Capítulo 8
Callista de la nada llegó con un cuchillo en sus manos y me apuntó con furia mientras gritaba:

—¡Elena! ¿¡Por qué tenías que arruinarme la vida!?

—Wyatt ya me había prometido casarse conmigo, ¡yo iba a ser su esposa! ¡Y todo es tu culpa perra!

—¿No te bastó con destruirme una vez? ¿También quieres destruirme en esta vida? ¡Muérete desgraciada!

Gritando como loca, corrió hacia mí con el cuchillo. En ese momento me quedé paralizada del miedo.

Pero justo en ese instante, una silueta se interpuso entre las dos, con una voz serena que me reconfortó:

—No te preocupes, ya estoy aquí.

Con un chillido desesperado de Callista, vi cómo la cara de Wyatt se puso blanca como un papel.

Ella, presa del pánico, dejó caer el cuchillo.

La camisa blanca de Wyatt se tiñó de un rojo potente. Por suerte, la herida no era grave: solo un corte superficial.

Se giró hacia ella con una expresión oscura y una mirada llena de desprecio.

—¡Callista, eres una maldita zorra! ¡No sé en qué carajos estaba pensando cuand
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