Capítulo 3
En mi vida anterior, Callista y Wyatt se veían a escondidas. Nunca se animaron a hacerlo público, lo hacían todo por debajo de la mesa. Por eso no me sorprendió que, en apenas unos días, ya medio mundo supiera de lo suyo.

Al recordar todo eso, sentí un ardor en el pecho.

Después de casarme con Wyatt, los negocios del Consorcio Martino se dispararon, al punto de que salieron en una revista de negocios muy importante. Los mayores de la familia Martino estaban encantados conmigo, decían que les traía buena suerte. Aunque Wyatt siempre fue indiferente conmigo, al menos el cariño de ellos, me hacía sentir un poco feliz.

Hasta que rompí esa caja. Y, con ella, todo el teatro se vino abajo.

La puerta se abrió, y mi mamá entró para decirme que Joshua regresaría.

Paré lo que estaba haciendo, pero no le contesté. Parecía que quería añadir algo más, pero, al cabo de un momento, solo suspiró y se marchó.

No creo que en la vida pasada mi mamá no supiera lo que pasó. Pero nunca dijo nada.

Los mayores de la familia Martino, por más que me trataran bien, nunca me quisieron de verdad. Si así hubiera sido, no habrían encubierto todo lo que pasó con Wyatt.

Solo Joshua era diferente. Siempre me pareció que no encajaba con los demás Martino.

En mi otra vida, había terminado yéndose a vivir al extranjero y nunca se había casado. No tengo muchos recuerdos de él, pero sí me acuerdo de que siempre fue amable conmigo. Incluso, llegó a enfrentar a Wyatt un par de veces para que me tratara mejor.

Por eso lo elegí a él como mi esposo.

Pensé que, si tenía que casarme con alguien, mejor que fuera alguien que, al menos, me tratara bien. Aunque tampoco tenía muchas ilusiones. Siendo el que manejaba todo desde las sombras en la familia Martino, dudaba que aceptara algo así tan fácilmente.

Pero todo fue más simple de lo que imaginaba.

Según mi mamá, Joshua solo se quedó callado un rato…, antes de decir que sí.

Al día siguiente fui temprano a la oficina a terminar un proyecto. Ese sería mi regalo de bodas para Joshua.

El cliente principal era nada menos que la empresa de tecnología más grande del país: la Corporación Monte Ígneo. Si cerrábamos ese trato, entrar en el Top 3 de Riofuegos era pan comido.

Venía trabajando en ese proyecto desde hacía tiempo. En un principio, era un regalo para Wyatt. Por eso todo estaba diseñado según la situación actual del consorcio Martino.

Pero ahora el prometido era Joshua. Por lo que tuve que adaptarlo a su empresa. Y, después de varias noches sin dormir, por fin lo terminé.

Me froté la cabeza porque me dolía muchísimo, antes de bajar en busca de un café. Sin embargo, cuando regresé para ajustar unos detalles del contrato, me horroricé al notar que el archivo había desaparecido de mi computadora.

Agarré el celular y revisé las cámaras de seguridad. La persona que entró llevaba tapabocas y gorra; no se le veía la cara.

Pero el diamante rosa en su mano la delató.

Estaba furiosa, por lo que, temblando de rabia, me fui directo a la oficina de Callista.

Apenas abrí la puerta, vi a Wyatt abrazándola mientras estaban sentados en el escritorio. Cuando se soltaron, todavía se notaba la baba en sus mejillas.

Ignoré toda formalidad, y, agarrando a Callista por la muñeca, grité:

—Callista, ¿quién te dio permiso para tocar mi computadora?

—¡Elena, ¿te volviste loca o qué?! —gritó Wyatt, empujándome, enloquecido.

—Hermana, perdón, no fue mi intención borrar nada... —lloriqueó Callista, fingiendo una voz de niña asustada, mientras se escondía detrás de Wyatt—. Perdón, perdón… De verdad, fue sin querer… No te enojes…

Aún no terminaba de hablar cuando ya estaba a punto de tirarse al piso.

Wyatt, desesperado, la sostuvo con fuerza y la abrazó, impidiéndoselo.

—¿Qué carajos te pasa, Elena? —inquirió, furioso.

—¡Ese proyecto era un regalo para mi prometido! —grité con toda la rabia del mundo, a punto de perder el control.

—¿Acaso no soy yo tu prometido? —rio Wyatt con amargura—. Me lo quedo con gusto, ¿te parece? No entiendo por qué haces tanto escándalo por una tontería.

Sin responder, miré la computadora de Callista, en donde tenía una hoja de cálculo a medio hacer, y, sin pensarlo dos veces, agarré la taza de agua que había sobre el escritorio y la vacié sobre el portátil.

—¡Wyatt, mi informe! —exclamó Callista, pegando un salto y agitando el brazo de Wyatt.

—Ay, qué pena —reí, burlona—. Solo es un informe. No sé por qué haces tanto drama.

Wyatt me miró raro, como si algo no le cuadrara, y, cuando me di la vuelta para marcharme, intentó detenerme. Sin embargo, Callista tomó la manga de su camisa, antes de que pudiera hacerlo.

—Wyatt, creo que el agua caliente me quemó… Me duele… ¡Oh, Dios…! Lo siento, todo es por mi culpa… Mejor fíjate cómo está mi hermana…

Wyatt dudó un segundo… y bajó la mano que había extendido hacia mí, mientras aseguraba:

—No hiciste nada malo. La que me está buscando problemas es Elena.
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App