— ¡No me importa si estamos en Maita! — Exclamó Virginia estando aún sobre Abril. — Si tienes a muchos que te respalden, si solo soy una extranjera a la que todos menosprecian… ¡No hables de mi Reino, mi gente, ni familia creyendo que saldrías ilesa! — Gritaba molesta Virginia a Abril. — ¡Quítate! ¡Déjame en paz! — Gritaba Abril. Chantelle quien había estado riéndose, dejó de hacerlo y corrió en ayuda de Abril, en ese instante, Abigail Haltón quien ya se había puesto de pie, la detuvo. — ¡No te metas! — Pidió la hija del archiduque Haltón. Chantelle frunció el ceño y ante la familia que respaldaba a esa mujer rubia, la amiga de la concubina decidió no hacer nada. — Suficiente las dos. — Pidió autoritaria una voz masculina, que ambas mujeres reconocieron de inmediato. Las dos se habían quedado inmóviles y nerviosas. Sabían perfectamente como era ese hombre y no tenían idea de
El carruaje avanzaba y ya había salido del territorio de la familia Real en la capital. Lady Abigail Haltón veía por la ventanilla del mismo. "¿Por qué la Reina me eligió a mí para ser testigo de tan escandalosa escena?"Se preguntó la mujer de cabello corto rizado y rubio exhalando. "Pensé que la Reina podría morir en cualquier momento, esa Gorianita se ve débil, frágil, como alguien que necesita de mucha protección" "Pero la manera en la que atacó a la concubina Abril, no parecía ser de alguien débil" "Escuché que mi prometido la cuidó y protegió cuando ella estuvo cautiva anteriormente en Maita" "He querido ser cercana a la Reina, saber más de mi amado Allen Jones" Sonrió soñadora la hija del archiduque. ••••••••••Mientras eso sucedía, en el castillo de la concubina Maitana, ella platicaba con su mejor amiga y confidente, Lady Lorens. — ¿Cuál es el plan? — Preguntó Abril quien sostenía en su mano una copa de vino intentando dejar de lado el enojo que la invadía. — Sabes
Al día siguiente. — ¡Propongo que se le lleve al castillo del castigo, fuera de la capital! — Decía uno de los hombres en el consejo del Rey, esa mañana. — ¡Estoy de acuerdo! — Exclamó otro. — Es vergonzoso lo sucedido en el harem, su majestad; que una simple extranjera enemiga tratara así a la primera concubina. Lady Abigail Haltón es la hija del duque Brown. — Propongo que se le obligue a disculparse públicamente frente a la concubina Abril Brown y que después se le dé una sanción a la Reina, un mes completo en su castillo sin poder salir de ahí. — Decía más indulgente uno de los ancianos del Reino. El Rey Lance Lamparth, quien escuchaba con aburrimiento las quejas y absurdas proposiciones de su gente, se levantó de su trono, en ese instante todos guardaron silencio en el gran salón del consejo Real Maitano. — ¿Qué piensas tú qué debería hacer? — Preguntó el Rey a su consejero principal.— Lo que sea que su majestad haga, me parece que será lo más justo. — Respondió, el Barón
Encerrada. Sin el apoyo o favor del Rey. Sin importar a quien buscara utilizar siempre estaría en desventaja por ser una extranjera. Un Reino entero que la degrada y la odia. Virginia Wiztan se había quedado el día entero en su habitación, ella no quiso salir, recibir sus lecciones con el profesor de clases Maitanas y tampoco comió. Para los sirvientes era evidente que era una protesta por parte de la Reina. Para los nobles solo era una dramática que hacía un berrinche. Pero solo para un hombre… Ella fue injustamente sancionada. …..11: 00 pm. En la habitación de la Reina, Virginia intentaba dormir en su cama, su estómago hacia sonidos pidiendo que alimente su cuerpo, mismo el cual estaba débil al pasar el día en ayunas. Sin embargo, la joven Gorianita no pensaba tomar nada de la cena que fue entregada y dejada en el
11: 30 pm. — ¡Su majestad! Espere por favor, ¿Sabe que hora es? ¿Hacia dónde se dirige? — Preguntaba alterado el mayordomo de turno nocturno del Rey. Lance Lamparth caminaba hacia la salida de su castillo usando su pijama y bata roja de noche con una glamurosa decoración en dorado. — Iré a ver a la Reina, prepara el carruaje. — Exigió el imponente Rey. — ¿La Reina? Pero su majestad, ella está castigada. — ¿Crees que me importa eso? Haz como te estoy ordenando de inmediato. Al ver el aura fría del Rey, el mayordomo nervioso acató la ordenes. ••••••••••Mientras eso sucedía, en la habitación de la Reina en su propio castillo. — Así que… ¿Estás diciendo que yo… tengo que enamorar a ese hombre? — Preguntó Virginia sorprendida al Barón Jones. Allen asintió lentamente. — No es algo que me gustaría que hicieras, pero, es
"¡¿Lance aquí?!"Pensó sorprendido el Barón Jones. — Virginia… La bella Gorianita volvió a ver al hombre rubio que llamó su nombre. — Que el Márquez te haya dado ese polvo, quiere decir que caíste en desesperación por el hecho de tenerle hijos a Lance, ¿No es así? Ella asintió rápidamente, solo segundos después ambos volvieron a escuchar a la asistente y las doncellas tocar nuevamente a la puerta. — ¿Su majestad, se encuentra despierta? Si no tenemos su aprobación, nos veremos obligadas a irrumpir en su habitación a la fuerza. — Dijo una de las doncellas. Allen en el interior hizo una expresión de molestía. — ¿Qué les pasa a esas mujeres? — Susurró para si mismo. Seguidamente, él se enfoco nuevamente en la hermosa extranjera. — Sé que te preocupa quedarte embarazada de Lance. Pero no es necesario que atentes con tu vida ingiriendo
— Todos creen que he venido aquí para dormir contigo. Pero no te preocupes, no estoy interesado en eso. — Informó el Rey Lance. Virginia, quien lo veía fijamente, no dejó de sentirse incómoda aún con lo que le dijo ese hombre. — ¿Por qué me explicas algo así? Tú no eres alguien que se preocupa por mí. — Ja, eres mi pequeña ave~ — Se burló el Rey, para después ponerse de pie y acostarse debidamente en la cama. — ¿No vienes? No voy a tocarte. — ¿Cómo confiaría en ti? Eres un mujeriego… Todos saben que— — Virginia, es una órden, solo muévete y ven. — Exigió Lance. El cuerpo de la hermosa Gorianita temblaba y ella se sentía muy nerviosa, no confiaba en él para nada, pero aún así se levantó y se dirigió al costado derecho de la cama acostándose ahí. Virginia estaba rígida y tan nerviosa que sudaba frío. El silencio reinó en la habitación y la incomodidad seguía lat
4: 00 pm. — Ha sido todo por hoy, su majestad. — Sonrió Tiana, después de pasar dos horas ayudando a la Reina con sus prácticas. La bella extranjera que se encontraba sentada en el piso totalmente agotada, veía hacia arriba a esa guardiana. — ¡Esto es una locura, Tiana! — Exclamó Virginia encontrándose en ese salón amplio y ancho totalmente vacío, el cual tenía las paredes rodeadas de cristales que permitían una excelente claridad. Ahí, bajo una larga alfombra alcolchada para entrenamiento, la mujer pelirroja enseñaba a la Reina un poco de técnicas de defensa personal por órdenes del Rey Maitano. — Preparar su cuerpo físicamente por una mejor resistencia, que aprenda movimientos básicos de defensa personal, que use la espada de madera comenzando a acostumbrarse a sostener una en sus manos y las poses adecuadas para no lesionarse indebidamente… — La soldado Tiana se acercó a Virginia, para después inclinarse hacia ella.En ese momento, la mujer pelirroja extendió su brazo y Virgini