Cuando al fin logran separarse, se miran intensamente y ambos saben lo que pasará luego de eso. Rob es el primero en acercarse para felicitarlos.
—Chicos, me alegra muchísimo que al fin solucionaran su situación.
—Siempre te creí un imbécil, pero veo que me equivoqué —le dice Max, dándole la mano—. Gracias por ayudar a mi mujer en todo esto.
—Fue un placer, en verdad que sí… esta canción fue con mucho cariño —mira a Giselle y le advierte—. No vuelvas a meter la pata, porque me iré de gira fuera del país por seis meses y no podré cancelar.
Los tres se ríen, Giselle mira a Max y este solo la puede mirar con ese amor que siempre le dedicó con aquellos ojos grises que la hechizan.
—Vamos, que Rob aprovechará de tocar un poco para un video —le dice Giselle y Max la atrae a su cuerpo,
Los días pasaron tranquilos, al menos para Max y Giselle, porque el resto estaba sumido en sus asuntos.Lilly y Kevin estaban afanados preparando la boda, tenían poco más de un mes para organizarlo todo, porque luego de retrasarla, decidieron adelantarla. Lilly cada vez estaba más ilusionada con los preparativos, ya tenía el modelo del vestido de novia y había ayudado a Giselle a elegir el vestido de dama de honor.Pero para Lucy y Evan las cosas eran muy diferentes. Aunque la ceremonia sería mucho más discreta, seguían parados con el asunto de la madre de Evan.Max y Giselle llegan a la mansión Hunter, para un almuerzo familiar, pero se encuentran con la escena de la pareja discutiendo.—¡Entonces no sé para qué me pediste matrimonio, si te ibas a avergonzar de mí!—¡Amor, entiende que no es vergüenza, es miedo a mi madre!
Evan sabe que ha desatado un monstruo difícil de manejar, pero de todas maneras mantiene su postura, hasta que llega alguien más a escena.—¿Qué está pasando aquí? —se oye la voz de un hombre que es igual a Evan, solo que con el cabello gris—. Hay reunión familiar y no me invitaron.—Padre, te presento a mi prometida, Lucy Hunter. Nos casaremos en una semana.—Vaya, vaya… ustedes solo digan el lugar, que yo estaré allí —dice el hombre y le da un abrazo a su hijo—. Me alegra que encontraras la mujer para tu vida, hijo.—¡Esteban! —dice Angelique horrorizada.—Ay mujer, deja de controlar la vida del niño y permite que sea feliz. Le has espantado novias, amigos, oportunidades… lo llevaste a que se metiera en la política, solo para mantenerlo apartado del mundo.El hombre se voltea para ver
Tras una larga discusión acerca del doctor que llevaría el control del embarazo de Giselle, al fin están esperando para que puedan evaluarla.—No puedo creer que me trajeras con una mujer —lo regaña Giselle.—Y yo no puedo creer que no quieras que una lo haga, los hombres no deberían estudiar eso…—Mira Patán, no sigas, que esto es lo más vergonzoso que me ha tocado pasar, recorrer toda la ciudad en busca de una ginecóloga. Por poco y nos toca contratar a una partera para que traiga al bebé.—Tú dices bebé, ¿pero qué pasa si en esa bienvenida te hice los trillizos que te dije te haría? —esa voz sensual y baja hace que Giselle apriete las piernas instintivamente.Una de las recomendaciones es no tener sexo desde algunos días antes, lo que se ha convertido en una tortura para los dos, porque tan solo una
Cuando los dos se miran a los ojos, aquellos ojos grises se pierden en la oscuridad de ese azul lleno de deseo, mientras Giselle mete sus manos entre la piel y la tela de la ropa que cubre a Max.Lo baja hasta donde puede, mira aquel pene que se irgue orgulloso y se pasa la lengua por los labios en un acto reflejo producto de lo que puede hacer con él. Max se baja de la cama para quitarse el resto de la ropa, mientras ella se deshace de la blusa rasgada y el brasier.Max se lanza sobre ella, la besa y se introduce en su interior sin ninguna ceremonia, haciéndola gritar por la sorpresa y la sensación de ser invadida por aquella bestia entre sus piernas.—Eres un bruto —lo regaña gimiendo—. Pero extrañaba a tu Maxiconda.—Prepárate, porque luego de hoy no creo que la extrañes más.Se pierden en los movimientos llenos de pasión, jadeando, bebiéndose los grito
Había sido una tarea titánica, pero nada que Lucy Hunter no pudiera conseguir. Ella, Giselle y Lilly estaban sentadas en el despacho de la casa, dejando que las peinaran y maquillaran para el día más importante de la familia Hunter en mucho tiempo. Lo mejor de todo era que aquella mujer había terminado de dejar en su lugar a su suegra y ahora la mujer hasta estaba acompañando a su único hijo para entregarlo en el altar. Las chicas no podían sentir más admiración por quien sería su suegra y que hasta ahora las aconsejaba como una madre. —¿Y los muchachos consiguieron ponerse de acuerdo? —le pregunta Lilly acerca de quién la entregará, porque hasta el día antes aún no lo conseguían. —No, así que me tocó poner orden —las mira a través del espejo instalado para la ocasión y pone esa expresión que tanto les gusta a las chicas—. Luego de una palmada en la nuca a cada uno, les dije que los dos lo harían. —Era tan sencillo, pero ellos prefieren pelear —se ríe
Afortunadamente, Evan es casi tan alto como ellos, así por tamaño no se intimida. El primero en hablar es Max.—Senador Idiota… —murmullos se oyen entre los presentes, por el tono de voz desafiante y el insulto, pero Evan solo sonríe—, te entrego un brazo de mi madre, con la clara advertencia que debes hacerla feliz, porque esta mujer no merece menos que eso.«Cada lágrima que le provoques, que no sea de felicidad, será un puñetazo en tu linda cara de niño pende…—Max… —le dice Lucy en tono de advertencia y Max se aclara la garganta.—Bueno, ya sabes, esa es la advertencia. Pero en verdad me hace feliz que seas tú quien llegara a alegrarle los días, ¡si hasta dejó de regañarme desde que apareciste!Max le da un abrazo, de un amigo a un amigo y luego toma la mano de su madre para dársela a Evan. Lue
Hacía cuatro días que Evan y Lucy se habían ido a su luna de miel a Hawái, con el encargo de que siguieran buscando al hijo de Megan.Max y Giselle estaban sentados en la hierba de su jardín, ella afinando algunos detalles de su boda y él acariciando su vientre, deseando que los gemelos se movieran ya.—Tengo ganas de helado de fresa con chispas de chocolate y galleta oblea… —le suelta ella sin levantar la mirada.—¿Segura que quieres eso? —le pregunta Max, mientras saca su teléfono.—Mmm… ya no sé, puede que sea de naranja mejor —Max la mira con el ceño fruncido y ella se ríe—. ¡Es una broma! Sí quiero de fresa con chispas de chocolate y las galletas.—Bien, lo pediré entonces —teclea rápido en su teléfono y luego lo deja a un lado—. ¿Puedo hacerte el amor mi
El hombre se acerca totalmente afectado, el niño se lo queda viendo unos segundos y abre la boca, pero sin decir nada. Es como si fueran la versión pequeña y la más adulta de una persona, como una línea de tiempo que se enfrenta.—Hola, soy Elijah —dice al fin el niño y el hombre se acerca para estrecharle la mano.—Hola, Elijah, yo soy Esteban.—Buenas tardes —dice una enfermera, interrumpiendo el momento, quien viene con una cajita para transportar muestras—. Vengo para sacar unas muestras de sangre, te haremos unos exámenes para saber cómo estás.—¿Me dolerá? No me gustan las agujas —dice el niño y Giselle le toma una mano.—Yo estaré contigo, no te dejaré solo.Mientras la enfermera le toma las muestras, Giselle le cuenta acerca de un lugar muy bello que hay en la ciudad y que podrí