✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ TONY ✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧
Habían pasado un par de horas desde que los forenses y los detectives se habían ido. Mis amigos también. Agradecí que ellos hubieran estado conmigo todo el día.
—Tú confía en que encontraremos a tus papás, chaval.— había dicho José Luis. —Ellos no han hecho nada malo y nada malo tiene que pasarles. Es ley de vida.
Apreciaba la intención de mi amigo, pero sus palabras no tenían mucha fuerza. No había absolutamente nada que me pudiera garantizar que mis padres estaban vivos, mucho menos en buen estado. Alex se había ofrecido a quedarse conmigo aquella noche, pero mi mente estaba demasiado abrumada y exhausta por las últimas veinticuatro horas. Los compañeros de mi madre insistieron en que no podía quedarme solo, pero Salazar hizo una excepción aquella vez.
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧WENDY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Siempre tuve la costumbre de comparar cuando escribía. Sobre todo con la naturaleza: las estrellas, el cielo, el mar, el viento o el fuego. Los ojos de Tony me recordaban a las estrellas supergigantes azules. De esas que tienen la energía suficiente para iluminar miles de años luz de oscuridad a su alrededor. Justo ahora, sus ojos me miraban con auténtica preocupación y deseo de ayudar. A pesar de que, juzgando por su aspecto y el de su sala, parecía que él tampoco la estaba pasando bien. Demoré unos minutos la explicación que le debía. Mi respiración agitada aún me impedía hablar y pensar con claridad decente. Aún me costaba asimilar que ya estaba a salvo. Me sentía como una intrusa en la casa de Tony, sin embargo, él no me había recibido como tal. Todo lo contra
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Tardé unos segundos en reaccionar a su relato. En cuanto lo hice, la envolví en mis brazos, como si pudieran defenderla de todo. —Ya estás bien. No te preocupes. Yo estoy aquí.— le dije para intentar reconfortarla. Nos quedamos abrazados por un tiempo, en el que ninguno de los dos se incomodó. Su respiración se relajaba lentamente, sincronizándose con la mía. El frío de su piel iba desvaneciéndose poco a poco. Durante esos instantes, todos los problemas dejaron de ser importantes, y sólo existimos ella y yo. Cuando nos separamos, volví al mundo real. Una sensación conocida se apoderó de mí. ¿Por qué de repente me sentía tan nervioso? Diría que todo comenzó a tener sentido después de eso, que las piezas comenzaron a encajar solas, pero no fue así. Mi cabeza se atiborró con más confusión e interrogantes. Ella siguió hablando, pero su tono a partir de esa última frase se volvió frío y oscuro. Me lo contó todo. Hasta el último detalle. Al inicio parecía desconfiar, eligiendo cuidadosamente sus palabras y yendo despacio. Pero tras un par de minutos, el relato pareció superarla, como si aquello disminuyera la importancia que tenía el hecho de que llevábamos poco más de un mes conociéndonos. Wendy era originaria de Gisborne, Nueva Zelanda, ciudad de la que huyó con Jasmine, la mejor amiga de su madre, cuando tenía siete años, tras el asesinato de sus padres. Aquel suceso la marcó a fuego, pues además del mero evento, fue algo que nadie vio venLII. Betelgeuse
Un lúgubre silencio tomó lugar tras todo aquello. Wendy lo rompió después de unos instantes que se alargaron hasta parecer siglos. —Sin saberlo, yo había huido con todo lo que mi mamá había investigado. Es por eso que nos buscan. Cuando tenía doce, Jasmine se deshizo de todo, pero guardó una copia digital y la subió a la red donde ustedes la encontraron. —Pero... ¿por qué están tapadas algunas partes?— pregunté, tímido. —Jasmine las tapó para ganar más tiempo, en pocas palabras. Si dejaba la investigación tan descubierta, resolver el caso iba a ser demasiado fácil. Fruncí el ceño ligeramente, confundido. —¿Qué? ¿Eso no hubiera sido mejor? Así podíamos evitar... Así podíamos
✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲ Jasmine jamás supo porqué creyó que podría vivir con las consecuencias de aquel asesinato. No sabía porqué creyó que la gran Reina Victoria no se preguntaría quién asesinó a su esposo, a su Rey. No sabía porqué creyó que no se iniciaría una investigación masiva para dar con el responsable. Y que le esperaba un destino mucho peor que la muerte. Llegó un punto en el que Jasmine se preguntó si había valido la pena salvar a aquel niño. Si el precio no había sido extremadamente alto. Pero era demasiado tarde. Pasados pocos días, sólo había dos opciones: sucumbir a las consecuencias, o idear algo para liberarse de la culpa. Beatrice, su nueva amiga, la había invitado a comer un frío sábado por la tarde a la casa
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ —Por eso el teléfono estaba escondido...— oí la voz de Wendy entre toda la maraña de pensamientos y sentimientos repentinos en mi cabeza. ¿Scarlett tenía algo que ver con el caso de mi madre? Mi mente regresó a los días que ahora parecían surreales. El inicio de nuestra relación. En aquellos tiempos no le di mucha importancia, pero Scarlett nunca hablaba de su vida personal realmente. Había veces que se iba sin razón aparente. Recordé ese día en el restaurante, lo que yo consideré nuestra primera cita. Mi nerviosismo y mis pensamientos que se revolvían cuando Scarlett se acercaba no me permitieron ver que había algo extraño allí. La idea de que me había usado para algún fin perv
Abrí poco a poco los ojos, y por un segundo, no supe dónde estaba. Miré a mi alrededor borroso y a mi lado, distinguí la imponente cabellera de Wendy. Su cuerpo subía y bajaba tranquilamente, al ritmo de su respiración. Y de repente, la paz dentro de mi mente se rompió. ¡Había dormido con Wendy! ¡Literalmente! ¿Cuándo me hubiera imaginado que esto pasaría? Me tomó unos segundos asimilar que aquello había sucedido de verdad. Esperé alrededor de un minuto, congelado, mirando el techo, como si esperara que mágicamente Wendy se desvaneciera y todo resultara ser un bonito sueño. Luego levanté mi cabeza hacia el reloj digital que tenía mi madre en su escritorio. Tuve que ponerme mis lentes para alcanzar a ver la hora: 9:14. Los investigadores llegarían a las diez de la mañana. Me levanté de la cama, tan lento, que si m
Decidí quedarme en silencio, escuchando las hipótesis de Salazar con la mirada perdida y el semblante caído. Poco después, tras las promesas frágiles del detective, subí al cuarto de mis padres, a sacar el teléfono de mi madre, guardado dentro de una de las almohadas. Lo escondí dentro de mi playera y volví al sofá donde estaba Wendy. Ella ya no estaba.Me volví hacia afuera, y la vi de espaldas hacia la casa, con la mano pegada a la oreja. Hablaba por teléfono.Me levanté del sofá y salí de la casa, dirigiéndome hacia ella. Cuando estuve lo suficientemente cerca, oí lo que decía, con un tono que decía que no era momento de interrumpirla. Hablaba entre pausas largas:—Sí,