Me tomé un segundo para procesar la idea de que verdaderamente estaba mirando a Alison y no a una chica muy parecida a ella. ¿Qué hacía ella ahí? Hacía casi dos años que no sabía nada sobre su vida. Cuando recuperé el sentido de la realidad, intenté pasar de largo, fingiendo que no la había visto. Pero para mi mala suerte, cuando terminó de darle su boleto al chico que los estaba recibiendo, su mirada se cruzó con la mía, que estaba justo frente a ella. Noté que a ninguno de los dos le agradó la sorpresa.
Desvié la mirada y seguí mi camino, esperando no volver a encontrarme con ella. Esperanzas que fueron en vano, pues cuando salí del baño y me dirigí hacia mi mesa, el corto cabello castaño claro de mi exnovia se destacó entre los que estaban sentados en las mesas vecinas. Alison se encontraba en la silla más cercana a la mía. ¿Qué probabilidad había de que justo hubiera terminado en ese lugar? Uno entre
Scarlett había llegado al continente apenas tres días antes de entrar a clases, por lo que no había tenido tiempo de nada más que de acomodarse y descansar. No obstante, se sentía feliz. Estudiar en un país latinoamericano le parecía algo exótico y emocionante. Además, México había sido su elección pues era la oferta más lejana de su país natal. Era su deseo alejarse lo más posible del ambiente en el que había crecido. La alarma sonó a las cinco y media de la mañana y ella se levantó temerosa. Era su primer día oficial en aquel país que le era completamente desconocido, cuyo idioma apenas hablaba y estaba sola. Pronto la familia con la que se quedaría la recibiría. Mientras, su madre le había pagado la primera semana en un hotel bastante decente. Realizó la rutina que acostumbraba en Londres: bañarse, vestirse y tomar un ligero desayuno. Después, tomó el transporte en el lugar adecuado
✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲ "Cobardes, como siempre." pensó Jasmine al ver la nota. Debió saber que esa tranquilidad no iba a durar mucho. Por suerte, tenía unos modestos ahorros guardados, por cualquier emergencia. Ahora Sydney ya no era un lugar seguro. Suspiró, tomó un encendedor, y salió al balconcillo a quemar el papel y el sobre. Cuando volvió a entrar al departamento, se sentó en el escritorio, frente a su ordenador. Abrió internet, buscando vuelos próximos. Huirían de nuevo. —¿Jassie?— oyó la delicada voz de la pequeña, llamándola. Venía con su cuaderno en las manos, los ojos brillosos y una sonrisa sincera. —
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧SCARLETT✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧La gente pasaba y pasaba. Yo la miraba, intentando tranquilizarme. Por alguna razón, mis nervios habían aumentado abruptamente desde que bajé del avión, y estaban en su punto máximo al estar ahí parada, en medio del gentío. Lo había pensado durante todo el vuelo: estaba nerviosa por la mentira que le dije a Tony. Aunque parte de ella era verdad, seguía siendo una cruel excusa. La razón por la que estaba en este aeropuerto era por una desagradable coincidencia y un error mío. Por supuesto, en otras circunstancias habría sido un sueño viajar con mi primer novio, pero mientras le daba datos a mi madre sobre Tony y su familia –tarea que me había encargado mi madre en su carta– mencioné que se iría a
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ En la mañana del veinticuatro de diciembre, me desperté bastante temprano. El clima helado me calaba en los huesos. La única despierta en la casa era mi madre, que leía una novela policíaca que yo le había recomendado. Cuando bajé con mi ropa térmica, botas y una chamarra gruesa, me miró por encima de sus finísimos anteojos para leer. —¿No te cansas?— le dije de mofa, haciendo referencia a la novela. —A veces una tiene que ejercitar la mente con cosas que no son realidad. Y qué decirte, está buenísima. —Yo te la recomendé, obvio que va a estar buenísima. Y espera a que llegues al penúltimo capítulo.— respondí, con una pedantería bromista. Había dormido poco más de dos horas la noche anterior al primer día de mi cuarto semestre, pero terminé el quinto libro de Juego de Tronos, una de las sagas que más me he tardado en leer. La somnolencia apenas me permitía percibir la realidad. Después de regresar de Helsinki, me había dedicado a tres cosas: leer, sentarme horas en el patio a intentar ver las constelaciones que nunca encontraba y jugar videojuegos Eran las siete de la mañana y la nueva profesora de Historia Universal hablaba muy animada acerca de lo que íbamos a ver en ese curso. Miraba fijamente la fecha escrita en el pizarrón para no quedarme dormido: 23 de enero. 23 de enero. 23 de... Casi me estampaba contra la paleta del pupitre, cuando la mujer encargada de las inscripciones entró en el aula, con alguien detrás de ella. Saludó a la profesora, e hizo pasar a un chico de estatura media, caXXII. Vía Láctea
✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲ El vuelo más próximo saldría cinco días después. Jasmine siempre procuró salir sólo cuando era estrictamente necesario, y tratando de ocultar su identidad lo más posible durante ese tiempo. La niña estaba de vacaciones, lo que era un alivio, pues salir todos los días a la escuela era considerablemente riesgoso. Una noche antes del vuelo, ninguna de las dos podía dormir. Estaban sentadas en la sala, en silencio, frente al balconcito que daba directo al cielo despejado. El aire nocturno era fresco y agradable. —Jas...— la llamó la niña. Jasmine se volvió hacia ella. —¿Qué les pasó a mis papás? Sé que se fueron y nunca van a volver, pero no sé por qué. Nunca nadie me lo ha dicho. La adulta cerró los ojos un momento, con dolor, buscando una respuesta a e
El cielo aún estaba oscuro. Una delgada capa de nubes evitaba que estuviera completamente despejado, por lo que el brillo de la luna y de las estrellas más grandes se veía difuso. Eran las seis y veinte de la mañana, mis amigos y yo estábamos sentados en las heladas sillas metálicas coloridas del jardín detrás de un edificio de aulas. El frío de inicios de febrero calaba en los huesos. Pero a ninguno le interesaba, pues todos escuchábamos a José Luis con atención.—Y con el tiempo la fui conociendo, y sin querer, me ha molado. Sólo me di cuenta hasta que Zac me lo preguntó una vez. Ahí fue donde lo acepté.— terminó de relatar. Nos intercambiamos miradas, tratando de decirnos algo, que nadie entendía realmente. —Pero no sé si ella siente lo mismo por mí
En la noche mis padres llegaron temprano a la casa, por lo que pasé varias horas con ellos. Durante el camino de regreso, cuando el tema de los idiotas se había enfriado en mi mente, mis pensamientos volvieron al repentino abandono del caso por parte de mi madre. Había tenido la descabellada idea de escabullirme como antes en su ordenador para ver si había algo que aclarara el asunto, aunque para ser honesto no sabía que quería encontrar exactamente. No pensé de manera seria en llevar a cabo mi plan, hasta la madrugada. Mi mente había decidido ponerse más activa que nunca; entre lo que había sucedido aquella mañana con mis amigos, Scarlett, el incidente de los vestidores. Pasada una hora de la medianoche, vi el momento perfecto para traer el ordenador a mi habitación y echarle un vistazo rápido, ya que la contraseña no sería más un obstáculo, puesto que ahora la conocía. Me levanté de la cama y entré al c