Escuchar las palabras de Mía detrás de él fue como si le hubiesen arrancado el corazón de un solo tajo. Sus ojos denotaban una decepción tan profunda y un dolor tan intenso que incluso pudo sentir parte de lo que ella estaba experimentando en ese momento. La chica dio un paso hacia atrás, su labio temblaba y deseaba echarse a llorar ahí mismo, pero se contuvo. Dereck se dio cuenta de que no iba a ser sencillo explicarle el por qué le había dicho a Ginger que no podía continuar con el embarazo. —Mía… yo… —balbuceó sin poder decir nada en realidad. —No. No quiero escuchar nada de lo que tengas que decir. Mía tomó el impulso necesario para salir corriendo a toda prisa de allí. Dereck quiso ir tras ella en ese preciso segundo, pero Ginger le tomó la muñeca evitando que se alejara. —Déjala ir, ¿qué importa? Dereck respiró profundamente para evitar hacer algo de lo que luego podía arrepentirse. Aun así, se giró y enfrentó a la pelirroja con una mirada tan gélida como la tundra misma. L
Damien había estado recorriendo los alrededores de la zona, amparado bajo la oscuridad de la noche y guiándose por el instinto animal que la luna llena le otorgaba. Se desplazó con agilidad por los árboles, como si conociese el terreno a la perfección. Estaba en su forma de bestia, su mera presencia ahuyentaba incluso al depredador más grande que estuviese por la zona. El lobo de cabello blanco corría sintiendo el viento rozar su piel, y saboreando la libertad que eso le producía. Llevaba ya casi un mes recorriendo las tierras de Oakwood Lane con la esperanza de encontrar al Alfa supremo del que no parecía quedar nada más que un recuerdo, un remanente de que alguna vez existió. Temía que no pudiese encontrarlo de verdad, porque entonces se vería sometido al yugo eterno de su padre, sabiendo que nunca podría llegar a ser como él deseaba. Mientras corría, de repente escuchó un sollozo intenso. Se obligó a detenerse y agudizó el oído para determinar de dónde provenía. El llanto era des
Mía se mantuvo toda la clase observando de reojo al chico misterioso que estaba sentado dos asientos más delante de ella, justo en diagonal, así que tenía todo el campo de visión despejado para ponerse a detallar hasta lo más mínimo de él. Las palabras del profesor sonaban distantes, pues todo en lo que podía pensar era en ese hombre. Los recuerdos de la noche anterior revoloteaban en su cabeza, pero por mucho que trató de ponerlos en orden y darle un sentido, no pudo hacerlo. Recordó haber huido de Dereck, el dolor que la asfixiaba y parecía no tener fin. Cada vez que pensaba en él esa sensación de vacío regresaba, como si se hubiera roto algo físico entre los dos. Algo que estaba vivo y sentía, y ahora sangraba, agonizante y a poco tiempo de morir. Sin embargo, no podía acordarse de lo que había pasado después. Se internó en el bosque, lloró y vio al chico misterioso, pero después… nada. No tenía idea de cómo había logrado llegar a su habitación. El timbre del final de esa clase
Dereck parecía una fiera enjaulada. Caminaba de un lado a otro lleno de ansiedad y desesperación por no poder hacer nada. Ginger ya les había contado a algunas personas que estaba embarazada, así que, cometer una locura como desaparecerla; en ese momento, no parecía la opción más viable.Por otro lado, deseaba acercarse a Mía otra vez, a pesar de que ella lo había rechazado, todavía podía sentir el vínculo entre los dos, aunque débil.Y se debilitaba mucho más cada segundo que pasaba, lo que solo le causaba más dolor. Esa noche estuvo desesperado por correr tras ella, sin embargo, no lo hizo. Prefirió dejar que Mía desahogase su dolor, además sabía que no quería verlo, habría sido inútil perseguirla en ese entonces.No obstante, a la mañana siguiente, estaba listo para volver a verla, sintió su presencia en el edificio donde tomaba sus clases, así que decidió esperar a que saliera. Al menos frente a todos no iba a poder escaparse tan fácilmente.Dereck se quedó esperando verla atraves
Mía estaba cansada de tanto llorar. Había vuelto a encontrarse con Dereck y nuevamente sus palabras la lastimaron desgarrando aún más su ya destrozado corazón. No soportaba verlo, ni mucho menos estar a su lado. Era demasiado doloroso para ella saberlo tan cerca y no poder dar rienda suelta a sus verdaderos sentimientos, y era aún más agonizante saber que él tendría un hijo con otra chica, y que al final solo fue una pequeña aventura de unos cuantos días.Ese día se encerró en su habitación del campus, decidida a no volver a salir por una semana. Al caer la noche, Cassandra llegó y encendió las luces. Casi pegó un grito al ver un enorme bulto envuelto en las sábanas de la cama de su amiga.—¿Mía? ¿Otra vez escondiéndote? —reprochó.La castaña no respondió, simplemente se limitó a enrollarse más y fingir que dormía. Entonces su amiga suspiró y le arrancó las sábanas de un tirón.—¡Ey! —exclamó como si fuese una ermitaña a la que han sacado a la luz por primera vez.—No voy a dejar que
El lobo de cabellera plateada no estaba precisamente acostumbrado a relacionarse con humanos. Más allá de su compasión por ellos, nunca había cruzado demasiadas palabras con alguno, pues todos sus veintiún años de vida los había vivido rodeado de otros de su especie, sin tener que ocultar su verdadera naturaleza licántropa.Por eso no le tembló el pulso ni la voz para amenazar de muerte a Pablo al ver lo que le estaba haciendo a Mía.Él todavía estaba aprendiendo a conocer la universidad, a los estudiantes, y ciertamente se había desviado mucho de su misión inicial, la idea que tenía de cazar al Alfa supremo y robarle su poder había pasado a segundo plano porque ahora que había encontrado a su Mate, no pensaba dejarla pasar. Su lobo interno ardía de deseo por unirse a ella, pero debía ser cuidadoso. Siendo una humana sin conocimiento por el reino sobrenatural que la rodeaba, era consciente de que no podía simplemente abordarla como lo hubiera hecho si ella fuese una loba.Los ojos de
Miles de preguntas desfilaban por la mente de Damien impidiéndole poder dormir. Jamás en todos sus años de vida imaginó que algo así podía sucederle a él. ¿Acaso algo así era posible? Su Mate, su pareja destinada… había sido marcada por alguien más. Un lobo desconocido del que él no tenía conocimiento.No podía hallar una solución sencilla a ese predicamento, y es que nunca en la existencia entera de los hombres lobo se había escuchado de algo así. Hojeó las páginas del libro que había encontrado de las brujas con la esperanza de que allí hubiese algún indicio, alguna pista o leyenda acerca de una Mate que tenga dos lobos destinados como su pareja, pero no halló absolutamente nada.Damien había logrado entrar a la universidad con una facilidad aterradora. A él le gustaba decir que era porque tenía algún poder especial, pero solo se trataba de su encanto abrumador y unos ojos profundos e hipnotizantes que harían decir que sí a todo lo que él pidiese sin chistar. En especial con las muj
¿Es posible tener sentimientos por dos personas diferentes al mismo tiempo?Mía se hacía esa pregunta sin parar mientras estaba en la clase de Italisio con Damien. El aula donde se encontraban era tipo auditorio, así que los estudiantes estaban distribuidos en largas mesas semi circulares y en diferentes niveles, desde donde podían observar a la profesora en medio explicando la clase.Damien se había sentado una fila más abajo de ella, pues todos los asientos a su lado estaban ocupados, sin embargo, aquello no fue un problema para el chico de cabello plateado, pues sabía que Mía estaba mirándolo sin parar.La castaña garabateaba los apuntes importantes que decía la profesora, pero, de rato en rato, la lapicera que tenía en la mano parecía cobrar vida propia y trazaba líneas por aquí y por allá. Sin darse cuenta, había estado dibujando a Damien.—¿Mía? ¡Señorita Sullivan! —La profesora llamó su atención lo que hizo que regresara a la realidad.—¿Sí?—¿Puedes conjugar el verbo que está