Había dormido poco más de dos horas la noche anterior al primer día de mi cuarto semestre, pero terminé el quinto libro de Juego de Tronos, una de las sagas que más me he tardado en leer. La somnolencia apenas me permitía percibir la realidad. Después de regresar de Helsinki, me había dedicado a tres cosas: leer, sentarme horas en el patio a intentar ver las constelaciones que nunca encontraba y jugar videojuegos
Eran las siete de la mañana y la nueva profesora de Historia Universal hablaba muy animada acerca de lo que íbamos a ver en ese curso. Miraba fijamente la fecha escrita en el pizarrón para no quedarme dormido: 23 de enero. 23 de enero. 23 de...
Casi me estampaba contra la paleta del pupitre, cuando la mujer encargada de las inscripciones entró en el aula, con alguien detrás de ella. Saludó a la profesora, e hizo pasar a un chico de estatura media, ca
✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲✲ El vuelo más próximo saldría cinco días después. Jasmine siempre procuró salir sólo cuando era estrictamente necesario, y tratando de ocultar su identidad lo más posible durante ese tiempo. La niña estaba de vacaciones, lo que era un alivio, pues salir todos los días a la escuela era considerablemente riesgoso. Una noche antes del vuelo, ninguna de las dos podía dormir. Estaban sentadas en la sala, en silencio, frente al balconcito que daba directo al cielo despejado. El aire nocturno era fresco y agradable. —Jas...— la llamó la niña. Jasmine se volvió hacia ella. —¿Qué les pasó a mis papás? Sé que se fueron y nunca van a volver, pero no sé por qué. Nunca nadie me lo ha dicho. La adulta cerró los ojos un momento, con dolor, buscando una respuesta a e
El cielo aún estaba oscuro. Una delgada capa de nubes evitaba que estuviera completamente despejado, por lo que el brillo de la luna y de las estrellas más grandes se veía difuso. Eran las seis y veinte de la mañana, mis amigos y yo estábamos sentados en las heladas sillas metálicas coloridas del jardín detrás de un edificio de aulas. El frío de inicios de febrero calaba en los huesos. Pero a ninguno le interesaba, pues todos escuchábamos a José Luis con atención.—Y con el tiempo la fui conociendo, y sin querer, me ha molado. Sólo me di cuenta hasta que Zac me lo preguntó una vez. Ahí fue donde lo acepté.— terminó de relatar. Nos intercambiamos miradas, tratando de decirnos algo, que nadie entendía realmente. —Pero no sé si ella siente lo mismo por mí
En la noche mis padres llegaron temprano a la casa, por lo que pasé varias horas con ellos. Durante el camino de regreso, cuando el tema de los idiotas se había enfriado en mi mente, mis pensamientos volvieron al repentino abandono del caso por parte de mi madre. Había tenido la descabellada idea de escabullirme como antes en su ordenador para ver si había algo que aclarara el asunto, aunque para ser honesto no sabía que quería encontrar exactamente. No pensé de manera seria en llevar a cabo mi plan, hasta la madrugada. Mi mente había decidido ponerse más activa que nunca; entre lo que había sucedido aquella mañana con mis amigos, Scarlett, el incidente de los vestidores. Pasada una hora de la medianoche, vi el momento perfecto para traer el ordenador a mi habitación y echarle un vistazo rápido, ya que la contraseña no sería más un obstáculo, puesto que ahora la conocía. Me levanté de la cama y entré al c
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧SCARLETT✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ —¿Tienes hora libre?— dijo una voz masculina que me sacó del lugar en el que estaba divagando. Me había quedado sentada en la banca junto a la cancha de tenis después de la clase de deportes, mirando al infinito. Todos mis compañeros se habían ido. Zacarías estaba parado frente a mí, mirándome, inexpresivo e ilegible como siempre. —Eh, sí, sí.— respondí, volviendo a la realidad. —Media hora. Mi siguiente clase es a la una y media. Después de un silencio incómodo, él habló. —¿Pasa algo? Parecías ida. No me moví. Él se sentó junto a mí. —No, estoy bien, no te preocupes. Simplemente me quedé pensando.
✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧TONY✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧✧ Sentí como si una excavadora gigante hiciera un hoyo del mismo tamaño en mi mente. ¿Que si Carolina me gustaba? Lo habría negado apenas Scarlett terminara la frase. Pero por algún motivo, mi cuerpo se bloqueó y sólo miré los iris furiosos de mi novia. Había llegado demasiado profundo. A niveles que ni yo mismo había explorado. Me bloqueó la duda. Carolina no me gustaba. No estaba enamorado de ella. Eso era lo que quería creer. Pero en ese momento no me sentí tan seguro de ello. ¿Realmente me había dedicado a pensar en eso? No. Siempre evité el tema, me hacía sentir incómodo, pecaminoso; incluso dedicar pensamientos a ello lo era. Scarlett captó ese momento de duda, su enojo aumentó e interpretó que yo no sabía responderle. —¡¿Entonces por qué diablos estás conmigo?! Si ta
Llegó el sábado. Intentaba evitar cualquier contacto que no fuera estrictamente necesario con Carolina, a veces tenía que ser cortante en extremo. Scarlett y yo volvimos a la normalidad, nos reconciliamos, pero había algo que no se sentía bien del todo. Había una tenue atmósfera de tensión y misterio, ella había cambiado muy ligeramente, un cambio que había percibido de manera muy intuitiva y no sabía explicar de manera racional. O quizá era yo con mi frustrante capacidad para entender mis emociones. Mi padre me pasó a dejar al centro comercial, me dio un poco de dinero, y se despidió de mí. Sentí una vibración en uno de los bolsillos traseros de mi pantalón. Saqué mi celular y miré el mensaje de Scarlett: "No voy a poder ir con ustedes a comer, me salió algo de última hora :( Perdón. Diviértanse." José Luis se quedaba a clases de dibujo. Eran las cinco de la tarde y el aire de febrero estaba frío como el hielo seco. Me enfundé en la chamarra negra de invierno y acompañé a Scarlett a la parada, donde estaba Natalia esperándola, como siempre. Me despedí de ella y en lugar de sentarme a esperar el camión, volví a entrar al campus. Necesitaba hacer algo antes de irme, y este era el momento perfecto.Sentí empatía por Zacarías, pero esta no duró mucho. Una culpa me había invadido, un sentimiento de responsabilidad por haberlo juzgado. Hasta que un breve recuerdo me soltó una bofetada repentinamente. José Luis solía contar anécdotas de su vida sin ton ni son, un detalle que todos adorábamos de él, pues las relataba de una manera muy divertida.XXIX. Universo Observable
Aquellas románticas sensaciones no duraron mucho. Las cosas volvieron a tensarse. Tres días después, había salido a comer como normalmente lo hacía, a la cafetería, con mis amigos. Cuando llegué, Natalia, Alex, y la chica que venía con él aquel día, Violeta, ya estaban ahí. Escuchaban a Alex, quien parecía estarles contando una anécdota. Me senté y me uní a la conversación. Esa historia ya me la sabía. Era la de aquella vez que su madre casi lo corre de su casa por llevar un perro que había encontrado de regreso. A mi amigo le encantaba ponerle emoción a esa historia, para expresar qué tanto le importaba la protección de los animales. Así, pasaron más de veinticinco minutos. Jorge llegó, Bruno y José Luis también. Andrea pasó a saludar. Incluso me saludó a mí también, sin forzar nada. Pero no había señal de Zacarías y Scarlett. Me extrañé mucho. En real