La sala quedó en silencio momentáneamente. Ni Vick ni Anna se atrevieron a romper la quietud.
—¿Tengo que preocuparme por dejarlas sin palabras? Es raro que un domingo estén tan calladas.
Obviamente la broma de Kathy no ayudó ni por asomo a aligerar el ambiente.
Vick comenzó a hiperventilar y rápidamente buscó entre sus bolsillos su medicina. Después de respirar varias bocanadas de su inhalador se calmó y contestó:
—Te casaste ebria, festejaste en un bar y no puedes divorciarte durante 5 años ¿Correcto?
Kathy asintió.
—¿Quién es?
Kathy, incapaz de quedarse sentada, comenzó a mover sus pequeñas decoraciones a otros lugares más específicos.
—¿Quién es qué?
—¡El presidente de Paraguay!—Vick saltó —. ¡No te hagas la tonta! ¿Quién es tu esposo?
—No es nadie, sólo un hombre cualquiera que conocí en el bar…
—Kathya…
—¡Bien, bien! Es ese hombre que nos llamó la atención y a quien seducí por un día completo en el shopping.
Anna quién se mantuvo todo el tiempo, arqueó la ceja derecha. Esa información ya la sabían y Kathy sólo se hacía la loca.
—Ejsh-Mp—balbuceó para luego toser. Se ganó miradas fulminantes por parte de sus mejores amigas. Suspiró—. Easen Merph.
—¿Merph? ¿El mismo apellido que administra la mitad de las empresas del país? ¿El mismo príncipe de hielo?
Kathy rodó los ojos. ¿Príncipe de hielo? ¿Desde cuándo Vick estaba al tanto del mundo empresarial?
—Es sólo un cabrón sin emociones en la cara. No es para tanto.
—Y ese cabrón sin emociones logró meterte la polla.
—¡Anna!—gritaron sus mejores amigas al mismo tiempo.
—¿Qué?—subió ambos hombros —. Es la verdad.
Kathy sabía que aunque era Vick quien la regañaba, Anna era la más lastimada.
—Mira Anny, sé que rompí la promesa de casarme en una iglesia con invitados, familiares y toda la cosa, pero…
—¡No sólo te casaste, sino que también no estábamos ahí para tomar nuestros lugares como damas de honor! ¡Me lo prometiste!
Recuerdos de una boda fallida, desastrosa, sangre y una muy deprimida Anny llegaron a su memoria. Inmediatamente tomó a la ruda pero delicada mujer y la aprisionó en sus brazos, no con fuerza sino con calidez. No quería que se sienta encerrada.
—Lo siento, cariño. Lo siento—Vick se acercó sin decir palabra alguna y se unió al abrazo fraternal —. Te prometo que algún día podrás ponerte a mi lado y lucirte como una de las damas de honor.
Anny tembló y después de unos minutos se calmó.
Las mujeres se miraron en silencio.
—Hablando de eso, ¿Dónde estaban ustedes? Porque no creo que simplemente se sentaron y miraron como mandaba mi vida por un caño.
Ambas amigas inconscientemente enderezaron la espalda. El instinto "maternal" de la pelirroja se activó al instante.
—Reconozco esa actitud. ¿Qué hicieron?
Entrecerró los ojos cuando Anna y Vick se miraron por un microsegundo.
—No lo voy a repetir de nuevo. ¿Qué pasó esa noche?
Anny suspiró. Por la actitud de Vick ya intuía que de su boca no saldría ninguna palabra.
—También nos emborrachamos. Solo que Vick tropezó con ese hombre que acompañaba a tu esposo y yo sin querer terminé en el auto de un hombre.
—¡¿Qué?! ¿Pero cómo?
Ambas mujeres negaron.
—No ocurrió nada. Jugamos un poco y al final las busqué pero como no estaban supuse que ya se fueron a casa.
Kathy asintió. Probablemente ya era muy tarde y con su nuevo esposo ya estaban en su mansión.
—¿Y tú Vick?
—Lo mismo —Vick subió los hombros—. Después de jugar, también fui a casa, les hice una llamada para avisar que había llegado y preguntando si llegaron bien también.
Hmmm, sus historias coinciden y lastimosamente no aportan nada para poder reconstruir su noche. Se masajeó el cuero cabelludo.
—¿Qué harás a continuación?
Kathy volvió a sentarse en el sofá.
—No lo sé, probablemente concentrarme en mi trabajo.
—¿Y tu matrimonio?
—De mi matrimonio no vivo, no como y no pago la renta. Tengo que trabajar para sobrevivir.
Ann tomó un vaso y lo llenó de yogurt.
—Técnicamente, sí.
—¿Qué?
La pelirroja y Vick miraron a su mejor amiga como si estuviera loca.
—Técnicamente de tu matrimonio si puedes vivir. Estás casada con el CEO, ¿Recuerdas?
Vick saltó del sofá para hacer un pequeño baile de la victoria.
—¡Sí! ¡Tengo un papi rico!—movió las caderas a un ritmo que solo ella podía oír—. Siempre soñé con no tener que ponerle agua al champú.
Anny se unió al baile improvisado aportando el canto.
—Se quieren, se aman, se pas-an el c-chicle…
Kathy simplemente rió con genuina felicidad mientras arrojaba almohadones a sus amigas cabras.
A pesar de todo, es muy feliz.
(...)
—Voy a salir, cancela las reuniones que tenga hasta al mediodía.
Easen miró a la secretaria sonreír con incomodidad y anotarlo en la libreta.
—¿Algo más, señor?
—Si por algún motivo Amanda viene a buscarme, avísame inmediatamente.
—¿Fisherton?
—Exacto.
—Pero es lunes, ¿No se encarga de la joyería…?
Suspiró y negó.
—Algo me dice que vendrá y pondrá a alguien a que haga su trabajo en vez de ella, sólo por hoy.
—Muy bien, señor.
—Gracias, Clarissa.
Abandonó su empresa antes de escuchar la respuesta.
Por eso no pudo ver la cara de sorpresa y emoción de su secretaria, ¡Su jefe sabía su nombre!
Clarissa tomó el teléfono e inmediatamente comentó lo sucedido a sus colegas. Era la primera vez que el jefe recordaba el nombre de un trabajador y que suerte que fuera ella la primera. ¡Los otros morirían de envidia!
El CEO presionó su oreja izquierda. Estaba caliente y roja. ¿Será que alguien estaba hablando de él?
Sin prestar más atención aceleró su automóvil, haciendo rugir su motor. Llegaría junto a Almer pase lo que pase.
El camino fue rápido y ligero, por lo que pudo llegar sin inconvenientes al apartamento compartido de sus hermanos.
Su piso era el último, al tener mucho dinero puedes tenerlo prácticamente todo y un departamento con vista preciosa no era nada para sus hermanos.
Ya traía una copia de la llave porque sospechó desde un principio que Almer no aparecería por su empresa con la amenaza y menos tan temprano.
Desbloqueó la puerta y la abrió de una patada muy ruidosa haciendo que Almer quien estaba durmiendo en el sofá caiga de culo al suelo.
La sábana suave que tenía enrollada en la cintura cayó amontonada a los pies del sofá, dejándolo completamente desnudo.
—¿Qué…? ¿Qué…?
Almer trataba de enfocar los ojos, buscando el origen del ruido.
Easen avanzó con paso decidido y cerró la puerta tras sí.
Sonrió cuando al fin su hermano menor pudo enfocarlo y su cara palideció notablemente.
—Ding dong.
Terminaron la cena en un muy tenso silencio.—¿Y bien Amanda?Amanda suprimió una sonrisa tomando un sorbo de su bourbon. La señora Merph nunca la había tratado como la hija de su amiga y menos como la amiga de infancia de su hijo, sin embargo, ¿Ahora venía a decir ésto? Que gracioso es el karma.—Señora Merph, ¿Se da cuenta de lo que está diciendo? ¿De lo que me está pidiendo?La señora Merph, una mujer muy orgullosa, levantó la barbilla.—No es la gran cosa. Sólo te estoy pidiendo que des a luz a mi primer nieto.Una corriente de satisfacción pasó rápidamente por su espalda. Si Amanda jugaba bien sus cartas y elegía con cuidado sus palabras, pronto se convertiría en la persona más poderosa del país, invencible, imperturbable.—No puedo hacerlo si no tengo un anillo en mi dedo, lo sabe perfectamente ¿Verdad?Una mueca apareció en su rostro. Eso no lo había pensado.Ante su silencio, continuó.—Debo casarme con su hijo si quiere que traiga un heredero al mundo. Tan sólo imagínese el
Se obligó a cerrar la boca cuando vió la mueca extraña en el perfecto rostro de la desconocida.—Si, soy Kathy, un placer—Kathy se mordió el labio con fuerza. ¡Era totalmente hermosa! Si no fuera porque ya estaba casada definitivamente le tiraría los tejos—. He oído mucho de ti.—Espero que solo cosas buenas—le guiñó.La pelirroja tembló, imperceptiblemente. Es totalmente su tipo, caderas moldeadas, mejillas rosadas, cuello esbelto y cuerpo con piernas largas. —Lo siento, Easen, pero mirar no es pecado—susurró—¿Dijiste algo?—el corte de cabello le quedaba exquisito. Un corte recto a la altura del mentón. Cabello totalmente lacio. Se sentó a lado de su hija—. No puedo creer que seas tú quien trajo a tantas personas a mi local.—Eh, si, me esfuerzo para que mi arte sea el mejor—Kathy miró sus labios, rojo cereza—. ¿Pero por qué no puedes creer?La mujer de cabello castaño sonrió.—Eres muy joven y hermosa. Cuando Ara me habló de ti, imaginé a una mujer mayor y no tan atractiva.—¿Cree
Hace una semana atrás…El CEO no podía creerlo, su madre le dijo que no podía faltar a la cita, de lo contrario se arrepentiría y por muy adulto que seas, desobedecer una orden directa de tu madre, significaba la muerte.No estaba tan preocupado de todos modos, iría, cenaría, le dejaría las cosas en claro a Amanda y ambos seguirán su propio camino. Lo que él no sabía era que Amanda tenía otra idea y que era muy persistente.Llegó a la empresa y la secretaria no estaba en su puesto, supuso que fue al baño e ingresó directamente a su oficina. Maldijo cien veces más a su hermano Argo, quién le había derramado café en la camisa y nada más al cerrar la puerta se desabotonó quedándose medio desnudo.Argo no tuvo la intención de derramar el café, pero esa mañana más temprano cuando fué a visitar a Almer, él salió de la cocina al escuchar los ruidos y los encontró enrollados. Luchando.Obviamente Easen por ser el mayor tenía más fuerza pero Almer no se daba por vencido. Es una cosa de hombres
Rodó los ojos al llegar, Easen creía que la pomposidad tenía su lugar como también la humildad pero ¿Hacía falta venir al hotel más lujoso solo para una simple cita?Incluso era una cita a la cual no asistía por voluntad propia.Estacionó rápidamente y bajó. Las personas lo miraron con curiosidad pero las ignoró. Probablemente pensaban en donde lo habían visto antes. Caminó a paso apresurado hasta su mesa antes de que pudieran reconocerlo.Amanda ya estaba sentada esperándolo por lo que al verlo llegar, se puso de pie y le dió un rápido beso en la mejilla, antes de que Easen pudiera escapar.—Incluso te pusiste una fragancia tan exquisita para mí—ronroneó—. ¿Me quieres seducir?Easen se limpió discretamente el labial que quedó marcado en su mejilla —. Se llama educación, Amanda. Algo que dudo que sepas que es.—No estés tan tenso, cariño. Esta noche es magnífica para una velada romántica—Amanda se sentó sin prestar atención a las palabras anteriores.—Amanda, no estoy aquí para…—No—
De vuelta al presente… Las citas los fines de semana se están volviendo rutina al parecer para él. No se queja, al menos esta vez es por voluntad propia. El restaurante que eligió Kathy por fuera se alza majestuosamente, pero no de forma superficial y pomposa, sino más bien fuerte y modesto, como si no le importara en lo más mínimo impresionar a nadie. Easen, sonrió. Eso mismo buscaba en la vida. Que le valga madres impresionar. Una luz naranja se extiende desde los cristales y apuesta lo que sea a que se podría ver a través de la ventana. Sus sospechas fueron confirmadas en cuanto llegó a la mesa y ya estaba la hermosa mujer esperándolo. No se levantó para recibirlo, como la mayoría. Simplemente sonrió y subió su vaso con agua en forma de saludo. Si Easen describe esa primera impresión, las palabras "encantadoramente mortal" quedarían sin sabor y muy cortas. —Kathy—fue él quien besó su mejilla como saludo—. ¿Cómo has estado últimamente? La mujer parpadea lentamente. ¿La acaba
Kathy sintió calor. ¿Por qué hace tanto calor? ¿El ventilador no está funcionando en el departamento?Giró la cabeza pero aún así se siente incómoda. Giró la cadera, solo que no pudo girarse porque un gran peso la tenía acorralada y sintió algo clavándose firmemente en su trasero.Un horrible deja vu vino a su mente.—Antes de que te pongas histérica o antes de que te pongas a gritar—la voz ronca y adormilada le causó escalofríos—. Vinimos aquí anoche después de cenar. No hicimos nada más.Eso era cierto. Al menos conservaba su sostén. Pero estaba vestida solo con una camisa enorme.—¿Me cambiaste?Easen se sentó perezosamente, estirándose.—¿Querías dormir con un vestido de lentejuelas?Kathy le dió un punto por eso. El hombre era amable.—Buenos días —le besó en la mejilla mientras se levantaba hacía el baño—. ¿Dormiste bien?La pelirroja quedó sorprendida. Ya van dos veces en que él le da un beso en la mejilla y ya van dos veces en dónde ella no se niega.—Dormí extrañamente bien,
Las semanas pasaron volando, ya se cumplió un mes de casada pero casi nunca veía a su esposo. Salía muy temprano en la madrugada y venía muy tarde en la noche. Intentó varias veces esperarlo para darle su buenas noches, pero no lo consiguió, ya que se quedó dormida una y otra vez. Decidió comunicarse por notas.Dejaba las buenas noches en una nota adhesiva y él también le daba los buenos días en la nota, pegada al refrigerador. Hubo un acuerdo tácito entre ambos en dónde Kathy preparaba la cena para los dos y él comía a la hora que llegaba, entonces era el turno del CEO de preparar un desayuno nutritivo para ella y dejarlo encima del mesón.La pelirroja no tenía una rutina en sí, salía cuando quería, iba de compras con sus amigas y ellas felices por tener un "papi" multimillonario hasta le dijeron que querían conocerlo. Ya que su matrimonio iba a durar mucho tiempo lo menos que podían hacer es llevarse bien.Tenía todo en la mansión, todo de lujo, todas las pinturas que quisiera y de
Como nadie estaba en casa, Kathy tomó la manía de empezar a desnudarse en la entrada de su casa e ir quitando prenda por prenda hasta llegar al baño. Le daba cierto aire de tranquilidad saber que podía hacer eso sin miedo a ser vista. Esta vez no fue la excepción.Llegó al baño y siseó de placer al sentir el agua caliente recorrer su cuerpo. Tarareando una melodía siguió tallando cada parte de su piel. Nunca se apuraba, tenía el tiempo del mundo para hacer la cena porque cenaba sola.Al terminar el baño se le ocurrió algo.Easen no llegaría hasta muy altas horas de la noche ¿Verdad? Entonces se secó la piel y el cabello y salió desnuda directo a la cocina.¡Se sentía tan libre! ¡Se sentía realmente bien!Colocándose un delantal para protegerse, se acercó a la cocina. ¿Qué haría esta vez para cenar?Google fue la solución: omelette de espinacas acompañado de tortillas de maíz y una taza de té.Un menú muy delicioso.Meneando las caderas al ritmo de una canción inventada por su cabeza c