Miraba a algún punto, sin realmente mirar nada. La noche anterior se repetía como un bucle temporal en mi mente. Estaba sentado en la sala de interrogatorios. Mis oídos ignoraban el bullicio del despacho donde trabajaba mi madre de fondo. Lo que realmente escuchaba eran los disparos, los gritos y el estruendo del barrote en la puerta de mi cuarto.
Ni con un somnífero hubiera vuelto a conciliar el sueño la noche anterior. Esperé tortuosamente a que dieran las siete de la mañana, a solas, con miedo de hacer cualquier cosa. Pensé en salir, correr a casa de Alex, pero apenas pondría un pie fuera de la casa y me desmayaría del terror. No tenía señal ni internet, por lo que no pude comunicarme con nadie. La noche, lenta como tortuga, sólo hacía todo peor. El tic-tac del reloj que había en la cocina destacaba tanto entre el mortal silencio que cada segundo que pasaba era como un trueno en una tormenta.
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧SCARLETT✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧A partir de esa mañana en la que Zacarías supo todo, se rompió la última barrera que nos distanciaba. Él comenzó a confiarme más cosas, así como yo le empecé a hablar de mi pasado. Parecía entenderme a la perfección, y me había confesado que le gustaba escucharme. Entonces dejé de medir mis palabras, y Zacarías me demostró que era la mejor caja fuerte humana. Me prometió por lo más sagrado, que era su hermano y yo, que no hablaría de lo que le había dicho con nadie, ni siquiera con José Luis. No tenía más opción que creerle, finalmente él ya lo sabía todo.No pasaron demasiadas cosas interesantes desde eso hasta el fin del semestre. Rutin
Pero no. La bala había dado en el concreto de la pared, a más de diez centímetros por encima de la cabeza de Elena. Una rápida sensación de alivio me llenó, para irse de inmediato cuando mi madre me miró fulminante, exigiendo que acertara. Y entonces la suerte me sonrió en el mejor momento. Un sexto lacayo entró apresuradamente y corrió hacia nosotros, gritando —¡Reina! ¡Reina! No sé cómo es que mi madre no lo aniquiló en ese instante. El hombre se detuvo a pocos metros de ella, jadeando por haber corrido. —Mi Reina, tengo noticias. Es sumamente importante. Es sobre el asesinato de nuestro Rey. Han encontrado al verdadero asesino. ¿Qué?
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Habían pasado un par de horas desde que los forenses y los detectives se habían ido. Mis amigos también. Agradecí que ellos hubieran estado conmigo todo el día. —Tú confía en que encontraremos a tus papás, chaval.— había dicho José Luis. —Ellos no han hecho nada malo y nada malo tiene que pasarles. Es ley de vida. Apreciaba la intención de mi amigo, pero sus palabras no tenían mucha fuerza. No había absolutamente nada que me pudiera garantizar que mis padres estaban vivos, mucho menos en buen estado. Alex se había ofrecido a quedarse conmigo aquella noche, pero mi mente estaba demasiado abrumada y exhausta por las últimas veinticuatro horas. Los compañeros de mi madre insistieron en que no podía quedarme solo, pero Salazar hizo una excepción aquella vez.
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧WENDY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Siempre tuve la costumbre de comparar cuando escribía. Sobre todo con la naturaleza: las estrellas, el cielo, el mar, el viento o el fuego. Los ojos de Tony me recordaban a las estrellas supergigantes azules. De esas que tienen la energía suficiente para iluminar miles de años luz de oscuridad a su alrededor. Justo ahora, sus ojos me miraban con auténtica preocupación y deseo de ayudar. A pesar de que, juzgando por su aspecto y el de su sala, parecía que él tampoco la estaba pasando bien. Demoré unos minutos la explicación que le debía. Mi respiración agitada aún me impedía hablar y pensar con claridad decente. Aún me costaba asimilar que ya estaba a salvo. Me sentía como una intrusa en la casa de Tony, sin embargo, él no me había recibido como tal. Todo lo contra
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Tardé unos segundos en reaccionar a su relato. En cuanto lo hice, la envolví en mis brazos, como si pudieran defenderla de todo. —Ya estás bien. No te preocupes. Yo estoy aquí.— le dije para intentar reconfortarla. Nos quedamos abrazados por un tiempo, en el que ninguno de los dos se incomodó. Su respiración se relajaba lentamente, sincronizándose con la mía. El frío de su piel iba desvaneciéndose poco a poco. Durante esos instantes, todos los problemas dejaron de ser importantes, y sólo existimos ella y yo. Cuando nos separamos, volví al mundo real. Una sensación conocida se apoderó de mí. ¿Por qué de repente me sentía tan nervioso? Diría que todo comenzó a tener sentido después de eso, que las piezas comenzaron a encajar solas, pero no fue así. Mi cabeza se atiborró con más confusión e interrogantes. Ella siguió hablando, pero su tono a partir de esa última frase se volvió frío y oscuro. Me lo contó todo. Hasta el último detalle. Al inicio parecía desconfiar, eligiendo cuidadosamente sus palabras y yendo despacio. Pero tras un par de minutos, el relato pareció superarla, como si aquello disminuyera la importancia que tenía el hecho de que llevábamos poco más de un mes conociéndonos. Wendy era originaria de Gisborne, Nueva Zelanda, ciudad de la que huyó con Jasmine, la mejor amiga de su madre, cuando tenía siete años, tras el asesinato de sus padres. Aquel suceso la marcó a fuego, pues además del mero evento, fue algo que nadie vio venLII. Betelgeuse
Un lúgubre silencio tomó lugar tras todo aquello. Wendy lo rompió después de unos instantes que se alargaron hasta parecer siglos. —Sin saberlo, yo había huido con todo lo que mi mamá había investigado. Es por eso que nos buscan. Cuando tenía doce, Jasmine se deshizo de todo, pero guardó una copia digital y la subió a la red donde ustedes la encontraron. —Pero... ¿por qué están tapadas algunas partes?— pregunté, tímido. —Jasmine las tapó para ganar más tiempo, en pocas palabras. Si dejaba la investigación tan descubierta, resolver el caso iba a ser demasiado fácil. Fruncí el ceño ligeramente, confundido. —¿Qué? ¿Eso no hubiera sido mejor? Así podíamos evitar... Así podíamos
✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲ Jasmine jamás supo porqué creyó que podría vivir con las consecuencias de aquel asesinato. No sabía porqué creyó que la gran Reina Victoria no se preguntaría quién asesinó a su esposo, a su Rey. No sabía porqué creyó que no se iniciaría una investigación masiva para dar con el responsable. Y que le esperaba un destino mucho peor que la muerte. Llegó un punto en el que Jasmine se preguntó si había valido la pena salvar a aquel niño. Si el precio no había sido extremadamente alto. Pero era demasiado tarde. Pasados pocos días, sólo había dos opciones: sucumbir a las consecuencias, o idear algo para liberarse de la culpa. Beatrice, su nueva amiga, la había invitado a comer un frío sábado por la tarde a la casa