— Todas siempre al inicio se creen esos cuentos de fantasía. Los clientes le dicen que la van a sacar de esta vida y caen redonditas – bufó una de las doncellas. — ¿Quiere decir que él se fue? ¡Dime por lo claro! - Aysling le gritó sin podérselo creer. — ¡¡Se fue maldici0n, solo te usó para desaho
No parecía una mala persona, pero ya desconfiaba de todo y todos en este sitio, sin embargo, no tenía otra opción. — Muchas Gracias – le volvió a agradecer y comenzaron a echar a andar con la mujer apoyándola - ¡Espere un momento! Dio unos pasos atrás y recogió la pequeña bolsa con algunas monedas
— Gracias – Aysling tomó una taza de té caliente que le pasó la Sra. Petra. Habían caminado un largo trecho, despacio y dando tumbos, hasta una pequeña casita de madera donde vivía esta anciana. — Desde que nos conocimos solo has dicho gracias, ya te dije que no tenías que ser tan formal – suspiró
Aysling tendría un duro camino por delante para recuperar su puesto como la legítima mate, pero ahora mismo, solo iba rumbo a la posada, después de que la gentil Sra. Petra de verdad no la engañó y le dio su ayuda. — ¡Aysling, ¿dónde estabas? ¡El posadero me dijo que desde ayer que saliste a trabaj
Aysling estaba estupefacta. Charlie le había dicho que utilizarían un talismán especial para llegar a su casa, porque no se podían teletransportar así como así al interior y luego entendió el porqué. ¡Estaban dentro de un palacio! — Char… Charlie, ¿esto qué significa? Agarró con fuerza la manga d
Mientras tanto, en otro lado del palacio. — ¿Es así? – Lea le hizo señales a la mujer que le masajeaba los hombros a su espalda y la doncella se detuvo. Caminó por la piscina de aguas templadas llenas de perfumes delicados y salió desnuda, siendo enseguida tapada con una bata transparente. Su lar
Azura estaba molesto e irritado. Cualquier mínima provocación desataba su cólera y su mal carácter, que de por sí no era muy estable, pero desde el momento en que supo que esa pequeña hembra escapó de su control, no había quien estuviese a salvo de su aura intimidante. Miraba a la pista de baile h
— Azura… — se atrevió Lea a decirle el nombre — Ya te acompañé un rato, tengo asuntos importantes de la corte que atender – la interrumpió y con la misma se levantó, haciendo que todos volvieran a estar en tensión. Lea vio su espalda al irse y su dragona interior rugía por matar. Había que ser e