CAPÍTULO 24: Para curar un corazón herido se necesitan desnudistas y margaritas (2)

Las cuatro amigas miraron a la adolecente con sorpresa. Sin embargo, en el fondo, era de esperarse que Jessy tuviese una reacción de ese tipo, de todas las hermanas, era la que poseía un carácter más explosivo y siempre estaba dispuesta a cobrar venganza casi de inmediato.

Estella suspiró, pero antes de poder decir algo, Alice habló.

―¡Demonios, niña! Apruebo lo que hiciste ―exclamó con una nota de orgullo. Jessy asintió, dividida entre la alegría del elogio y la tristeza de la ruptura.

―Su madre me adora, al igual que sus dos hermanitos ―explicó―. Su mamá es viuda, y yo siempre voy después de la escuela a saludarla y a hacerle compañía. La ayudo con los dos niños mientras ella hace la cena. Veamos si ese infeliz no va a recibir una buena revolcada de su mamá y hermanos… ―expresó con los puños apretados.

―Bueno,

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