Estamos a pasitos del final de la historia...
DANISHKA.— Tu herida, Roman… Oh… sí — jadeé mientras él me acariciaba aquella zona sensible, al que solo él tuvo acceso.— ¿Quieres que entierre mi verga en tu pequeño y apretado coño, pajarita? — preguntó en un susurró en oído.— Hmm — es lo único que pudo salir de mi boca.Levantó solo un poco la cabeza para mirarme a los ojos.— Mi pajarita, has estado increíble. Todos hablaban de lo imponente y peligrosa que eres — Besó mis labios —. Me siento orgulloso, aunque tu creas que no puedas soportarlo.Levantó mi falda y eliminó de la batalla mi ropa interior. Me dio la vuelta, de modo a que mi pecho esté boca abajo, entonces sentí la punta acariciar mi entrada, remojándola con mi excitación, volviéndome loca de que entre.— Roman — gemí, a sabiendas que adoraba torturarme de esta forma.— Ansiosa — susurró.— Sí…Entonces, tomó un puñado de mi cabello, y arqueó mi espalda mientras se introducía en mí, llenándome por completo. Me pegó a su pecho y me obligó a besarlo, aunque más que una
ROMAN.Mis hombres estaban buscando a esa m*****a hija de puta, y mientras lo hacían, yo estaba aquí, esperando a uno de esos políticos de m****a que se atrevió a robarme en mis propias narices.Esos dos hijos de puta, ingresaron en mi oficina con el porte de dueños del mundo. Sus ojos viajaron a la bandeja que tenía sobre la mesa, tres copas con una botella de champagne.— ¿Brindamos por algo? — preguntó uno de ellos.Sonreí de lado mientras los observaba.— Oh, claro — susurré, mientras mi asistente servía el líquido ámbar en la copa —. Estos días he descubierto algo que me ha dejado impresionado, y quería agradecerlo.El cuerpo de ambos se tensó. A este punto de seguro ya dedujeron de que se trataba, pero preferían seguir fingiendo que no. Eran las dos de la madrugada y lo único que deseaba era llegar a mi casa junto a mi mujer. nada más.— No hemos hecho nada — dijo el más joven.— ¿Estás seguro? — preguntó, y entonces éste frunció el ceño mirando a su padre.Entonces destapé la ca
DANISHKA.— Quiero que me cuentes todo lo que te hicieron aquella noche, Dani — exigió Roman, ingresando a la habitación.Lo miré completamente confundida, buscando en sus ojos algún rastro de que todo es un juego, o alguna broma de este hombre.— No entiendo. ¿Qué noche? — pregunté.— De esa noche. Quiero sus nombres porque voy a matarlos a cada uno de ellos de la peor manera que pueda existir.La piel de mi cuerpo se erizó completamente al comprender a donde quería llegar, mis ojos picaban por querer derramar lágrimas, mi mente viajo a esa noche. A esa trágica noche.— No recuerdo ni a la mitad de esos hombres, Roman — dije con sinceridad —. Pasé la mayor parte de mi calvario con los ojos cerrados.Roman se acercó a mí y me rodeó con sus brazos.— Perdón. Yo… yo — Ni siquiera le salía las palabras.— No… no arruines nuestro momento. No he recordado nada cuando estuvimos juntos — Lo detuve —. El que mi mente bloqueara ese recuerdo y el convento me han ayudado bastante.— Yo creí que
Me encontraba en el segundo piso, mi corazón palpitando a un ritmo frenético, como si cada latido estuviera anunciando la llegada de un acontecimiento extraordinario. Mis manos sudaban y, por más que intentara calmarme, no podía evitar que mis pensamientos se dispersaran en mil direcciones. Roman me había pedido que bajara al vestíbulo para una sorpresa, pero no tenía idea de qué se trataba. Nunca me había sentido tan emocionada, ni siquiera cuando recuperé la memoria, después de tantos años sumida en la oscuridad del olvido.Llegué a las escaleras y allí estaba él, mi Roman, con una sonrisa que irradiaba calidez y seguridad. A su lado, una pareja de mediana edad, elegantemente vestidos, esperaban pacientemente. Al verlos, un presentimiento comenzó a formarse en mi mente, pero aún no podía ponerle nombre.— Pajarita, quiero presentarte a Claudia y Roberto — dijo Roman, su voz vibrando con entusiasmo —. Ellos son los organizadores de nuestra boda.— ¿Nuestra boda? — repetí, sin poder c
ROMAN.El vestíbulo estaba tranquilo, iluminado suavemente por la luz dorada de las lámparas de pared. Me encontraba sentado en uno de los sillones, esperando la llegada de mí pajarilla. Había una expectativa palpable en el aire, un nerviosismo que no podía ocultar. La puerta de la entrada se abrió y, al verla aparecer, mi corazón dio un vuelco.Dani entró al vestíbulo con una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. Sus ojos brillaban con esa chispa especial que siempre me había atraído, y su mera presencia me llenaba de una calidez indescriptible. Me puse de pie, incapaz de contener mi felicidad al verla.— Pajarita — dije mientras me acercaba a ella —, me alegra que hayas vuelto. ¿Nos acompañas a cenar?Dani asintió con esa gracia natural que tanto admiraba.— Claro, Roman, me encantaría — respondió, bajando la caja en sillón, e incitando a su amiga a seguirnos.Le ofrecí mi brazo, y juntos nos dirigimos al comedor donde el resto se encontraban, incluido mí tío. La cena transcurr
La semana pasó rápidamente, llena de preparativos y emociones a flor de piel. Cada día que pasaba, la emoción por nuestro matrimonio crecía. Sabía que el día de la boda sería uno de los más importantes de nuestras vidas, un momento que atesoraríamos para siempre.Finalmente, llegó el gran día. Me encontraba en la iglesia, esperando con una mezcla de nervios y emoción. Los invitados comenzaban a llegar, llenando el lugar con murmullos y risas. Miré hacia el altar, imaginando cómo sería ver a Dani caminar hacia mí.El día había llegado, y mi corazón latía con una mezcla de ansiedad, emoción y felicidad pura. No podía dejar de pensar en Danishka, en cómo se vería con el vestido de novia que había elegido. Aunque había intentado sacarle detalles, ella había sido firme en mantener el secreto hasta el último momento.» Lo verás ese día en el altar «me había dicho, con una sonrisa que prometía más de lo que las palabras podían expresar.Me encontraba en una sala adyacente a la iglesia, ajusta
Al entrar en la habitación, cerré la puerta detrás de nosotros y, en ese momento, toda la formalidad del día se desvaneció. Estábamos solos, dos almas unidas por el destino. Nos miramos, y en sus ojos vi el reflejo de mi propio deseo y amor. Nos acercamos, y nuestras caricias fueron el preludio de una noche de pasión y conexión profunda.Hicimos el amor con una intensidad que solo podía venir de un amor verdadero y eterno. Cada toque, cada beso, era una reafirmación de nuestro compromiso y de la vida que estábamos construyendo juntos. El mundo exterior dejó de existir para nosotros; solo importaban nuestros cuerpos y almas entrelazadas en un baile de placer y amor.Algo lo bastante peculiar y nuevo, viniendo de un hombre que creció y se educó en un mundo de muerte. En la mafia esto no existe, pero yo me aferré a ella y lo conseguí.Soy un demente enamorado. Un carnicero capaz de todo por su reina. Un asesino loco, buscándola. Un mafioso enamorado de su mujer.¿Quién diría que una monj
DANISHKA.El camino hacia el refugio era siempre un recordatorio del mundo al que había pertenecido antes de encontrar la estabilidad con Roman. Aunque ahora contaba con escoltas que me protegían, sabía que la verdadera seguridad nunca era garantizada. Los edificios deteriorados y las calles descuidadas hablaban de una vida de lucha y supervivencia. No podía evitar sentir una mezcla de nostalgia y tristeza al recorrer esas calles.Al llegar al refugio, me sentí envuelta en una oleada de recuerdos. Este lugar, que una vez había sido un bastión de esperanza para muchos, ahora estaba bajo mi control. Las hermanas que solían encargarse de él habían desaparecido, dejándome a mí con la responsabilidad de mantenerlo en pie y no me importaba, me gustaba hacerlo, y lo hacía mejor que ellas.— Doña, es un honor tenerla aquí — dijo uno de los guardias al abrir la puerta.Porque claro, desde que se supo de mi matrimonio, me dicen doña, más por respeto, aunque yo creo que me hace ver vieja.— Grac