Encerrada. Sin el apoyo o favor del Rey. Sin importar a quien buscara utilizar siempre estarĂa en desventaja por ser una extranjera. Un Reino entero que la degrada y la odia. Virginia Wiztan se habĂa quedado el dĂa entero en su habitaciĂłn, ella no quiso salir, recibir sus lecciones con el profesor de clases Maitanas y tampoco comiĂł. Para los sirvientes era evidente que era una protesta por parte de la Reina. Para los nobles solo era una dramática que hacĂa un berrinche. Pero solo para un hombre… Ella fue injustamente sancionada. …..11: 00 pm. En la habitaciĂłn de la Reina, Virginia intentaba dormir en su cama, su estĂłmago hacia sonidos pidiendo que alimente su cuerpo, mismo el cual estaba dĂ©bil al pasar el dĂa en ayunas. Sin embargo, la joven Gorianita no pensaba tomar nada de la cena que fue entregada y dejada en el
11: 30 pm. — ¡Su majestad! Espere por favor, ÂżSabe que hora es? ÂżHacia dĂłnde se dirige? — Preguntaba alterado el mayordomo de turno nocturno del Rey. Lance Lamparth caminaba hacia la salida de su castillo usando su pijama y bata roja de noche con una glamurosa decoraciĂłn en dorado. — IrĂ© a ver a la Reina, prepara el carruaje. — ExigiĂł el imponente Rey. — ÂżLa Reina? Pero su majestad, ella está castigada. — ÂżCrees que me importa eso? Haz como te estoy ordenando de inmediato. Al ver el aura frĂa del Rey, el mayordomo nervioso acatĂł la ordenes. ••••••••••Mientras eso sucedĂa, en la habitaciĂłn de la Reina en su propio castillo. — AsĂ que… ÂżEstás diciendo que yo… tengo que enamorar a ese hombre? — PreguntĂł Virginia sorprendida al BarĂłn Jones. Allen asintiĂł lentamente. — No es algo que me gustarĂa que hicieras, pero, es
"¡¿Lance aquĂ?!"PensĂł sorprendido el BarĂłn Jones. — Virginia… La bella Gorianita volviĂł a ver al hombre rubio que llamĂł su nombre. — Que el Márquez te haya dado ese polvo, quiere decir que caĂste en desesperaciĂłn por el hecho de tenerle hijos a Lance, ÂżNo es asĂ? Ella asintiĂł rápidamente, solo segundos despuĂ©s ambos volvieron a escuchar a la asistente y las doncellas tocar nuevamente a la puerta. — ÂżSu majestad, se encuentra despierta? Si no tenemos su aprobaciĂłn, nos veremos obligadas a irrumpir en su habitaciĂłn a la fuerza. — Dijo una de las doncellas. Allen en el interior hizo una expresiĂłn de molestĂa. — ÂżQuĂ© les pasa a esas mujeres? — SusurrĂł para si mismo. Seguidamente, Ă©l se enfoco nuevamente en la hermosa extranjera. — SĂ© que te preocupa quedarte embarazada de Lance. Pero no es necesario que atentes con tu vida ingiriendo
— Todos creen que he venido aquĂ para dormir contigo. Pero no te preocupes, no estoy interesado en eso. — InformĂł el Rey Lance. Virginia, quien lo veĂa fijamente, no dejĂł de sentirse incĂłmoda aĂşn con lo que le dijo ese hombre. — ÂżPor quĂ© me explicas algo asĂ? TĂş no eres alguien que se preocupa por mĂ. — Ja, eres mi pequeña ave~ — Se burlĂł el Rey, para despuĂ©s ponerse de pie y acostarse debidamente en la cama. — ÂżNo vienes? No voy a tocarte. — ÂżCĂłmo confiarĂa en ti? Eres un mujeriego… Todos saben que— — Virginia, es una Ăłrden, solo muĂ©vete y ven. — ExigiĂł Lance. El cuerpo de la hermosa Gorianita temblaba y ella se sentĂa muy nerviosa, no confiaba en Ă©l para nada, pero aĂşn asĂ se levantĂł y se dirigiĂł al costado derecho de la cama acostándose ahĂ. Virginia estaba rĂgida y tan nerviosa que sudaba frĂo. El silencio reinĂł en la habitaciĂłn y la incomodidad seguĂa lat
4: 00 pm. — Ha sido todo por hoy, su majestad. — SonriĂł Tiana, despuĂ©s de pasar dos horas ayudando a la Reina con sus prácticas. La bella extranjera que se encontraba sentada en el piso totalmente agotada, veĂa hacia arriba a esa guardiana. — ¡Esto es una locura, Tiana! — ExclamĂł Virginia encontrándose en ese salĂłn amplio y ancho totalmente vacĂo, el cual tenĂa las paredes rodeadas de cristales que permitĂan una excelente claridad. AhĂ, bajo una larga alfombra alcolchada para entrenamiento, la mujer pelirroja enseñaba a la Reina un poco de tĂ©cnicas de defensa personal por Ăłrdenes del Rey Maitano. — Preparar su cuerpo fĂsicamente por una mejor resistencia, que aprenda movimientos básicos de defensa personal, que use la espada de madera comenzando a acostumbrarse a sostener una en sus manos y las poses adecuadas para no lesionarse indebidamente… — La soldado Tiana se acercĂł a Virginia, para despuĂ©s inclinarse hacia ella.En ese momento, la mujer pelirroja extendiĂł su brazo y Virgini
Chantelle, estando a solas con el Márquez, comenzĂł a hablar: — No puedo quedarme mucho tiempo, podrĂan haber rumores que es mejor evitar, aĂşn asĂ querĂa verte, Sebastián. — SonriĂł la mujer de cabello corto oscuro, posando sus hermosos ojos celestes en ese hombre.Él se acercĂł hasta Lady Chantelle Lorens y la abrazĂł. — Te extrañé. — SonriĂł Ă©l Márquez mintiendo sin titubeo alguno. — Yo tambiĂ©n lo hice… — SusurrĂł ella acercando sus labios hasta ese hombre besándole con ternura.Una vez Chantelle se distanciĂł un poco de Ă©l, le veĂa fijamente. — Mi amiga está muy molesta con el castigo del Rey. — Ella se lo ha ganado, más bien, obtuvo menos de lo que realmente merecĂa; ella hiriĂł el brazo de la Reina. — SĂ, pero esa Reina es una indigna y extranjera inĂştil que desconoce Maita, ÂżVale la pena ser tan buenos con alguien asĂ? — ÂżAsĂ, cĂłmo? — Ya sabes, destinada a morir pronto… — Ten cuidado con tus palabras. — La regañó Ă©l Márquez. — Si alguien cercano al Rey o la Reina te escuchan h
Un dĂa despuĂ©s, en horas de la noche. La Reina Virginia, reciĂ©n terminaba de completar sus tareas de clases Maitanas con ayuda como era de costumbre, de Tiana. — ÂżTomará la cena ya, su majestad? — PreguntĂł la mujer pelirroja recogiendo los libros. — SĂ, ya que espero dormir temprano, me siento exhausta con tantas prácticas fĂsicas y clases. — SonriĂł Virginia. — IrĂ© a avisarle al mayordomo, vuelvo enseguida. — DecĂa Tiana yĂ©ndose. Virginia terminĂł de guardar y saliĂł de su salĂłn de estudios. Justo en ese momento escuchĂł varios toques a la puerta y la Reina posĂł su mirada azul en esa direcciĂłn. Nuevamente bajo la puerta, habĂa un sobre. Virginia lo tomĂł y abriĂł de inmediato, ella leyĂł lo que decĂa en la carta. No habĂan muchas palabras en ella, una pequeña oraciĂłn en la hoja era todo lo que estaba escrito. >> vendrĂ© esta noche. Esp
"El señor Jones… Está celoso" "Él no deja de decirme que me ama, que le importo, que le preocupo…""ÂżPor quĂ© dudo tanto?""Solo deberĂa confiar en este hombre que quiere ayudarme" Pensaba Virginia finalmente bajando su guardia por completo. Él, quien seguĂa con su cabeza apoyada en el hombro de esa hermosa y joven Gorianita, sintiĂł los brazos de ella rodeando por su espalda, dándole un abrazo. Allen apartĂł su rostro del hombro de ella, viĂ©ndola fijamente a esos hermosos ojos azules como joyas de zafiros. La distancia que separaba sus labios de los de esa Reina, era mĂnima. Allen Jones, volviĂł esa distancia nada, besándola con ternura. Virginia abriĂł sus ojos de par en par sorprendida, ella no esperaba que Ă©l cruzara la lĂnea. ÂżPor quĂ© ahora lo hacĂa? Esa era la pregunta fugaz que se cruzĂł por la mente de la Gorianita. Allen Jones rodeĂł a Virginia con sus brazos aferrándose a esa mujer aĂşn más. El miedo de aventurarse en lo prohibido invadiĂł a esa joven de diecinueve años, s