Capítulo 1

"Seis años antes"

Llevaba más de tres horas oyendo hablar a mis compañeros de trabajo sobre la fabulosa fiesta de la empresa y sobre el atuendo que se iban a poner cada uno. Ya estaba harta de su parloteo y para colmo me había dado un terrible dolor de cabeza.

—¿Y tú, Jenna? ¿Que atuendo vas a usar para la fiesta? —me preguntó Dina, una de las secretarias de la compañía.

—No tengo ganas de ir. No me gustan ese tipo de eventos —le respondí dejando escapar un largo suspiro.

Para ser honesta, jamás me agradaron ese tipo de fiestas debido a que siempre están llenas de personas hipócritas y falsas que aparentan ser amigables cuando es realidad es todo lo contrario.

—Tu tienes que asistir, Jenna. ¿O ya te olvidaste que eres la asistente del presidente? –dijo Dina, y aunque no quiera admitirlo, ella tiene razón. Si no voy a la fiesta, de seguro mí jefe se va a enfadar conmigo.

—Supongo que tendré que ir —respondi a regañadientes.

—Asi se habla, linda. Ya verás que nos vamos a divertir muchísimo —se acercó a mí para que los demás no escucharan —. Oí que el hijo del jefe regreso de España y estará presente en la fiesta. ¿No tienes curiosidad por conocerlo? —me susurró.

Al oír las palabras de Dina me quedé sorprendida porque desde que comencé a trabajar aquí nunca he visto al hijo del jefe en persona. Solo sé de él por lo que mí jefe me cuenta.

Después de dejar la oficina me dirigí hacia mí casa dispuesta a alistarme para la ir a la fiesta. Luego de un largo baño, me dirigí a mi armario en busca de algo acorde a la ocasión, ya que necesitaba verme lo más presentable posible para no dejar mal a mí jefe.

Estaba distraída revolviendo la ropa cuando de pronto escuché un grito detrás de mí que me hizo asustar. Me dí la vuelta rápidamente, y entonces me encontré a la loca de mi mejor amiga sonriendome ampliamente.

– ¿Que haces aquí? ¡Casi me matas del susto! —exclamé tomándome el pecho.

–Lo siento, no quería asustarte; pero cuando me dijiste que tenías que ir a una fiesta de la empresa y que no sabías que ponerte, decidí venir a ayudarte. Ahora sal de tu armario porque todo lo que necesitas está justo aquí – me dice enseñándome unas bolsas en sus manos.

– ¿Que traes ahí? ¿No me digas que eso es un vestido? – pregunte curiosa y mi mejor amiga asintió entusiasmada.

– Así es, lo compré hace tiempo; pero después no me gustó como me quedaba ya que tengo el pecho plano, pero estoy segura que a ti te lucirá espectacular. Si te gusta puedes quedártelo. También traje mi maquillaje para arreglarte —comenzó a sacar una gran cantidad de productos de belleza que jamás había visto antes —. Ya verás que esta noche serás la más bella de esa fiesta. Tu solo confía en mí –rodé los ojos ante tal ocurrencia ya que tratar de arreglar este rostro, no le será tarea fácil.

– La verdad no sé si deba confiar en ti, pero creo que un pequeño cambio no me vendrá mal.

– Así se habla, cariño. Ahora siéntate frente al tocador porque voy a empezar con tu transformación –exclamo entusiasmada mí mejor amiga.

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(Casi media hora después...)

Me miré al espejo una y otra vez sin poder creer lo que estaban viendo mis ojos. Realmente estaba alucinada por el maravilloso trabajo que había hecho mí amiga, y es que para sincera, parecía otra persona completamente distinta. Después de que ella terminó el maquillaje, me puse el vestido que me trajo, el cuál era bastante ajustado al cuerpo, lo que resaltaba perfectamente mis curvas. Tambien me ayudó a peinar mí cabello dejándolo suelto y por último me puse unos tacones que me hacían ver mucho más esbelta.

—¡Wow, te ves increíble! —Kira gritó de la emoción.

–Gracias. La verdad, no sé que haría sin ti –le dije feliz al observarme en el espejo.

–Creo que serías una persona extremadamente aburrida y sin amigos – soltó una carcajada.

—Esta vez te la dejaré pasar por haberme ayudado —le dije con una ceja levantada y ella inmediatamente me rodeó con sus brazos.

En medio del gran abrazo que nos estábamos dando, sentimos que sonó la bocina de un automóvil y cuando me asomé por la ventana me di cuenta que se trataba de mí padre. Salí de la casa apresurada y luego de darle un beso en la mejilla le pregunté que hacía aquí; ya que por la hora, él debería estar trabajando. Papá me respondió que salió un momento de la clínica para llevarme a la fiesta debido a que no quería que me fuera en taxi. También me dijo que me veía hermosa y que estaba muy orgulloso de la mujer en la que me había convertido.

Mientras íbamos de camino a la fiesta, papá me fue contando que había tenido un día complicado en la clínica. Él y mí madre son dos médicos cirujanos muy reconocidos en la ciudad; sin embargo, yo no heredé el gusto por la medicina; y su lugar, opté por estudiar la carrera de administración de empresas, lo que me llevó a convertirme en la asistente del presidente de una reconocida compañía minera.

Luego de que llegamos al hotel donde se llevaba a cabo la fiesta, me despedí de él y le dije que no viniera a recogerme porque iba a regresar en taxi.

Una vez que entré al salón comencé a mirar a todos a mi alrededor, ví muchos rostros conocidos y otros no tanto como ya me temía, pero lamentablemente ya estaba aquí y no podía irme.

Noté que muchos de los invitados se me quedaron viendo fijamente y debido a eso comencé a cuestionarme si había algo mal conmigo. Aunque a decir verdad, nunca he sido mujer de complejos; pero que todos se queden mirándome de esa manera, me hizo poner sumamente nerviosa.

Detuve a un mesero que iba pasando, al cuál le pedí una copa de vino para tratar de tranquilizarme. Luego de dar un sorbo a mí bebida, sentí como una mano se posó en mi hombro desnudo, haciéndome dar un pequeño salto del susto. Al voltear rápidamente para ver quién era, me encontré con la amistosa sonrisa de Dina.

—¡Al final si viniste! ¡Déjame decirte que te ves espectacular! —exclamo entusiasmada.

—Gracias, tu también estás muy linda.

Mientras hablaba con Dina, noté que mí jefe venía en dirección a nosotras con los brazos abiertos y una gran sonrisa dibujada en su rostro.