XXXIX. Colisión

A la mañana siguiente, llegué temprano a la clase de Lengua. Tomé un asiento junto a la ventana de nuevo. Me agradaba estar ahí. Pocos minutos después, el aula se empezó a llenar de alumnos riendo y hablando. Entre ellos estaba Wendy. Me acerqué a ella en cuanto la vi. 

—Ayer ya no terminé de decirte, pero ¿recuerdas que te pregunté si podía leer tu novela?— dije, tras saludarla. Asintió con la cabeza —Bueno, sigue en pie. No importa si está en primeros borradores. Quizá hasta te pueda dar algunas observaciones, como lector.

Sonrió, halagada. Luego se descolgó la mochila y sacó un bonito cuaderno azul. Me lo entregó, y me sorprendí al percatarme del formato.

—¿Escribes a mano? Creí que la tendrías en un documento en la computadora.— comenté mientras lo recibía.

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