Mía no sabía si habían pasado horas o días desde aquella noche que trató de escapar. Al final los lobos la habían acorralado, y el Alfa Roran le dio una bofetada que la arrojó con violencia contra el piso. Su cuerpo debilitado por el acónito le impidió defenderse. Acabó arrojada en el suelo con la dignidad pisoteada y puesta una vez más en ese cuarto sin ningún tipo de ventana o rendija que le diera la ubicación de dónde se encontraba.El frío y el dolor que la invadían no se comparaba con la angustia dentro de su pecho. A pesar de lo que estaba sufriendo su única preocupación eran Dereck y Damien. Sabía que era solo cuestión de tiempo para que la encontraran y entonces se desataría una pelea salvaje donde alguien tenía que salir perdiendo; el único problema era quién.Allí en la oscuridad de ese lugar claustrofóbico, se encogió sobre sí misma y lloró, dejó que toda la pena saliera de su cuerpo, porque sabía que la próxima vez que viera a Roran o a Pablo, no les demostraría que estaba
La nueva y extraña amalgama de fusión entre Damien y Dereck era algo que jamás se había visto en toda la historia de los lobos. La sensación era indescriptible, como si sus mentes se hubieran convertido en un intrincado tejido de pensamientos y emociones, entrelazándose en una danza cósmica. Por supuesto, compartían un mismo cuerpo, pero más allá de la piel y los huesos, existía una conexión profunda que trascendía cualquier comprensión.En medio de ese espacio oscuro y vacío, fuera del tiempo y de toda lógica, Dereck se encontró inicialmente desorientado. No sabía distinguir dónde terminaba él y comenzaba Damien. Se observó las manos, ahora equipadas con garras afiladas, y su pelaje, una mezcla de tonos marrones y blancos platinados que nunca había tenido. La realidad parecía doblegarse a su voluntad recién descubierta.«¿Qué es esto?», se preguntó Dereck, su voz resonó en la vastedad del espacio sin límites.En respuesta, Damien habló dentro de su mente, una voz que no provenía de n
Mía estaba segura de que había visto la luz cuando el estudiante la ayudó a salir del agujero donde estaba metida. El chico ahogó un jadeo, impactado por el estado en el que se encontraba. Como pudo la arrastró por el suelo y la recostó con cuidado.—¡Por Dios! ¿Estás bien? ¿Qué te sucedió? —preguntó sin poder dar crédito a lo que veía. Mía lo vio a los ojos y pensó que seguramente el chico creería que todo eso se trataba de una alucinación.Pronto se dio cuenta de que en ese lugar no había nadie más que él, y que era de noche. ¿Cuánto tiempo se había demorado en cavar el agujero que le dio la libertad? No tenía idea de eso, solo sabía que al fin la pesadilla había terminado.Mía trató de ponerse de pie, pero todavía seguía muy débil por el acónito en su cuerpo. Su loba interior jadeaba por cazar, se relamía con la sola idea de hincar los dientes en el cuello de ese chico y dejar que la sangre le chorreara por los colmillos. Un poco de caza y la adrenalina haría salir de su sistema el
—Pues no me importa, no voy a permitir que me sometas más, no te voy a dar el gusto —siseo conteniendo las lágrimas.Pablo se echó a reír, como si aquella amenaza fuese las que te hace un pequeño niño acorralado y asustado.—No me digas, está bien, si ese es el juego que quieres jugar… ¿qué te parece si llamamos a Cassandra? ¡Oh no! ¡Ya sé! Al maric4 de Ambrose. Realmente me encantaría verle las entrañas, quiero saber si también son de arcoíris.—¡No te atrevas a hacerle daño a mis amigos! —gritó Mía intentando abalanzársele encima, pero en ese mismo momento, el lobo moreno que había estado callado corrió detrás de ella y la tomó de los brazos.—Déjala Sean, deja que se acerque a mí, realmente me estoy conteniendo para no matarla de una vez —dijo con sorna.—Te juro que si los lastimas te voy a…—¿Qué harás? ¿Me matarás? No me hagas reír Mía. Mírate. Eres tú la que está atrapada.—Los papeles pueden invertirse, Pablo, no lo olvides —murmuró.—Si bueno, yo tengo que irme, tengo una cit
Damien y Dereck sintieron que el regreso a la universidad se les había hecho eterno, cuando por fin lograron aterrizar, se lanzaron en una carrera hacia el campus, donde, de alguna forma esperaban encontrar a Mía allí. La decepción fue grande al darse cuenta de que no sería así de fácil.Habían perdido a dos de los lobos de su manada, en ese momento solo contaban con Ewan y ni siquiera sabían dónde empezar.—Yo tengo que regresar a las clases, se preguntarán dónde he estado —comentó Ewan cabizbajo, pues tenía miedo de la reacción de cualquier de los dos.Damien gruñó por lo bajo, pero Dereck lo detuvo.—Él tiene razón, no podemos olvidarnos del resto del mundo. La gente va a empezar a preguntarse dónde está Mía, y dónde están los demás.—¿Y a mí que mierd4 me importa lo que piensen los humanos? Lo único que me interesa es hallar a Mía —retó Damien furioso.—¿Es que no lo entiendes? Debemos hacer que esto pase desapercibido, si alguien se da cuenta de que ella ha desaparecido, ¿qué cre
Siguieron el camino hacia la cafetería, dejando al hombre con las palabras atoradas en la boca. Dentro del recinto lo primero que percibieron fue el aroma de la comida. Ni siquiera recordaban cuándo había sido la última vez que probaron un bocado decente. El estómago les rugió con la urgencia de que lo llenasen, sin embargo, en seguida divisaron a Cassandra y Ambrose, así que decidieron ignorarlo y correr a la mesa. Los dos lobos se sentaron en las sillas vacías sin pedir permiso. Su presencia hizo que la mesa entera quedase en silencio. Los otros amigos que se encontraban ahí quedaron estupefactos. Dereck les hizo una seña con la cabeza y de inmediato se levantaron dejando solos a los dos más cercanos a Mía. —¿Qué es esto? ¿Qué hacen aquí? —preguntó Cassandra frunciendo el ceño. —Queríamos saber si… —¿Saben algo de Mía? —interrogó Damien sin rodeos. Dereck le dio una mala cara, quería tener más cuidado al preguntar. —¿Nosotros? ¿No deberían saberlo ustedes? ¿Acaso no tienen una r
El tiempo había perdido sentido para Mía, quien se mantenía atada a los grilletes que la retenían contra su voluntad en ese horrible lugar. Su cuerpo apenas y se sostenía; para evitar que muriese el Alfa Roran les había ordenado a sus lobos que le dieran un poco de agua de vez en cuando y algo de comer.Sin embargo, Mía escupía cualquier cosa que intentasen meterle a la boca, así que estaba demasiado débil.Dentro de ese lugar no sabía si era de día o de noche, pero empezó a deducirlo por la actividad de los lobos de Roran. Muchos de ellos, por no decir todos, no estaban acostumbrados a estar encerrados bajo tierra todo el tiempo, rodeados de concreto y el perturbador sonido de las tuberías. Mía se dio cuenta de que salían varios de ellos en un horario específico, y como era imperativo que nadie los descubriese, asumió que se iban de noche.Por esa razón pensó que en ese momento debía ser de día, pues el lugar estaba lleno de ellos, reunidos en una habitación más delante de donde se e
Cuando Mía recuperó la conciencia lo primero que escuchó fue el bajo de la música proveniente de enormes parlantes. Su cabeza daba vueltas, todavía mareada por el efecto del acónito en su cuerpo. Lentamente abrió los ojos y entonces se dio cuenta de que estaba en un lugar oscuro, con luces de colores que iluminaban a su espalda.Un lobo la ataba con fuerza a una silla, todavía conservaba el vestido azul que Roran le había puesto, pero no entendía nada de lo que pasaba.—¡¿Qué es esto?! ¡Suéltame!—Yo que tú no haría tanto ruido, los humanos del otro lado de ese telón podrían oírte.—¿Qué? ¿De qué estás…?El lobo hizo girar la silla donde se encontraba y entonces comprendió dónde se hallaba. Estaba en el escenario detrás del telón en el salón de fiestas de la universidad. Las luces provenían de los faroles de arriba, bañando el lugar de tonos azules, rosas, púrpuras, verdes y rojos. El bajo de los parlantes venía de la música estruendosa, y el bullicio, de sus amigos y demás estudiante