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Jasmine jamás supo porqué creyó que podría vivir con las consecuencias de aquel asesinato.
No sabía porqué creyó que la gran Reina Victoria no se preguntaría quién asesinó a su esposo, a su Rey. No sabía porqué creyó que no se iniciaría una investigación masiva para dar con el responsable. Y que le esperaba un destino mucho peor que la muerte. Llegó un punto en el que Jasmine se preguntó si había valido la pena salvar a aquel niño. Si el precio no había sido extremadamente alto.
Pero era demasiado tarde.
Pasados pocos días, sólo había dos opciones: sucumbir a las consecuencias, o idear algo para liberarse de la culpa. Beatrice, su nueva amiga, la había invitado a comer un frío sábado por la tarde a la casa
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ —Por eso el teléfono estaba escondido...— oí la voz de Wendy entre toda la maraña de pensamientos y sentimientos repentinos en mi cabeza. ¿Scarlett tenía algo que ver con el caso de mi madre? Mi mente regresó a los días que ahora parecían surreales. El inicio de nuestra relación. En aquellos tiempos no le di mucha importancia, pero Scarlett nunca hablaba de su vida personal realmente. Había veces que se iba sin razón aparente. Recordé ese día en el restaurante, lo que yo consideré nuestra primera cita. Mi nerviosismo y mis pensamientos que se revolvían cuando Scarlett se acercaba no me permitieron ver que había algo extraño allí. La idea de que me había usado para algún fin perv
Abrí poco a poco los ojos, y por un segundo, no supe dónde estaba. Miré a mi alrededor borroso y a mi lado, distinguí la imponente cabellera de Wendy. Su cuerpo subía y bajaba tranquilamente, al ritmo de su respiración. Y de repente, la paz dentro de mi mente se rompió. ¡Había dormido con Wendy! ¡Literalmente! ¿Cuándo me hubiera imaginado que esto pasaría? Me tomó unos segundos asimilar que aquello había sucedido de verdad. Esperé alrededor de un minuto, congelado, mirando el techo, como si esperara que mágicamente Wendy se desvaneciera y todo resultara ser un bonito sueño. Luego levanté mi cabeza hacia el reloj digital que tenía mi madre en su escritorio. Tuve que ponerme mis lentes para alcanzar a ver la hora: 9:14. Los investigadores llegarían a las diez de la mañana. Me levanté de la cama, tan lento, que si m
Decidí quedarme en silencio, escuchando las hipótesis de Salazar con la mirada perdida y el semblante caído. Poco después, tras las promesas frágiles del detective, subí al cuarto de mis padres, a sacar el teléfono de mi madre, guardado dentro de una de las almohadas. Lo escondí dentro de mi playera y volví al sofá donde estaba Wendy. Ella ya no estaba.Me volví hacia afuera, y la vi de espaldas hacia la casa, con la mano pegada a la oreja. Hablaba por teléfono.Me levanté del sofá y salí de la casa, dirigiéndome hacia ella. Cuando estuve lo suficientemente cerca, oí lo que decía, con un tono que decía que no era momento de interrumpirla. Hablaba entre pausas largas:—Sí,
Miré a Wendy, esperando algo que me dijera que era seguro seguir a la mujer. Pero ella sólo caminó en cuanto Jasmine dio media vuelta, como un niño pequeño siguiendo a su padre. Por lo que no tuve otra opción más que imitarla. Estaba anocheciendo. Un miedo implícito se reflejaba en mis pasos, inseguros, como si cada uno representara una probabilidad más y más grande de que me estuviera poniendo en un peligro inminente. No tenía manera de saber si esto era una especie de engaño. Mi mente regresó a Zacarías. Lo que me había dicho no aportaba demasiado, aunque sí había cosas que yo desconocía. ¿Un punto de reunión? ¿Detrás de la plaza? Supongo que era para camuflarse, y pensándolo bien, era difícil darse cuenta de ello siendo una persona común. Me pregunté como es que metían tantas camionetas y camiones a la plaza sin que los proveedores reales se dieran cuenta.
—Todo se dejó tal y como estaba, a excepción de unas cintas policiales en la entrada principal y unos muebles de la sala cubiertos con plástico, donde asesinaron a esta gente. Hicieron una limpieza superficial, prácticamente. Claro, este apartamento se ha ofrecido en venta, a precios muy bajos, pero a nadie parece gustarle la idea de vivir en un lugar como este. Así que no se ha vendido y creo que no lo hará en un largo tiempo. Y bueno, por la constante persecución en la que vivimos Wen y yo, pensé que este sería un buen escondite. Y a veces vengo aquí, en la madrugada, para guardar algunas cosas o adecuar algunos espacios.— explicaba Jasmine. —¿Y por qué no lo usaste ese día?— preguntó la chica, que parecía preocupada. —Lo hice. Aquí pasé la noche.— respondió. Hizo una pausa, y luego su tono se tornó aterrorizado. —Wen, no te imaginas la suerte que tuve...
—¡¿Qué?!— exclamé, alterado. —¿Por qué? No hay manera en la que... —Tony.— Wendy llamó mi atención. —Jas tiene razón en esto. Es mejor que lo hagamos discretamente. Si avisamos a los investigadores, ellos irán directamente, entrarán por la puerta principal, y encenderán muchas alarmas. Si... si tus papás están bien en ese momento... es casi seguro que los tomarán de rehenes. Es mejor si vamos nosotros. Aunque su voz era firme sin ser agresiva, no estuve dispuesto a siquiera considerarlo. —Discúlpame, Wen, pero ¿entiendes lo que están diciendo? No somos profesionales, es más seguro que nos terminen descubriendo y nos maten, o mínimo que nos hagan algo. Y entonces todas las esperanzas están perdidas. Además, ¿por qué ustedes querrían tomar ese riesgo de todos modos? Soy yo el que debería hacerlo en todo caso. Son m
Aparté la mirada del cielo bruscamente. Me levanté y me pegué al muro como rayo, asomando un poco la cabeza para ver lo que Wendy veía.Tardé unos segundos en verlo, pero ahí estaba. Un camión de remolque, enorme. Apenas podía verse la parte frontal, donde se encontraba el conductor. Entrecerré mis ojos y me concentré en el inferior de una de sus puertas laterales. Una franja roja, no muy ancha, desgastada y sucia, que cualquiera confundiría con una pegatina corriente.—Debemos acercarnos más. Vamos, allá.— Jasmine señaló una furgoneta estacionada y vacía, una decena de metros antes del camión.De pronto, no encontré la fuerza para hacer que mi cuerpo se moviera. Aún segu&i
De golpe caí en cuenta: ¿De verdad había arriesgado mi vida por venir aquí? Quizá todo esto sólo haya sido un poco de suerte, algo que no volvería a pasar. ¿Cómo diablos íbamos a regresar? ¡Ni siquiera sabíamos dónde estábamos! No había señal y ya casi amanecía. ¡Los investigadores iban a pensar que me había pasado algo! Por todas las estrellas del maldito universo, ¿por qué había aceptado venir? No podía creer que de verdad pensé que sólo por unas cuantas pistas iba a llegar mágicamente a dónde tenían a mis padres. Ya habían pasado casi dos días. Claro que no estaban bien, claro que nosotros terminaríamos en algo como esto. No podía creer que había sido tan estúpido. Mi mirada se quedó en el horizonte, desolado, silencioso, y aterrador. ¿Por qué esos idiotas no me llevaron a mí? Al menos mi madre tendría más idea de cómo encontrarme.