Aparté la mirada del cielo bruscamente. Me levanté y me pegué al muro como rayo, asomando un poco la cabeza para ver lo que Wendy veía.
Tardé unos segundos en verlo, pero ahí estaba. Un camión de remolque, enorme. Apenas podía verse la parte frontal, donde se encontraba el conductor. Entrecerré mis ojos y me concentré en el inferior de una de sus puertas laterales. Una franja roja, no muy ancha, desgastada y sucia, que cualquiera confundiría con una pegatina corriente.
—Debemos acercarnos más. Vamos, allá.— Jasmine señaló una furgoneta estacionada y vacía, una decena de metros antes del camión.
De pronto, no encontré la fuerza para hacer que mi cuerpo se moviera. Aún segu&i
De golpe caí en cuenta: ¿De verdad había arriesgado mi vida por venir aquí? Quizá todo esto sólo haya sido un poco de suerte, algo que no volvería a pasar. ¿Cómo diablos íbamos a regresar? ¡Ni siquiera sabíamos dónde estábamos! No había señal y ya casi amanecía. ¡Los investigadores iban a pensar que me había pasado algo! Por todas las estrellas del maldito universo, ¿por qué había aceptado venir? No podía creer que de verdad pensé que sólo por unas cuantas pistas iba a llegar mágicamente a dónde tenían a mis padres. Ya habían pasado casi dos días. Claro que no estaban bien, claro que nosotros terminaríamos en algo como esto. No podía creer que había sido tan estúpido. Mi mirada se quedó en el horizonte, desolado, silencioso, y aterrador. ¿Por qué esos idiotas no me llevaron a mí? Al menos mi madre tendría más idea de cómo encontrarme.
Estoy casi seguro de que Scarlett no me reconoció, o ni siquiera me vió. Su semblante asesino no se suavizó ni un poco al pararse frente a nosotros. Pero en ese momento, eso era lo que menos me importaba. Mi mente se había disparado hacia los recuerdos, los pensamientos y las vagas creencias que había tenido sobre ella unas horas atrás. A pesar de que no tenía la más mínima certeza de dónde diablos estaba, cómo iba a regresar, o siquiera si iba a salir vivo de esto, una cosa era segura. Todo esto tenía que ver con The Kingdom. Lo que confirmaba aquello de que Scarlett estaba relacionada con ellos. De una u otra forma. Lo que a su vez significaba que, en efecto, todos esos meses en los que mi idiota ✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Sentí como si la realidad me abofeteara con un siniestro "Te lo dije". Presentía la relación, sospechaba de la conexión. Pero no me imaginé que Scarlett fuera la mismísima hija de aquel monstruo que destrozó el universo sabrá cuántas vidas, que asesinó a los padres de Wendy, y que convirtió a cientos de buenas personas en pequeños demonios que le ayudan a mantener su reinado de horror. Ahora todo aquello de la infidelidad y el fin de nuestra relación sonaba más como una salvación que un castigo. Scarlett continuó hablando, como si eso último no hubiera sido suficiente para digerir. —Pero... justo ahora, ella y yo no estamos en los mejores términos... LXIV. Sagitario A*
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Scarlett me susurró un débil "gracias" al que no respondí. Tomé la capucha, que por suerte era bastante amplia, y me la puse, apenas dejando hueco para mi campo visual. Sólo mi nariz, mis labios y mi barbilla eran visibles. Me acerqué al escritorio para tomar tres de los trozos de tela de mi playera rota. El olor de la droga era bastante fuerte y picaba mi nariz. Como un antiséptico extremadamente concentrado. Scarlett ya se había puesto el pasamontañas cuando me volví hacia ella para entregarle su trozo. Se había recogido su pelo, que hacía un bulto en la parte posterior de su cabeza. Me devolvió la mirada. Sus ojos, que ahora eran lo único que estaba descubierto, se veían más grandes y más expresivos. Te
—¡Scarlett! Mi mente estaba tan distraída con lo que acababa de ver, que el resto de mi cuerpo se encargó de llamarla. —¡Scarlett! Un segundo después, oí sus sigilosos pasos acercarse a mí. —¿Qué pasó? ¿Por qué te detuviste? No respondí. La dirección en la que veían mis ojos lo decía todo. Oí una tenue risita de ella. —¿Lo ves? Te lo dije. Debería decir que me arrepentía de haber hecho lo siguiente, pero en aquel momento me era imposible pensar en otra cosa. Ya nada más importaba. Tomé a Scarlett de los brazos y la atraje hacia mí. La envolví en un abrazo cálido, fuerte y larg
Excepto que tal vez sí lo había.Un estruendo como el de una supernova sacudió cada molécula del aire dentro del edificio. Tony sintió el corazón hacérsele añicos, al igual que su voz, que quiso salir como un desgarrador grito, pero en su lugar salió como un inaudible jadeo de dolor. Cerró sus ojos con fuerza. Quizá Scarlett ya no le hacía latir el corazón como si tuviera taquicardia, pero sin duda le seguía importando. Sacó su arma, destrozado, totalmente dispuesto a sacrificarse por sus padres y vengar la muerte de la chica que lo había hecho sentir cada una de las emociones posibles dentro del espectro existente.Pero no.Al dar el primer paso fuera del escondite, un
Sus compañeros de élite miraban a Beatrice con expresiones muy distintas. Unos la veían como a una auténtica traidora, con un aborrecimiento que sólo se ve una vez en la vida. Le pareció que nunca nadie había querido asesinar a otra persona como ellos ahora. Pero otros pocos la miraban con indiferencia, como si esperaran que tarde o temprano, alguien con mucho odio hacia la Reina se infiltrara y le pegara un tiro en la frente. Mientras Tony corría hacia el bullicio a pelear por la que para él seguía siendo la heroína enmascarada, Scarlett se quedó unos segundos en el suelo, con el hombro enviándole explosiones de ardor a cada segundo. Miraba el cadáver inerte de su madre, sin creer lo que había visto. Ella nunca la quiso como cualquier otra madre lo haría con su hija. Nunca fue esa mejor amiga a la que podía contarle todo. Tampoco
—¿Qué les dijeron en el hospital?— preguntó la morena. Wendy estaba sentada bajo el frondoso árbol en el que habíamos pasado las últimas semanas, casi en el tope de la colina, nuestra colina. Traía un bonito vestido corto azul, y el pelo atado en un moño desordenado. Me senté junto a ella, tratando de esconder el sobre que traía en las manos, detrás de mí. —Scarlett estará bien. Ya casi está completamente curada.— respondí. —Me preocupaba. Ha pasado más de un mes allí.— dijo, con un dejo de tristeza. —Nunca tuve la oportunidad de hablar con ella y conocerla. Perderla... no sé... hubiera sido horrible...— sonrió débilmente. —Por algo te enamoraste de ella, ¿no? —Sí... Pero eso fue hace mucho tiempo.