté con una bella, ansiada y hermosa sortija en mi dedo, Peter me había pedido ser su compañera de vida, la madre de sus hijos, su esposa, una sonrisa se dibujó en mi rostro y me permití disfrutar unos momentos más de mi cama.

Cerré mis ojos y recordé la romántica cena a la que mi futuro esposo me había llevado, si caballerosidad conmigo, sus atenciones, detalles y apoyo, sobre todo esto último, cuando mis padres cayeron en la crisis y lo único que nos quedó fue esta casa a él no le importo y se quedó a mi lado, aunque a él lo rondaran mujeres con grandes fortunas, y aun él viniendo de una familia con una inmensa fortuna.

Suspiré y abrí mis ojos recordando que ese día debíamos formalizar nuestra relación, nos habíamos propuesto hacerlo en su casa, en un almuerzo sencillo en compañía de mis padres, su padre y algunos allegados.

Tome mi móvil y me fui al baño, puse algo de música mientras me arreglaba y ordenaba mi cuarto, cuando todo estuvo listo me senté enfrente de mi ventana y marque el número de mi prima, ella era mi mejor amiga, la única que nos había tendido la mano cuando quebró nuestra empresa, ella era con la única que sabía todo lo que había pasado.

– ¡ALHELÍ! – grité apenas me contestó.

– ¡AMANDA! – devolvió ella apenas pudo contener la risa.

– Prima ¿Cómo estás? ¿Qué has hecho? Cuéntame, hace tiempo que no hablamos – escuche como se carcajeaba – espero estés sentada.

– ¿Por qué? He estado estudiando – ella ya está terminando su universidad, luego de que se casara se mudó de la ciudad y se fue a la gran manzana – pero en general bien ¿y tú? Cuéntame ¿Qué ha pasado?

– Aquí todo bien, normal – encojo los hombros, como si pudiera verme – te llamaba para contarte algo, es muy importante – hice una pausa y tomé aire - ¡ME VOY A CASAR! – le solté, pero su reacción no es la que esperaba – Peter me pidió matrimonio ayer, fue todo muy romántico, fuimos a nuestro restaurante favorito, el anillo es precioso, se comportó como un verdadero príncipe – a pesar de soltar todo esto, ella se mantuvo en silencio – sé que es repentino, sé que soy joven, pero ¡Lo amo!

– ¿estás segura? ¿Lo amas? – pregunto.

– Si, lo amo, y sí, estoy segura de querer pasar el resto de mi vida junto a él – sonreí como boba, pero seguí hablando – él, él es mi persona ¿sabes? – escucho como suspira.

– Si tú eres feliz, yo me siento feliz por ti – sé que su percepción del matrimonio no es la mejor, pero me alegra que por lo menos sea feliz por mí.

Nuestra conversación giró en torno a mi felicidad y a mi manera de pensar, aunque estuviéramos en el siglo XXI yo seguía creyendo en el noble caballero, mi príncipe azul, aquel que llegaría, me salvaría de dragón, me caria de una torre encantada, me despertaba con un beso de amor verdadero, para luego llevarme a su reino, hacerme su reina y finalmente, vivir felices para siempre.

Un golpe en mi puerta me levanto de golpe de mi cama, mi madre entró felicitándome y observando mi mano en donde estaba el hermoso diamante que me había dado Peter, seguido a esto un mensaje llego a mi móvil, mi enamorado había preparado todo para que la comida con nuestros padres fuera lo más tranquila posible, su padre, un hombre serio y de una reputación intachable, pero muy alejado de la sociedad, había extendido la invitación a amigos provocando que esto se volviera más una celebración que una comida íntima.

Sabiendo esto, con mis padres sacamos las mejores prendas, los mejores ánimos, incluso las mejores y sencillas joyas que quedaban de lo que había sido las mejores épocas para nuestra familia.

Poco antes de salir me metí dentro de mi armario, allí en una pequeña caja guardaba algunas fotografías de mi padre, él había fallecido años atrás, siendo muy joven para entender que no volvería a tenerlo a mi lado, bese su retrato y luego de devolverlo a su sitio, salí de allí.

– ¿Lista? – preguntó Richard, mi padrastro, años después de que mi padre muriera mi madre y él se encontraron, y con Richard la felicidad de mi madre volvió.

– Si – dije sin más y salimos del lugar.

El camino duró poquísimo, apenas entramos en la propiedad pude ver a Peter de pie en la puerta principal. Allí había muchos carros, según mi novio eran varios socios, conocidos, amigos de los dos, un selecto grupo de amigos al que habíamos pertenecido los últimos meses.

Cuando entramos de la mano escuchamos los aplausos, y entre felicitaciones, gritos de mis amigas por la sortija, un seco recibimiento de mi suegro hacia mi familia, nos pasamos la tarde. Cuando me vi más tranquila, tomé algunas fotografías y se las envié a Alhelí, ella solo envió algunos emoticones y felicitaciones de vuelta, siempre sabía que esto del matrimonio no le hacía mucha gracia, menos como ella había vivido esa etapa de su vida.

Suspire derrotada, sabía que ella no estaría a mi lado para mi día especial, pero tampoco era algo que me preocupara tanto, sé que si se lo pido por lo menos vendrá a la boda.

– ¿Cómo estuvo todo? – de pronto la voz de don Brian, mi suegro se hace presente – me pareció que su compromiso debía celebrarse – le sonreí y asentí.

– Me gusto, estuvo todo muy sencillo, pero elegante, gracias – agradecí su gesto, bien sabía que la relación padre e hijo que tenían mi novio y su padre no era de lo mejor, pero esta celebración me provocaba - ¿le puedo hacer algunas preguntas? – extrañado me observo, pero asintió y se sentó a mi lado, un camarero nos llevó un par de tragos - ¿tiene algo en contra de mi familia? – su ronca risa provocó un escalofrío en mi espalda, pero negó con la cabeza – entonces ¿Por qué nos evita?

– Tu padrastro – dijo secamente – lo conozco desde hace tiempo, cuando llegó aquí enseguida quiso congraciarse conmigo, dijo que tenía un negocio en mente, pero no lo acepte y recurrió a mi hijo, Peter no es bueno en los negocios, pero se deja llevar, invirtieron y perdieron, así perdieron la fortuna de su familia ¿no es así? – una punzada en mi pecho hizo que bajara la cabeza – no es que no me guste su familia, su madre es admirable, usted y su prima, la viuda de Sederis, sin dignas de respeto, pero su padrastro y la difunta hermana de su madre son personas repulsivas …

– Entonces, ¿soy digna de su hijo? – pregunte algo molesta, como podía referirse de esa forma a mi difunta tía, y sobre todo a Richard, él quien por años había velado por nosotros.

Me puse de pie y con la mayor dignidad posible me alejé de la mesa, en ese momento tomé la decisión de ser la mejor esposa, quería que ese hombre se tragara sus palabras, a pesar de no haber dicho nada descortés hacia mi persona, si consideraba una falta de respeto de hablar de dos personas tan queridas para mí.

En ese momento me rodeé por mi madre, mi padrastro y mi novio, ellos conversaban como siempre, no había cambiado nada, solo yo me había llevado un disgusto, pero no puedo negar que las palabras de mi futuro suegro no me habían dejado pensando, él era un hombre misterioso, pero siempre cortés.

Entonces ¿Qué había sido todo eso? ¿Por qué había sido tan directo conmigo? Suspiré y enseguida Peter fijó su mirada en mí preguntando qué pasaba, yo solo negué con la cabeza a modo de respuesta y los dos nos besamos sutilmente.

Cuando la celebración llegó a su término, fuimos despedidos solos por Peter y su nana, ella nos contó que el señor Brian había tenido que viajar a NY, allí debía cerrar algunos tratos, eso me relajo y entonces, solo entonces me di la libertad de respirar relajadamente.

Ahora solo quedaba una sencilla planificación de nuestra boda y que llegará nuestro día especial.

Klaus Santana

Una luz encandila mi mirada, siento como mi madre me aprieta contra su pecho, el carro da vueltas, mi padre trata de controlar el volante, pero le es casi imposible, grita que nos ama y pronto un golpe me hace despertar.

Otra pesadilla, resoplo y siento como estoy empapado de sudor, me levanto tomando mi móvil, enseguida me meto al baño y luego de un baño fugaz bajo hasta mi despacho enfundado en una bata, para mi sorpresa la luz de este estaba encendido, cuando llegué a la puerta encontré a Brian sentado en el sillón de cuero negro, en silencio veía algunos álbumes llenos de fotografías.

Los recuerdos atacaban, me senté a su lado y me serví un vaso de coñac, en ese lugar estuvimos por gran parte de la madrugada, conversando de la vida, de las situaciones que nos habían llevado a estar en este lugar, ahora, durante este instante.

– Se comprometió – dije después de un silencio que parecía infinito.

– ¿te duele? – lo vi asentir – lo sé, tampoco pensé que llegaría tan lejos con tal de recibir un poco de dinero – los dos soltamos un suspiro, Peter, el hijo de Brian había sido una piedra en el zapato desde que su madre lo dejó y lamentablemente mi padre se culpaba de ello.

– Pensé que en algún momento – hizo una pausa para beber lo que en su copa quedaba – pensé que en verdad estaba enamorado, o no sé, que había sanado un poco, o que aún no me culpaba porque su madre lo dejó – suspiro resignado.

– ¿y la muchacha? ¿Lo sabe? – lo veo encogerse de hombros, la situación era difícil.

– No, pero si sabe que él tiene una herencia que reclamar, pero no creo que sepa las condiciones que le puso – iba a hablar, pero padre se puso de pie y sacó algunos documentos, resultando ser datos sobre la chica y su familia – hoy quise hablar con ella, pero creo no haber elegido las mejores palabras, por otro lado, siento lástima por quien cayó en su familia.

– Su prima es una mujer de empresas, porque ella no les tiende la mano – en mi mente surgieron miles de preguntas hasta que vi el nombre del padrastro, escuché como el imponente hombre a mi lado gruñía - ¿ellas no lo saben? – negó con la cabeza.

Richard era un estafador, un cazador de viudas, no era la primera vez que lo tratábamos, antes ya había estado en nuestras vidas y no de la mejor manera, antes había sido amante de la madre de Peter, de ex mujer de mi padre, ellos intentaron sacar tanto dinero como pudieron de la familia Daniels, pero no lo lograron y en cambio los dos se fueron dejándole a Brian la carga de un hijo, un hijo que demostró ser de la misma calaña de su madre a una muy temprana edad.

La madrugada avanzó y con eso el día nos pegó fuerte, acomode a ese hombre al que llamaba padre, por respeto, cariño y simple comodidad, sabiendo que solo era mi padrino, el hombre que les juró a mis padres que me daría todo, que me trataría como un hijo, que me educaría para ser un hombre bien, y me fui a mis oficinas, mi empresa era una de más grandes del país, teníamos un posicionamiento de envidiar a pesar de solo llevar 7 años en el mercado del diseño y toda gracias al departamento de diseño de ropa interior.

Apenas toque el edificio que albergaba mi empresa llame a Liam, él era uno de mis mejores amigos y dueño de una empresa de seguridad, a él era a quien necesitaba en estos momentos, lo que había leído sobre la prometida de mí “hermanito” y su familia me había dado una idea de lo que él estaba haciendo.

Tampoco es que me gustara mucho que estuviera usando a las personas para sus propósitos, Peter desde pequeño había demostrado ser muy hábil con la palabra, pero desde que intentó manipular a nuestro padre se le habían quitado todos los privilegios, había resultado ser igual o peor que su madre.

Suspiro justo cuando el elevador se abre dejando ver el piso de presidencia, camino directo a mi oficina, mi secretaria entra siguiéndome, me entrega unos documentos, me pide que los revise y los firme, luego soy yo quien le pide un café, para que ella se retire enseguida, Amelia siempre había sido muy profesional y en horario de trabajo no hacía otra cosa que trabajar, mientras que en sus horarios libres me trataba como el amigo de toda la vida, así era con mis amigos.

Me acomodé en mi escritorio y comencé a leer las propuestas, a los pocos minutos Alex seguido por Liam entraron en mi oficina, ellos venían con una gran sonrisa, pude adivinar que venían bromeando o recordando el fin de semana.

– Señores – dije poniéndome de pie para saludarlos - ¿Cómo están? ¿Qué los trae por aquí? – pregunté enseguida, mientras los saludaba de mano y los invitaba a sentarse frente a mí.

– Nosotros tuvimos una reunión – se excusó Liam, mientras que Alex se encogía de hombros.

– Yo solo quería venir a ver cómo estaban mis amigos ¿o no puedo? – negué con la cabeza, de los tres era Alexander él más preocupado, y bueno el más rebelde.

Nos dedicamos a ponernos al día, si bien nos habíamos visto hace poco, no habíamos podido conversar, sabía que mis amigos no paraban los tres teníamos trabajos demandantes, por ello aprovechamos el instante y cuando fue mi turno de contar lo que estaba pasado, fue exactamente Alex quien bufo primero, él siempre me había dicho que Peter, más tarde que temprano, daría algún golpe.

Vi entonces como mi amigo se levantaba de su asiento y buscaba a Amelia, de seguro pediría café y también que entrara, mi grupo también la albergaba a ella y en este instante necesitábamos más cabezas, ella no demoró y finalmente nos decidimos a pedir algo de comer.

Entre los cuatro comenzamos a ordenar los sucesos, como muchas veces antes lo habíamos hecho, entonces les comenté lo nuevo, mi hermanastro se casaría, todos se me quedaron viendo, mientras que Amelia torció una mueca, les explique que necesitaba hacer una investigación, que esta vez sí tenía que la esperanza de poder resolver qué había pasado finalmente con mis padres.

Después de mencionar a mis padres se hizo un silencio casi lapidario, esto lo había hecho tantas veces, en mis 29 años, era el año número seis que pasaba queriendo saber qué fue de ellos, porque jamás encontraron sus cuerpos, porque continuamente sueño con un accidente si jamás estuve con ellos cuando tuvieron aquel accidente automovilístico que, según la policía, los mató.

– ¿Qué quieres hacer? ¿A quién investigamos esta vez? – preguntó enseguida Liam, él ya había sacado su libreta y preparado para tomar nota.

– Regina Rod de Daniels, esa mujer aún vive, no la hemos visto en las de 15 años – él asintió y anotó en su libreta.

– ¿sabemos con quién se casa Peter? – preguntó Amelia.

– Si, mi padre ya hizo su propia investigación – todos asintieron.

– Pero, por lo que leo – interrumpió Alex – me gustaría una investigación exhaustiva sobre su padrastro y una de sus tías, la madre de la viuda de Sederis y la viuda – se veía interesado, una sonrisa ladina le dio mi amiga.

– ¿Lo dices porque te interesa o porque te interesa? – él le dio una mirada severa a la que todos reímos, realmente no sé por qué quería investigarla, pero bueno si sirve de algo.

Después de un almuerzo con mi reducido grupo, cada uno volvió a sus labores, mientras que a mí me daba vueltas y vueltas la boda de mi Peter, simplemente no entendía ¿Qué clase de persona aceptaría casarse con alguien como él? ¿Su futura esposa lo conocería a fondo? Solté el aire de mis pulmones y simplemente me dediqué a trabajar.

Por la tarde, al llegar a casa me encontré con mi padre cocinando, él estaba vestido casual, no era viejo, su edad no era acorde a la edad de sus hijos, pero el trabajo, los desvelos y los golpes de la vida, provocan que a sus 42 años se viera como un hombre de 50 y tantos. Pero esta vez era diferente, él cocinaba y de fondo una melodiosa salsa se escuchaba, aunque su rostro denotaba tristeza, decepción, desilusión, no lo podía adivinar, pero entre esas alternativas estaba su humor.

Siempre lo alentaba a buscar a alguien, pero él me decía que la única mujer que amo lo odiaba, que murió odiando, pero sé de buena fuente que no es así, él solo se culpaba de cosas que pasaron años atrás, cuando mi padre aún no era el hombre que es hoy en día.

– ¿Cuándo conseguirá novia? – pregunte de repente, provocando que mi padre se detuviera en seco para luego carcajearse.

– Dime ¿Quién en su sano juicio se voltearía a verme? – pregunte y solo me encogí de hombros – las mujeres buscan diversión, buscan quien les enseñe el mundo y yo ya no estoy para eso …

– ¿O no estás para eso o no quieres eso? – suspiré y lo vi sentarse frente a mí y soltar el aire – deberían planteárselo, no todas las mujeres son como Regina, tampoco todas son débiles, créelo – una sonrisa nació en su rostro y luego de eso nos dedicamos a cenar. Antes de darme cuenta estábamos viendo algo de televisión.

– ¿nos acompañas? – preguntó mi padre, sabía que se refería a la boda.

– No lo creo, pero llegaré al día siguiente – él asintió y se encaminó hasta la escalera, estaba cansado al igual que yo, había sido un largo día.

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