Capítulo 101: Una amenaza

Aquella semana para Max había sido un tormento, el no poder hacerle el amor a su mujer era como si le hubiesen cortado los brazos. Peor que eso, Giselle seguí sin hablarle mucho, nada más que lo justo y no la culpaba, él solo había empeorado su estado de estrés con un enojo estúpido por algo que él mismo provocó.

Giselle estaba sentada en un sofá cómodo que compró para ella, para que pueda relajarse en el jardín. Ella acaricia su vientre, con los ojos cerrados y una sonrisa de satisfacción, esa panza de diecisiete semanas se veía hermosa, porque parecía de mucho más.

Los gemelos seguro se estaban peleando sus caricias en el vientre o eso es lo que ella cree, porque no dejan de dar pataditas.

Max se la encuentra así, se acerca poco a poco y se sienta a su lado, ella lo mira unos segundos y luego baja la mirada.

—Hola…

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