—¿Sabes que puedo matarte? —susurra con su cabeza gacha en total sumisión arrodillada en el suelo como le pidió que debía estar cada vez que entren a esa habitación.
El Don se carcajea.
—Tu naturaleza no te lo permite —suelta con toda la soberbia y arrogancia que posee.
—No sabes cuánto lo deseo.
—Ya cállate y chupa mi miembro. —Su mano derecha eleva su cabeza mientras que con la otra sujeta su grueso miembro.
—No quiero —niega y frunce sus labios.
—Aquí haces lo que yo pida, cachorrita. Si te digo que ladres, ladras. Si pido que muevas la cola, mueves la cola. Si te digo “Hazte la muerta”, obedeces. ¿Quedó claro? —Se queda callada, de modo que su mano presiona su mandíbula. Gime adolorida—. Te hice una pregunta, cachorrita.
—Sí, Don.
(...)
Solloza con cada embestida que le da el Don a su concha. Eso solo lo enfurece más y más, por lo tanto, sale de su interior para bajar de la cama y soltar:
—Lárgate, no sirves para hacer tu trabajo de prostituta.
Busca un habano para encenderlo y ver cómo la puta que contrató para satisfacer sus necesidades baja de su cama. Sus sollozos y gemidos de dolor son un puto dolor de cabeza para el Don.
—Se supone que eres una ramera, pero eres una muy débil. Deberías cambiar de trabajo —sugiere para darle una succión a su habano y echar el humo al aire.
—Don…
Eleva su mano para que se calle. No quiere escuchar la misma queja que dan todas las putas que trae para soltar el estrés, pero solo termina más estresado que nunca.
—Una prostituta debe estar dispuesta a ser jodida por cualquier hombre sin importar qué tan grande sea su miembro. Tú y todas la que terminan llorando a mares cuando les echo un polvo son golfas débiles. No quiero escucharte otra vez. Ahora lárgate —la sermonea.
A paso lento sale de su habitación para coger porque en su habitación personal no deja entrar a nadie. Solo la ama de llaves puede ingresar para limpiar sus cosas. Agarra su botella de whisky para darle un sorbo y sentir cómo el alcohol calienta su garganta. Suspira y observa su aparato biológico.
—No eres buena opción para liberar estrés. —Hace una mueca. No tiene la culpa de que Dios haya hecho su aparato reproductor con tantas dimensiones—. Dios, ya que me has dado el miembro de este tamaño, ¿tal vez has hecho la mujer que me aguante?
Contempla el techo de la habitación en busca de una repuesta que nunca llegará.
Rueda sus ojos, deja la botella en su lugar y así desnudo sale de la estancia con destino a la suya, donde duerme, en búsqueda de la única cosa que sí aguanta sin queja alguna las dimensiones de su miembro: una sexi muñeca inflable.
Un regalo para el DonLa noche en los hoteles de Las Vegas es sin duda loca, llena de lujuria, drogas, sexo y más sexo. Un solo descuido y puedes terminar en la cama de uno o dos desconocidos por un loco trío. Ese no era el caso de la recepcionista del hotel, ya que la noche para Kara es movida por el flujo de personas que entran y salen a pasar una noche de placer, así lo capta su olfato con cada cliente que llega oliendo a excitación o sexo que tuvieron en alguna parte del camino.—Que tengan una linda estadía en el Palacio Prince —le desea a la joven pareja gay entregándole las llaves del dormitorio que les corresponde.Ellos asienten y le dan una linda sonrisa. Se sienten cómodos con la atención que les da ella, por lo tanto, le dejarán su linda propina al finalizar su estadía. La pareja se marcha.La compañera de turno de Kara hace una mueca de a
No me digas alfa—Don, ya todo está listo para su regreso —anuncia el encargado de su seguridad desde el otro lado de la puerta.—En minutos estoy contigo. —Su voz ronca le informa muy bien a su hombre de seguridad lo que él hace ahora mismo—. Vamos, nenas —les ordena a las chicas que se comen su miembro.Ya que no puede joderlas, le toca recibir un oral para su despedida.Ambas chicas se esfuerzan por hacer llegar al Don, quien tiene su cabeza echada hacia atrás mientras lleva su habano a su boca.—Así, nena. —Aferra su mano derecha en el cabello de una de las chicas, incitándola a ir más rápido y provocando que se ahogue con su grosor.Jadea y deja salir un bajo gemido cuando su espeso esperma sale hasta llenar la boca de la chica que empieza a toser por lo ocurrido.Suspira, para nada complacido, y la aparta. Toma un pa
Una noche muy calienteEl enorme cuerpo del Don se pone caliente por cada gemido que deja salir Kara. Él da suaves embestidas esperando el momento para darle lo que le pide la loba. Kara se remueve en búsqueda de su propia liberación.—Cachorrita, estás tan caliente —murmura.Da una embestida profunda mientras aprieta su mandíbula y se contiene lo más que puede. Decide aumentar sus embestidas y sale casi por completo del interior de la loba, que aruña su espalda cada vez que entra en ella. Llena cada rincón de su concha.—Oh, joder —gruñe cuando siente la contracción que ejerce la loba a su alrededor.Sin duda alguna, el Don se siente tan complacido que no quiere acabar todavía.Mueve en círculos sus caderas y la embiste con fuerza.Kara suelta un gemido.El sudor comienza a desliza
La noticia del sigloCuando el Don está en su habitación, va hasta su baño y entra en la ducha. El agua fría recorre su enorme cuerpo desnudo mientras trata de pensar en otras cosas y no en los tormentosos sollozos de la loba.—Hago lo que quiera. Su cuerpo me pertenece —suelta como si fuera un mantra.Sus emociones son confusas. Una parte muy profunda dentro de él le grita que lo que acaba de hacer no es correcto, pero otra parte de su cuerpo se siente satisfecha por dominar a la loba. Él está acostumbrado a tomar lo que quiere en cualquier momento sin necesidad de que otros digan que está mal. Nunca necesitó que otros se metieran en su vida. La única persona que escuchaba sin dudar está a varios metros debajo de la tierra.Cuando vuelve a estar satisfecho, sale de la ducha, toma una toalla para secar su cuerpo y va hasta su armario. Saca un pantal&o
Susceptible ante el DonEl Don espera impaciente la respuesta de la loba mientras juega con su dedo entre sus piernas, deseoso de poder estar dentro de ella otra vez.—Cachorrita, no tengo todo el tiempo del mundo —susurra con voz ronca y muerde la parte sensible del cuello de la loba.—Seré susceptible ante ti, Don.Eso lo hace sonreír en su interior y hunde dos dedos dentro de la loba.—Buena elección —suelta con su voz cargada de arrogancia—. Quiero comprobar lo que dices. Relájate —pide al sentirla tensa después de esas palabras.La loba respira y llena sus pulmones del picante olor que desprende la excitación del enorme hombre frente a ella. Remueve sus dedos de adentro hacia fuera para introducir un tercer dedo. Kara cierra sus ojos, se deja llevar por la estimulación del Don y echa el miedo a un lado. El dulce olor de la omega e
El calor de sus brazosAunque están en alta mar camino al puerto de Venecia, durante la madruga sufren un horrible calor. El cuerpo del Don arde como si tuviera dentro un horno en plena noche buena. Se remueve en su cama y trata de encontrar una parte fría, pero nada. Todo el colchón está empapado por el sudor que brota de su cuerpo desnudo. Sale de las colchas y entra al baño, donde abre el agua fría de la regadera. Hace lo posible para que el calor de su organismo se vaya. Sin embargo, no pasa nada. Es como si lo quemaran.—¿Qué mierda? —murmura frente al espejo por el insistente calor que siente, no solo en su cuerpo, también en su miembro, la cual está erecta. Frunce los labios cuando siente un dolor punzante en sus testículos, su calor de acoplamiento se ha adelantado por lo que para el hombre es extraño lo que sucede, ya que tiene en su mente los d&iac
Los castigosTodos los jeep se estacionan y Fer custodia a Kara hasta que están dentro donde la deja con Tamara y dos chicos de seguridad en el área VIP, el Don se pasa a otro lado para hacer sus negocios y jugar póquer con sus socios.—Como tienes cara de que no tomas ni un vino, te pediré algo no tan fuerte y así evito mi muerte —suelta Tamara alzando su mano para ser atendida por un camarero. KaraDespierto por la luz que se filtra por la ventana y por el horrible olor en mis extremidades aun permanezco atada trayéndome recuerdos horribles de cuando vivía en esa manada donde lo de más alto rango me humillaban y abusaban de mí solo por ser débil, por ser una omega. Odie por mucho tiempo mi naturaleza, pero cuando ya estaba cansada de todo y ya no tenía ganas de vivir me di cuenta que mi naturaleza era la más importante porque esta brinda paz en las manadas. Cuando el alfa estaba desestabilizado por no tener una luna o una mujer capaz de estar a su lado en tiempo de celos para calmar a su lobo, me querían utilizar después de tanto daño que me causaron por lo que una noche hui de ese lugar, Último capítuloCapítulo 8