Capítulo 29: Una mujer muy molesta

Para cuando Max consigue abrir los ojos, se siente algo mareado, siente que la cabeza le fue aplastada y no es para menos. El rohypnol no es algo para jugar y precisamente eso es lo que la mujer le metió a Max a través de un beso.

Aunque la luz natural le daña los ojos, se obliga a despertar, aunque no reconoce muy bien el lugar, puede imaginarse dónde está. Gira la vista para terminar de reconocer el lugar, pero, para su sorpresa, se encuentra con aquella silueta que conocer a la perfección.

Trata de incorporarse, porque la cabeza de Giselle reposa en una manera poco natural. Pero el mareo le impide moverse, acentuándose más y decide recostarse otra vez, solo para no darle más problemas a la chica.

—Gi-giselle… — le dice con la voz rasposa, por su garganta reseca, ella levanta la cabeza como aturdida y se pone de pie para acercarse a Max—. ¿Qué pasó?

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