El sol aclareció la habitación anunciando un nuevo día, Marián abrió los ojos encontrándose arropada sobre la cama, pero no había dormido sola... No recordaba la última noche en que la había pasado también con un hombre; los acontecimientos con su antigua pareja ya lo había tirado a la basura. Ahora Alberto formaba parte de su corazón, de su vida y de su cuerpo.
¿Dónde está? -Se preguntó al no notar su presencia en la habitación, en realidad anhelaba seguir abrazándolo.
-No debería verme así -dijo para sí misma encontrándose sin ropa interior y con los cabellos alborotados, se paró rápidamente de la cama y se dispuso a arreglarse.
El espejo capturaba su emoción al maquillarse, al ver su reflejo Marián paró su movimiento, soltó el lápiz labial colocándolo sobre la peinadora.
-¿Qué estoy haciendo? ¿Será lo correcto? -Miles de dudas le entraron a la cabeza cuando parecía una adolescente emocionada por el chico que le gustaba, su corazón y su mente peleab
¿Qué haremos mañana? -Preguntó Marián cuando se acercaba al balcón agarrada de la mano de su esposo. -¿Qué quieres hacer? ¿Ir a la playa? ¿A la isla? ¿A la montaña? ¿Comer afuera, ¿Ir a la piscina?-No lo sé, sorprendeme -dijo Marián entusiasmada. -Bueno, lo pensaré. La mejor pregunta sería ¿qué haremos ahora? -Alberto la agarró por la cintura y se inclinó para besarla debajo de las estrellas, entre besos y caricias caminaron hacia la cama. -¿Qué sucede? -Preguntó Marián al notar qué Alberto frenó su movimiento. -Me preocupan estos documentos… -Él tomó la carpeta roja que tenía debajo de la almohada- Vienen a buscarlo mañana por la mañana, son muchas páginas, sé que te llevará tiempo leerlo así que… -No te preocupes ¿Dónde firmo? -dijo Marián alcanzando el bolígrafo de la mesa de noche. Alberto procedió a pasar las páginas y colocó la mano sobre la hoja señalando solo el cuadro del espacio de la firma. -Firma aquí, aqu
Marián secó sus lágrimas y entró a la posada, Alberto la miró sonriente. Ella poseía un pantalón corto azul, una blusa sin mangas rosada y una sandalias estampadas de flores, cargaba un bolso de mano naranja. -¿Cómo te fue en la playa Marián? -Le dio un beso en la mejilla. -Bien Alberto, fuimos a Ia Isleta, me acordé de ti, ahí fue donde me salvaste -dijo sonriendo. -¿Tuviste cuidado con la profundidad? No estaba allí para salvarte de nuevo. - ¡Jajaja! Ya lo sé. ¿Y qué hiciste hoy? -Estuve revisando los gastos y ganancias con el administrador, el llegó para tomar las actividades de la asistente, Sara tuvo que regresar a la ciudad. -¿Y nosotros cuando regresaríamos?- Preguntó Marián con la imágen de su hogar en la mente. -La semana que viene probablemente, espero que se concrete la venta estos días. -Ya estoy impaciente por ver a mi madre, aunque extrañaré este lugar -dijo Marián. -Podríamos volver y pasar otras
-¿El señor López dónde está? -Preguntó Alberto al llegar a la habitación.-Se encuentra la playa con su esposa.-Deben venir más tarde entonces. -intuyó Alberto-¿Alberto lo buscas para notificarle que ya no le venderás la posada? ¡Es una locura! -Exclamó Marián.-¿¡Marián acaso todavía no lo comprendes!?- Preguntó alterado.-Te entiendo Alberto, pero solo... que realmente no estoy de acuerdo -Negó con la cabeza.Alberto miraba a Marián desde la puerta del cuarto sacar la ropa del clóset e introducirla en la maleta. -¿Qué haces? -le preguntó-. ¿Te vas?-Sí, me voy, no sé cómo ni cuando, solo que tengo urgencias de regresar a la ciudad.-No dejes que cualquier inconveniente nos aleje, ni interfiera con nuestro amor.Alberto
Marían le pidió a Alberto que apagara el aire acondicionado y bajara los vidrios de las ventanas, quería sentir por última vez la brisa cargada con el olor del mar mientras se alejaban de la posada. Habían pasado cinco semanas maravillosas, en un ambiente agradable, le daba nostalgia retirarse, extrañaría esos hermosos acontecimientos que vivieron visitando las playas, los paseos en lancha y sobre todo agradecida de haber encontrado el amor. Pudo darse cuenta de los sentimientos hacia sus socio y que realmente fueron correspondidos ya que él le juraba que la iba a querer para siempre. Pero, estaba impaciente por volver a la casa de su madre, tomar las riendas de su negocio y expandirse para mejorarse económicamente. Contenta de tener a un hombre a su lado que siempre la iría a apoyar. -Alberto, te noto preocupado. ¿Estás bien? -Le preguntó a su esposo al sentirlo serio sin decir una palabra. Él Volteó a mirarla y le mostró una sonrisa -Estoy bien, solo analiz
-¡Marián! ¿Cómo estás? -Bien ¿y usted señora Magalis? -Le dijo al medio voltear-.¨Es la chismosa del barrio, no tengo tiempo de hablar con ella¨ -pensó- dio unos pasos alejándose, pero aquella la siguió. -Marián, espera un momento por favor... Lamento lo de tu madre de verdad, pero me sorprendía que no aún habías llegado de vacaciones. -¿Mi madre? ¿Que tiene mi madre? Ella está mejor -Aseguró. -¿Está mejor? ¡Ay me alegro! Yo iba a ir a visitarla al hospital, pero no me ha dado tiempo -dijo la vecina- ando ocupada en las ventas por catálogos, tu sabes que de eso yo me mantengo, porque no he podido trabajar por el brazo... -¿¡Visitarla al hospital!? ¿Y eso por qué? -Preguntó ella aterrada. -¿Acaso no sabías? A tu madre se la llevaron de emergencias y está hospitalizada. -¿¡Qué mi madre está hospitalizada!? ¿Cuando? ¿Cómo? ¿Y por qué nadie me avisó? Marían empezó a correr
Las lágrimas salían de los ojos y recorrían el rostro hasta mojar su cuello. Se quedó estática al observar a su madre en camilla que la dirigían hasta la sala de operaciones. Unas manos varoniles tocaron su hombro que la hizo voltear repentinamente. -No te preocupes, no es una operación delicada, saldrá bien. -¿El tumor era maligno Doctor? ¿No le sirvieron los tratamientos? -Preguntó Marián mirándole el rostro al hombre de bata blanca, para persivir la certeza de su próxima respuesta. -Al contrario, si le funcionaron y ahora podemos extirparlos, no afectará al resto de su cuerpo. -¿Y será una operación dolorosa? -Seguía Marián interrogando . -La anestesia impedirá que sienta dolor, pero como toda operación persivirá mas adelante la incomodidad. -¿Y después?... ¿Qué sucederá después doctor? ¿Quedará padeciendo? -Le preguntaba impaciente- ¿O se recuperará totalmente? -Esa será la idea, que no sufra por ese problema.
-¿Se refiere a Leander Jesús Ramos, mi papá o habla de otra persona? -Preguntó Marián al señor que acababa de conocer. -Hablo de mi amigo a quién le compré Empresas Bosques para Alberto, su nombre es Leonardo Manuel Ramos. -¿¿¿Leonardo??? ¡Él no es mi padre! Marián se dio la vuelta y salió apresuradamente de la casa. -¿Cómo? -Preguntó Alberto extrañado después de seguirla hasta donde estaba estacionado su auto-. ¿Tu padre no es el mismo que me vendió la empresa? ¿Quién es entonces Marián? -¡Vamonos! Alberto miró a Marián seria, parada al lado de la puerta sin contestarle la pregunta. -desbloqueó las cerraduras y la vió subirse al auto al mismo tiempo que él. -¿Sabes quién es Marián?... Igual tiene tu apellido, debe ser pariente tuyo -dijo Alberto luego de arrancar. -Claro, tengo pocos recuerdos de él. Pero sé que es mi tío -respondió ella con cara de preocupación. -¿Era hermano de tu papá y tenía poder so
-Buenos días Marián. ¿Cuándo vas a abrir la pastelería? extraño tus galletas con chispas de chocolate. -Hola vecina, en estos días, estoy esperando que me traigan materiales -No le mintió, en realidad no tenía ingredientes, pero no le estaba diciendo la verdad. Debía resolver los conflictos con su socio antes de dedicarse a su negocio. El mensaje de Alberto en la noche anterior llegó a su recuerdo. ¨Te voy a pasar buscando mañana temprano, vamos a concretar la venta de la posada con el señor López¨. -¡Por fin se va a cerrar ese trato! Y yo y pronto tendré mi dinero y podré dedicarme a mi negocio. Marián vestida elegante para la reunión miraba la hora en su reloj analógico de pulsera; estaba parada en una esquina y empezó a dar pasos de un lugar a otro de la impaciencia. Mientras continuaba analizando. Al parecer pospondrán el divorcio, Alberto seguía muy enamorado de ella, pero Marián aun tenía dudas en la cabeza sobre esa relaci