La primera semana en Ontario pasó y las reuniones con el equipo ya no fueron necesarias, incluso alguien sugirió que podían continuar a futuro contactándose por video llamada; algo que todos aprobaron por consideración al CEO Tayler.
Sin embargo, el único que tenía que volver era Denzel y dicha consideración no la encontró nada amable; pero aun así, tuvo que sonreír y agradecer, repitiéndoles que no era necesario llegar a eso, porque indistintamente, no regresaría todavía a su país.
Al final de la última reunión —la siguiente fue pautada para dos semanas en el futuro— Estella no se levantó de su asiento para seguir al grupo, Denzel lo notó y esperó también; cuando la última persona en salir cerró la puerta, ambos se miraron a los ojos.
—¿Estás quedándote aquí
El beso en el elevador dejó a ambos sintiéndose como dos adolescentes, Denzel estaba ligeramente eufórico, mientras Estella estaba llena de vergüenza por no haber podido resistirse. El viaje en auto fue silencioso, algo incómodo, y cuando ella se bajó del auto, solo musitó un ‘gracias’ en voz baja que él dudó de haberla escuchado. Sin embargo, sus ojos evasivos y la rojez en sus mejillas hicieron que soltara una carcajada de emoción una vez Estella cerró la puerta.Inclinado sobre el volante, sus ojos no dejaron de mirarla hasta que se perdió puertas adentro en su hotel, incluso así, le tomó casi quince minutos encender el auto y marcharse, porque estaba tan emocionado que temía estar soñando.—Lo siento, Estella —musitó en la oscuridad, sus ojos vibrantes de expectativa—, pero no puedo darme por vencido.Durante los
La aventura bajo la lluvia le pasó factura a Denzel, dos días después terminó resfriado y con una alta fiebre.Estella se enteró de su estado el sábado en la mañana, cuando del hospital la llamaron para avisarle de la situación. La enfermera le explicó que el viernes en la noche el hotel tuvo que llamar a una ambulancia porque la fiebre había alcanzado los cuarenta grados y los antipiréticos no hicieron efecto.En la camilla de emergencia, Denzel estaba dormitando, pálido y sudoroso. De su brazo colgaba la vía con el medicamento que iba, gota a gota, entrando en su sistema.—Ya está más estable, logramos controlar la fiebre. Con que siga el tratamiento al pie de la letra estará mejor —le habló la enfermera, una mujer mayor de aspecto maternal—. Puede recuperarse en casa, muchos líquidos y reposo, ya para el lunes debe es
El desayuno llegó en menos de veinte minutos, Estella recuperó la calma al estar a solas en la sala de la suite, y mientras esperaba a que el mesero acomodase todo en la mesa del comedor, se reprendió a sí misma por su reacción.«No es la primera vez que lo ves desnudo, ¿qué hay de especial? ¡Además! Ya sabes lo que tiene, conoces bien su herramienta, no es como que seas una chiquilla virginal y hormonal… aunque… mmm… supongo que tras casi seis meses de nada de nada, es normal sentirse un poco urgida, ¿no?»En la intimidad de su mente, donde no tenía restricciones, comenzó a dispersarse con sus pensamientos, sin notar que el mesero le hizo señas en un par de ocasiones para indicarle que había terminado.—Mmmm, ¿señorita? —llamó el joven, se aclaró la garganta con más fuerza y volvió a llamar— ¡Señorita!Estella dio un pequeño brinco en su sitio, miró al chico y asintió tras ver la mesa. Él le tendió la Tablet que tenía en su mano, ella escaneó el contenido y confirmó que todo lo orden
El lunes en la mañana los encontró en brazos del otro, sus piernas entrelazadas, sus cuerpos desnudos con marcas evidentes de la pasión acumulada y con sonrisas cómplices en los labios.Denzel besó su frente, apretándola más contra su cuerpo, perdió la cuenta de las veces que lo hicieron, el día y la noche se conectaron en un ciclo sin fin del que lamentó escapar cuando ambos se quedaron dormidos debido al cansancio.Estella le sonrió con algo de vergüenza, el sonrojo en sus mejillas encendió de nuevo su deseo, haciendo que Denzel se lanzara de nuevo a una nueva comunión de sus carnes, ella lo detuvo, dándole un golpe en el pecho, que no tuvo fuerza porque estaba exhausta.—¡No! Debo trabajar… —le recordó ella, tratando de alejarlo.—No, quédate conmigo… —pidió él, ahogando sus palabras con besos.—Denzel, tengo una responsabilidad…—¡No me importa! —la interrumpió, forzándola un poco más hasta que su cuerpo respondió a sus caricias y él se introdujo dentro de su apretada cavidad—. Qu
Aurora tomó su tercera taza de café y miró por la ventana del local esperando ver el momento en que Denzel llegara.Aunque pautaron de verse a las cinco de la tarde, ella llegó una hora y media antes, entre otras cosas, porque la ansiedad la estaba carcomiendo desde la noche anterior y no pudo esperar tranquila en su casa ni en su trabajo.Por más que lo intentó, no logró deshacerse de esa sensación de inminente desastre, pensó en todos sus esfuerzos desde que llegó y no pudo evitar analizar al detalle, en busca del momento en que todo salió mal.Al principio pensó que su plan saldría perfecto, incluso con la doctora Cass en el medio, solo le pareció daño colateral al que solo tendría que compensar para no acumular mal karma. No lo haría de forma directa, simplemente haría que le llegaran mejores prospectos de trabajo y pavimentarí
Los fuegos artificiales explotaban en la noche dibujando hermosas siluetas de luces, el espectáculo arrancaba ‘oh’ y ‘ah’ de los espectadores que, tomados por sorpresa, muchos ni siquiera tuvieron oportunidad de sacar sus móviles para grabar.El Paseo del Río era uno de los lugares más románticos de la ciudad, una zona especial de más de dos kilómetros en el que el río se abría en un ancho canal, permitiendo que los barcos navegaran plácidamente, dándole a los pasajeros la oportunidad de disfrutar de las vistas de los rascacielos a lo lejos, mientras la orilla estaba rodeada de frondosos árboles que flanqueaban los caminos empedrados.Restaurantes para parejas, parques con espacios para picnics, caminos adornados con flores, los árboles frondosos y verdes llenos de vitalidad, los muelles ubicados estratégicamente a lo largo de la orilla, todo era perfecto en ese lugar, el mejor sitio para tener una cita, proponer matrimonio, dar una sorpresa, o… encontrarse con un viejo amor.Estella
Denzel Taylor era un prometedor emprendedor en el mundo de los video juegos e innovaciones de hardware y software. Lejos de ser un magnate, tenía una decente cuenta bancaria y cierta fama en el círculo tecnológico.Proveniente de una familia acomodada, Denzel no tenía un pasado lacrimoso que explotar para hacerse popular, tampoco era como que importase, en realidad, lo único que siempre quiso hacer fue diseñar videojuegos y venderlos, una aventura que comenzó desde la preparatoria y con la cual llevaba quince años trabajando.Sin embargo, a pesar de no ser el gigante del mercado, era una presencia conocida, pues no solo se dedicaba a los videojuegos, una vez finalizó la universidad y durante los últimos años de estudio, ya se había aventurado al diseño de tarjetas de video, memorias, discos y demás, incluidos algunos programas ―la mayoría de ellos relacionados a los
…No sabía que podías sonreír de esa manera…Denzel miró anonadado la foto en su mano, en contraste con el resto esta era como un trozo de hierro al rojo vivo que se estaba fundiendo con su piel y no podía soltar.Se vio a sí mismo sonriendo de una forma tan excepcional que era imposible negarlo, tampoco era tan cara dura como para hacerlo.Poseído por una necesidad enloquecedora de contradecir esas palabras nefastas, con su mano libre removió frenético las cientos de fotos sobre la mesa; le llevó varios minutos examinarlas, sin embargo, en ninguna, ni una sola, encontró una donde él sonriera de esa manera.Incluso la forma en que sus ojos se iluminaron al ver a Aurora, esa luz estaba ausente en todas las imágenes. Era como si todos esos años atestiguados en las fotos le dijeran al mundo que no era feliz, que solo estaba pasando la vida