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Capítulo 34. No permitas que nos abandone

Leonid no entendía porque Aisha no lo miraba, porque lloraba tan desesperada.

Las emociones propias desbloqueadas en él lo sobrepasaban y no era capaz de discernir nada más.

Solo podía pensar en cómo había tratado a Aisha y que ella no lo merecía.

—Perdóname Aisha, no sé quién me hizo el maleficio que me obligó a olvidarte, supongo que fue fácil bloquear tu recuerdo en mi mente, porque me hacías mucha falta y sufría por no estar contigo, ¿recuerdas que le tenía miedo a la oscuridad? Creía que mi tío vendría a matarme.

Aisha afirmó en silencio aun sin mirarlo.

—Presentía cuando te sentías asustado y me metía a tu habitación a escondidas, a mi madre no le gustaba que nos aferramos tanto uno al otro —susurró ella.

—En mis peores noches te tuve a mi lado, y Boris mató a tu madre y no pude corresponder con el afecto que tú tuviste conmigo.

Aisha entonces lloró más, no quería verlo, le dolía demasiado, sentía que lo había amado tanto toda la vida.

Entendió
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