Marián rodó la maleta hacia el interior de su nueva habitación prestada. La sentía acogedora, pero el pensamiento en su cabeza impedía que se pusiera cómoda. -Alberto no me ha dirigido ninguna palabra, solo el saludo en el aeropuerto de la otra cuidad. Ni siquiera me quiso decir donde se hospedaría. ¿Me estará evitando? Sacó su celular para ver la respuesta de su mensaje. -‘‘Nos vemos en la oficina de trabajo mañana a las 10 am. Te mando la dirección’’. Movió la cabeza hacia los lados para eliminar esa tonta idea de su comentario anterior. –Ese hombre solo está ocupado. Esperaré a mañana para conversar con él. –Expresó una sonrisa y empezó a desempacar lo que se iba poner después de ducharse. Ya casi caía la noche y el viaje corto, pero agotador le incitaban a su cuerpo a permanecer en reposo hasta el día posterior. **** Contando las horas desde que salió el sol, Marián esperaba con impaciencia el encuentro con su socio.
-No creo que las secretarias estén enamoradas de Alberto –dijo Marián mentalmente mientras lavaba su cabello en la ducha- Solo están envidiosas de que él me tome en cuenta y que me dé un cargo en la empresa… ¿Pero que estoy haciendo? Ayer me encerré en mi habitación toda la tarde porque no me necesitaban en la oficina. Como una niña regañada. ¡Pero soy socia! Es decir, soy como la jefa de la empresa. Y si mi nombre estaba escrito en los documentos principales quiere decir que soy la cabeza del proyecto, y tengo derecho a mandar.Al entrar al cuarto envuelta en una toalla, mirándose al espejo continuaba reflexionando.-Y así jamás recuperaré a mi esposo. Ayer no lo vi en toda la tarde. Quizá quiere invitarme a cenar y yo escondida.El aire caliente del secador se esparcía sobre su cabeza mientras se miraba en el espejo -Tengo que arreglarme y ponerme bella. Debo impresionarlo. Se empezó a vestir y al bajar la cabeza sintió un poco de desánimo cuando vio su barriga. -Se está empezando
Marián acercándose a la puerta se encuentra con Alberto que sale de la oficina. -Buenos días Alberto ¿cómo estás? -Bien Marián ¿y tú? ¿Te has sentido cómoda en la nueva ciudad? -Me ha costado adaptarme, pero el hotel es cómodo. ¿Cómo van con la residencia? -Pronto empezaremos a construirla. En el departamento de arquitectura está un documento que necesito que lo firmes –Alberto dio un paso adelante con la intención de retirarse. Pero Marián volvió a llamar su atención.-Alberto… este… bueno –Marián balbuceaba sin hallar como formular las palabras.-Dime, ando apurado.-Siempre andas apurado, casi no hablamos. -¿Es necesario? –Preguntó Alberto extrañado. -Sí… Si no has escuchado que te diga que te perdonaba, te perdono. -¡¿Que me perdonas que?! Y yo que te hice. -Digo, por todos los inconvenientes que nos hicieron separarnos. -Marián, tú fuiste la que echaste a perder nuestra relación. -No tuve la culpa totalmente… bueno, pero al seguir siendo tu socia, tenemos la oportunid
Marián lo miró analizando la mente del hombre del frente, se preguntaba qué pensaría de ella. Sus facciones parecieron congelarse al ver el eco impreso que mostraba la mano de Marián. -Es varón –dijo ella con una sonrisa, esperando que él expresara su mismo sentimiento de alegría. Pero en vez de eso bajó la vista hacia su celular. -Alberto ¿no te alegras? -Le preguntó rogando al cielo que la respuesta fuese positiva. -No me extraña, no es un secreto que estés embarazada. -Ni yo misma sabía si era niña o niño. El género fue una sorpresa para mí –dijo Marián llenándose de tristeza al ver la conducta de su esposo. -Da igual – Expresó él de manera arrogante- lo que me molesta es hallas venido a mi habitación sin avisar. Marián empezó a visualizar las paredes, eran de un color azul cielo, las cerámicas del suelo eran negras pulidas, poseía una pequeña sala de estar al frente, un área de cocina hacia el lado derecho, y en la pared del lado izquierdo reposaba una puerta que se encont
Un taxi era el medio de transporte que conducía a Alberto hacia un sitio nuevo para él. Lamentablemente tuvo que dejar su camioneta en el garaje de su padre, en el otro país. Si el viaje no hubiese sido por aire probablemente no hubiera tenido que gastar dinero para movilizarse en esa ciudad. -Es aquí- expresó Alberto al encontrarse en la dirección exacta y divisar el edificio marrón. Le canceló en efectivo al chofer antes de bajarse del carro. Subió por el ascensor, caminó por el pasillo hasta el apartamento número 230. -Buenos días Alberto –dijo la rubia preciosa con cabellos sueltos que cubría el escote del vestido. ¿Y eso que llegas a esta hora? Para encontrarme en bata de dormir. Alberto expresó una sonrisa en el rostro, en realidad se veía tan sensual, poseía un vestido de color rojo que apenas le cubría el trasero. -Sé que las copas de vino no son para tomarlas a las siete de la mañana. Discúlpame por no haber venido. -Anoche me quedé esperándote- dijo Yanetzi con una expr
Tenía que desahogarse, sentía una soledad en su interior, gracias a una ciudad poco conocida lleno de conflictos internos afectados por sus acontecimientos imprevistos. No encajaba con sus compañeros de trabajo, percibía una repulsión hacia ella; Sobre todo de parte del que ella pensaba que sería el amor de su vida. -¡Aló Marián! La voz familiar levantó su ánimo del suelo. Suspiró para contestarle. -Aló Cristina ¿cómo estás prima? -Bien, ¿cómo te ha ido por allá? ¿Qué haces? –Le preguntó cristina a través de la línea telefónica. -Lamento el inconveniente que tuve contigo la vez pasada. Sé que me aconsejabas que hiciera crecer el negocio, que me olvidara de mi socio y aquella vez no presté atención a tus palabras. -Lo se Marián, pero no es para tanto. Cuando termines el trabajo allá, regresarás a la pastelería y seguiremos trabajando juntas. ¿Te parece? -Es lo que debí haber hecho en un inicio Cristina, estos inventos de venirme para acá… realmente… no es lo que me imaginaba –e
-Marián, ¿por qué quieres irte? –Le preguntó su amigo Henry luego de acercársele y colocarle la mano en el hombro.-Quería alejarme de todo esto, pero veo que va a ser difícil –dijo Marián con cara melancólica.-Eres una mujer fuerte y guerrera, no tienes por qué tenerle miedo a las dificultades.-¡Yo no le tengo miedo a nada! –Exclamó y luego quedó pensativa. ‘‘En realidad sentía temor’’ o solo no podía aceptar que todos los días fueran frustrantes para ella.-No te preocupes por el movimiento total de la empresa. Tú solo nos ayudas en lo que puedas y deja que Alberto se encargue de todo –Aconsejó Henry.-No puedo, no quiero esconderme aquí sabiendo que hay cosas a mi alrededor que parecen estar mal.-Marián pero tú no eres supervisora. Prácticamente eres asistente del departamento de diseño y arquitectura.-Mi firma está en todos los requerimientos, contratos y planos Henry. Y tengo poca idea de lo que se está trabajando.-Puedes estar tranquila Marián, todo se ha manejado muy bien
Las piernas le temblaban de los nervios que estaba sintiendo, paró el paso y suspiró al escuchar el repique de su celular. Ella misma no podía creer lo que haría. Pero ¿qué es lo peor que podría pasar? Si a su esposo prácticamente lo había perdido y su corazón le hacía caso a los consejos que ella misma le daba para olvidarlo. Salvar a la empresa era lo menos que debía hacer, por su padre, honrando el apellido Bosques de su abuela y todo lo que hizo su padre Leander por ella. Marián jamás había querido trabajar con él, nuca lo ayudó. Y aunque no quería aceptarla en un inicio, era su herencia. -Aló- dijo luego de inclinar su celular y apoyarlo sobre su oreja. Era su momento. Levantar la cara y tomar el cargo de socia como se debía eran sus intenciones, sabiendo que el jefe lo vería como un abrupto atrevimiento.-Estoy en el lugar –Contestó el hombre a través de la llamada telefónica.-Voy para allá, estoy en camino –Habló Marián mientras apuraba el paso.Entró por la puerta del restau