Capítulo 58: Un hombre sin palabras

Los días fueron intensos, pero ya todo estaba listo para aquella gala que prometía ser fantástica, llena de glamur, pero con la clara intención de impresionar a todos, porque una gala de beneficencia como aquella no se había visto jamás.

Durante dos semanas Max había sufrido, porque en las tardes Giselle se reunía con Rob para lo que se supone sería la mayor sorpresa de la velada. Pero se aseguró de ir por ella al lugar en donde ellos se reunían, a la hora que se suponía debían terminar, para luego llegar al departamento y pegarla contra la pared en un beso urgente, posesivo y que no dejaba dudas de lo celoso que se sentía.

En este preciso instante, Max está apoyado en el respaldo del sofá, con las manos en los bolsillos, enfundado en un traje negro de tres piezas que define cada músculo de su cuerpo, con una pajarita negra y el cabello desordenado.

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