Capítulo 106: Un teléfono sin contestar

Giselle desayuna su chocolate caliente, unos huevos revueltos y fruta picada, tan tranquila que no pareciera cierto lo que ese día les espera. Max, a su lado, solo puede estar sorprendido por la actitud relajada de su mujer.

Los gemelos recibían aquel desayuno con bastante algarabía, por lo que ella acaricia su vientre para calmarlos un poco, Max se acerca un poco y coloca una mano también allí.

—Están muy inquietos, ¿te sientes bien?

—Perfectamente, pero el desayuno siempre los pone así.

—Eso o el hecho de que su madre les cantara para despertarlos.

—Bueno, por la noche les cantaré para que se duerman.

Max le da un beso en la frente y ambos se ponen de pie para ir a prepararse, un pequeño grupo de vigilancia aún los sigue a todos lados, hoy más que nunca, porque no saben en dónde Megan decidirá parar todo eso.

Sal

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