Miré a Wendy, esperando algo que me dijera que era seguro seguir a la mujer. Pero ella sólo caminó en cuanto Jasmine dio media vuelta, como un niño pequeño siguiendo a su padre. Por lo que no tuve otra opción más que imitarla.
Estaba anocheciendo. Un miedo implícito se reflejaba en mis pasos, inseguros, como si cada uno representara una probabilidad más y más grande de que me estuviera poniendo en un peligro inminente. No tenía manera de saber si esto era una especie de engaño.
Mi mente regresó a Zacarías. Lo que me había dicho no aportaba demasiado, aunque sí había cosas que yo desconocía. ¿Un punto de reunión? ¿Detrás de la plaza? Supongo que era para camuflarse, y pensándolo bien, era difícil darse cuenta de ello siendo una persona común. Me pregunté como es que metían tantas camionetas y camiones a la plaza sin que los proveedores reales se dieran cuenta.
—Todo se dejó tal y como estaba, a excepción de unas cintas policiales en la entrada principal y unos muebles de la sala cubiertos con plástico, donde asesinaron a esta gente. Hicieron una limpieza superficial, prácticamente. Claro, este apartamento se ha ofrecido en venta, a precios muy bajos, pero a nadie parece gustarle la idea de vivir en un lugar como este. Así que no se ha vendido y creo que no lo hará en un largo tiempo. Y bueno, por la constante persecución en la que vivimos Wen y yo, pensé que este sería un buen escondite. Y a veces vengo aquí, en la madrugada, para guardar algunas cosas o adecuar algunos espacios.— explicaba Jasmine. —¿Y por qué no lo usaste ese día?— preguntó la chica, que parecía preocupada. —Lo hice. Aquí pasé la noche.— respondió. Hizo una pausa, y luego su tono se tornó aterrorizado. —Wen, no te imaginas la suerte que tuve...
—¡¿Qué?!— exclamé, alterado. —¿Por qué? No hay manera en la que... —Tony.— Wendy llamó mi atención. —Jas tiene razón en esto. Es mejor que lo hagamos discretamente. Si avisamos a los investigadores, ellos irán directamente, entrarán por la puerta principal, y encenderán muchas alarmas. Si... si tus papás están bien en ese momento... es casi seguro que los tomarán de rehenes. Es mejor si vamos nosotros. Aunque su voz era firme sin ser agresiva, no estuve dispuesto a siquiera considerarlo. —Discúlpame, Wen, pero ¿entiendes lo que están diciendo? No somos profesionales, es más seguro que nos terminen descubriendo y nos maten, o mínimo que nos hagan algo. Y entonces todas las esperanzas están perdidas. Además, ¿por qué ustedes querrían tomar ese riesgo de todos modos? Soy yo el que debería hacerlo en todo caso. Son m
Aparté la mirada del cielo bruscamente. Me levanté y me pegué al muro como rayo, asomando un poco la cabeza para ver lo que Wendy veía.Tardé unos segundos en verlo, pero ahí estaba. Un camión de remolque, enorme. Apenas podía verse la parte frontal, donde se encontraba el conductor. Entrecerré mis ojos y me concentré en el inferior de una de sus puertas laterales. Una franja roja, no muy ancha, desgastada y sucia, que cualquiera confundiría con una pegatina corriente.—Debemos acercarnos más. Vamos, allá.— Jasmine señaló una furgoneta estacionada y vacía, una decena de metros antes del camión.De pronto, no encontré la fuerza para hacer que mi cuerpo se moviera. Aún segu&i
De golpe caí en cuenta: ¿De verdad había arriesgado mi vida por venir aquí? Quizá todo esto sólo haya sido un poco de suerte, algo que no volvería a pasar. ¿Cómo diablos íbamos a regresar? ¡Ni siquiera sabíamos dónde estábamos! No había señal y ya casi amanecía. ¡Los investigadores iban a pensar que me había pasado algo! Por todas las estrellas del maldito universo, ¿por qué había aceptado venir? No podía creer que de verdad pensé que sólo por unas cuantas pistas iba a llegar mágicamente a dónde tenían a mis padres. Ya habían pasado casi dos días. Claro que no estaban bien, claro que nosotros terminaríamos en algo como esto. No podía creer que había sido tan estúpido. Mi mirada se quedó en el horizonte, desolado, silencioso, y aterrador. ¿Por qué esos idiotas no me llevaron a mí? Al menos mi madre tendría más idea de cómo encontrarme.
Estoy casi seguro de que Scarlett no me reconoció, o ni siquiera me vió. Su semblante asesino no se suavizó ni un poco al pararse frente a nosotros. Pero en ese momento, eso era lo que menos me importaba. Mi mente se había disparado hacia los recuerdos, los pensamientos y las vagas creencias que había tenido sobre ella unas horas atrás. A pesar de que no tenía la más mínima certeza de dónde diablos estaba, cómo iba a regresar, o siquiera si iba a salir vivo de esto, una cosa era segura. Todo esto tenía que ver con The Kingdom. Lo que confirmaba aquello de que Scarlett estaba relacionada con ellos. De una u otra forma. Lo que a su vez significaba que, en efecto, todos esos meses en los que mi idiota ✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Sentí como si la realidad me abofeteara con un siniestro "Te lo dije". Presentía la relación, sospechaba de la conexión. Pero no me imaginé que Scarlett fuera la mismísima hija de aquel monstruo que destrozó el universo sabrá cuántas vidas, que asesinó a los padres de Wendy, y que convirtió a cientos de buenas personas en pequeños demonios que le ayudan a mantener su reinado de horror. Ahora todo aquello de la infidelidad y el fin de nuestra relación sonaba más como una salvación que un castigo. Scarlett continuó hablando, como si eso último no hubiera sido suficiente para digerir. —Pero... justo ahora, ella y yo no estamos en los mejores términos... LXIV. Sagitario A*
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Scarlett me susurró un débil "gracias" al que no respondí. Tomé la capucha, que por suerte era bastante amplia, y me la puse, apenas dejando hueco para mi campo visual. Sólo mi nariz, mis labios y mi barbilla eran visibles. Me acerqué al escritorio para tomar tres de los trozos de tela de mi playera rota. El olor de la droga era bastante fuerte y picaba mi nariz. Como un antiséptico extremadamente concentrado. Scarlett ya se había puesto el pasamontañas cuando me volví hacia ella para entregarle su trozo. Se había recogido su pelo, que hacía un bulto en la parte posterior de su cabeza. Me devolvió la mirada. Sus ojos, que ahora eran lo único que estaba descubierto, se veían más grandes y más expresivos. Te
—¡Scarlett! Mi mente estaba tan distraída con lo que acababa de ver, que el resto de mi cuerpo se encargó de llamarla. —¡Scarlett! Un segundo después, oí sus sigilosos pasos acercarse a mí. —¿Qué pasó? ¿Por qué te detuviste? No respondí. La dirección en la que veían mis ojos lo decía todo. Oí una tenue risita de ella. —¿Lo ves? Te lo dije. Debería decir que me arrepentía de haber hecho lo siguiente, pero en aquel momento me era imposible pensar en otra cosa. Ya nada más importaba. Tomé a Scarlett de los brazos y la atraje hacia mí. La envolví en un abrazo cálido, fuerte y larg