DANISHKA.El camino hacia el refugio era siempre un recordatorio del mundo al que había pertenecido antes de encontrar la estabilidad con Roman. Aunque ahora contaba con escoltas que me protegían, sabía que la verdadera seguridad nunca era garantizada. Los edificios deteriorados y las calles descuidadas hablaban de una vida de lucha y supervivencia. No podía evitar sentir una mezcla de nostalgia y tristeza al recorrer esas calles.Al llegar al refugio, me sentí envuelta en una oleada de recuerdos. Este lugar, que una vez había sido un bastión de esperanza para muchos, ahora estaba bajo mi control. Las hermanas que solían encargarse de él habían desaparecido, dejándome a mí con la responsabilidad de mantenerlo en pie y no me importaba, me gustaba hacerlo, y lo hacía mejor que ellas.— Doña, es un honor tenerla aquí — dijo uno de los guardias al abrir la puerta.Porque claro, desde que se supo de mi matrimonio, me dicen doña, más por respeto, aunque yo creo que me hace ver vieja.— Grac
Saúl, que había estado observando en silencio, se acercó.— ¿Qué haremos ahora, Dani? Es casi imposible encontrarlo con vida, y menos con esa mujer del demonio escabulléndose — murmuró.Miré a la mujer atada y luego a Saúl.— Lleva a esta mujer y asegúrate de que esté segura. Necesitamos planear una estrategia para rescatar a su hijo y detener a Marta de una vez por todas — susurré.Asintió y comenzó a coordinar a los hombres para llevar a cabo las instrucciones. Mientras tanto, me quedé allí, reflexionando sobre los pasos a seguir. Sabía que Roman me apoyaría en esta decisión.¡Ba! Jamás apoyaría una decisión que implique un peligro para mí. Nuestra misión siempre había sido proteger a los nuestros, y eso incluía a cualquier inocente atrapado en las redes de nuestros enemigos.El refugio se había convertido en un símbolo de esperanza y resistencia, y no permitiría que Marta lo destruyera. Con determinación, me dirigí hacia el centro del refugio, donde las operaciones diarias continua
El comedor estaba lleno de murmullos y el suave tintineo de cubiertos contra platos. Sentada en la mesa principal, observaba a todos los presentes. Había un aire de tensión en el ambiente, una sensación de que algo se avecinaba. Sabía que mis sospechas sobre un traidor dentro de nuestra organización no eran infundadas. Y, aunque odiaba pensarlo, Lucía era una de mis principales sospechosas.Lucía se acercó con un par de platos en las manos. Dejó uno frente a mí y otro frente a ella misma.— Pedí tu comida favorita — dijo con una sonrisa —, espero que la disfrutes.Así era ella siempre. Podría demostrarte su afecto con detalles, pero no estaba allí de quisquillosa sobre ti.La observé con una mezcla de sospecha y tristeza. Lucía había sido una amiga leal durante estos últimos días, pero las circunstancias actuales habían nublado nuestra relación. Sonreí débilmente y asentí, tratando de no mostrar mis verdaderos sentimientos.— Gracias, Luci — dije en voz baja.Ella, ajena a mis pensami
Salí temprano esa mañana, sabiendo que el día sería largo y lleno de desafíos. Pese a que Roman no estaba de acuerdo a que salga fuera de la fortaleza, yo estaba decidida a hacerlo, y no porque no estuviera consciente del peligro, al contrario, lo estaba, pero no era una cobarde que se escondería. Vivo es este mundo y hay que afrontarla sea cual sea el resultado.Me esperaba un viaje al orfanato que ahora estaba bajo mi cuidado, y Lucía se había ofrecido a acompañarme. Nuestros hombres ya estaban posicionados para cuidar nuestras espaldas, como siempre hacían en cada uno de nuestros meticulosos movimientos.Mientras éramos conducidas, noté que Lucía tenía el ceño fruncido.— ¿Qué sucede? — le pregunté, preocupada —. Pareces extraña.— Siento una vibra algo rara — respondió ella, observando atentamente el entorno —. Algunos rostros nuevos.— Seguridad contratada por mi esposo. Después de la última vez ha contratado más, ya hasta parecen una muralla — intentando aligerar el ambiente, pe
La habitación estaba oscura y el aire era espeso, cargado de un olor metálico que no podía identificar del todo. Podía sentir el miedo recorriendo mi piel como una corriente eléctrica, pero sabía que tenía que mantenerme fuerte, por mi hijo, por Lucía. Ella estaba desfalleciendo, su respiración era cada vez más superficial y podía ver cómo sus párpados se cerraban lentamente.— ¡Lucía! — grité, sacudiéndome, como si con eso pudiera alcanzarla —. ¡No te duermas, por favor! Necesito que te mantengas despierta.Pero mis palabras parecían no llegarle. Estaba tan débil, su cuerpo apenas respondía. De repente, la puerta se abrió de golpe y tres hombres entraron, sus pasos resonando en el suelo de cemento. Antes de que pudiera reaccionar, dos de ellos la tomaron por los brazos y la arrastraron a otra silla frente a mí.— ¡Suéltenla! — grité desesperada, luchando contra mis propias ataduras —. ¡No le hagan más daño!Mis palabras cayeron en oídos sordos. La colgaron delante de mí, sus muñecas
ROMANLa casa estaba en silencio cuando escuché la puerta principal abrirse de golpe. Me levanté del sofá rápidamente, dejando caer el libro que estaba leyendo. El corazón me latía con fuerza, una sensación de inquietud se apoderaba de mí. Me dirigí hacia la entrada, esperando ver a mi esposa, pero en su lugar, apareció Saúl, completamente golpeado.— ¡Dios mío, Saúl! — exclamé, corriendo hacia él —. ¿Qué demonios te ha pasado?Saúl apenas podía mantenerse en pie. Su rostro estaba cubierto de moretones, un corte profundo cruzaba su ceja izquierda, y su ropa estaba rasgada y ensangrentada. Lo ayudé a sentarse en una silla del comedor, tratando de mantener la calma a pesar del pánico que se apoderaba de mí.— ¿Dónde está ella? ¿Dónde está Dani? — pregunté, la desesperación evidente en mi voz.Saúl levantó la cabeza con dificultad, sus ojos llenos de dolor y culpa.— Nos tendieron una trampa, Román — dijo con voz entrecortada —. Íbamos camino al orfanato cuando nos atacaron. Lucía... Lucí
Mientras yo me comunicaba con Vladimir, escuchaba que mi tío le hacía preguntas a Saúl, y este simplemente mantenía un rostro sereno. No entendía exactamente por qué de repente mi tío comenzó a dudar de él.— Primero, necesitamos averiguar más sobre lo que realmente pasó — dijo mi tío —. Saúl, ¿recuerdas algo más? ¿Algo que pudiera darnos una pista sobre dónde están ahora?Saúl se frotó la cabeza, como si tratara de recordar detalles.— Nada. Solo recuerdo eso — Saúl me miró —. Lo siento Roman… yo debí ser más atento.— Sí, debiste serlo — respondí molesto, en el momento en que me contestaba la m*****a llamada el ruso —. Al fin contestas.— Parece que estamos de mal humor por ahí — respondió irónico.Miré a Saúl y a mi tío y me alejé.— La zorra de tu mujer secuestró a la mía — solté y un silencio se formó al otro lado de la línea.— Dime que necesitas y allí estaré — sonreí.— Hombres — mascullé.— ¿Por qué m****a necesitas hombres? ¿Acaso los tuyos renunciaron? — cuestionó burlesco.
— ¿Qué se siente ver morir a tu mujer frente a tus ojos? — cuestionó con altanería Marta.Vladimir no paraba de mirarla. Estudiar sus movimientos. Sus nudillos se volvían blancos por la presión que ejercía en su arma. Él, más que nadie, quería matarla.— Yo conseguiste el suero. ¿Qué más quieres? — pregunté —. ¿Él es otra de tus marionetas?Aquella pregunta molestó al hombre al que ninguno de los dos conocía.— Soy su esposo — Se auto presentó el imbécil.— Así que por esta deformidad me has cambiado — murmuró Vladimir —. ¿Qué se siente caer tan bajo?El sujeto levantó su arma y apuntó a Vlad, yo seguía apuntando a Marta, y ella, por ende, apuntaba a mi mujer, junto con otros sujetos más.— Admito, que esperaba que nuestros hombres sean más letales, pero al parecer, nadie puedo con el carnicero. Con el Don de la Mafia. Ridículos — masculló la mujer —. Sé perfectamente que no saldremos vivos de aquí, pero…— Ustedes no saldrán vivos de aquí — interrumpí.El hombre soltó una carcajada y