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CAPÍTULO 37: OBSTINADA

Una visita inesperada había causado la interrupción entre Mía y Damien. El lobo gruñó por lo bajo, pues habían interrumpido un momento íntimo entre los dos, ella estuvo a punto de dejar que la besase y una interrupción así no era algo que pudiese perdonar tan fácil.

Miró a la mujer que ingresó a la habitación con los ojos entrecerrados y una expresión de molestia.

Mía en cambio se sorprendió, aunque no sabía si para bien o para mal.

—Mamá… ¿qué haces aquí?

—¿En serio me lo preguntas?

La señora se acercó al lateral de la cama y le tocó la frente y las manos a su hija con el rostro lleno de preocupación.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

—La universidad me avisó, los doctores me dejaron pasar, ¿estás bien? ¿Te duele algo? —indagó revisando el cuerpo de su hija.

—Sí, ya estoy bien —dijo con voz pausada.

Su madre suspiró, cerró los ojos y al volver a abrirlos, era como si hubiese cambiado por completo.

—Dime cómo pasó, ¿cómo es que estabas tan tarde fuera de la universidad? ¿ah? —exigió sab
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