Ya la habían visto desnuda, al limpiarla, no permitirían que nadie más tocara a su mate y ella era hermosa. A pesar de que casi enloquecen al ver los maltratos a que fue sometida, su mujer, hacía que toda la sangre de su cuerpo se acumulara en un solo punto y esas eran sus enormes pollas. “Maell,
Rose se sentía débil, pero su convicción era fuerte. Con un camisón de dormir y a penas un fino abrigo por encima, pantuflas en los pies y aspecto de mujer loca, comenzó a escabullirse por entre las casas de la manada, buscando el amparo del bosque. La tarde estaba bien avanzada, de hecho, ya casi
— Aquí se siente su olor, pero ¿dónde pudo haberse metido? – los dos guerreros llegaron hasta el callejón, pero estaba vacío, solo con una vieja carreta de madera, algunos barriles vacíos, pero ni rastro de Rose. — No tiene salida, ni manera de haber escalado este muro. — Aquí hay una puerta que d
Antes de que lo averiguara, un fuerte golpe cayó en la parte posterior de su cabeza y la hizo desmayarse en el suelo como un pollo muerto. — Esta es una oportunidad caída del cielo, vamos a avisarle enseguida a la jefa, para ver que hace con esta humana – el cantinero, que estaba detrás de Rose y e
— ¡Querida manada, démosles la bienvenida a los cachorros de Antiguo, ah no, ahora hay que decirles, a los Alfas! – la voz de la mujer resonó burlona y todos alrededor comenzaron a murmurar y a reírse. — Eres la mujer que estaba loca obsesionada con el Alfa Cohen ¿Qué haces aquí y como te atreves a
Desde que Rose fue hecha prisionera y llevada a la plaza, se preguntó, ¿qué clase de destino de mierd4 era este que le había tocado? Siempre tenía que estar en el medio de algo turbio y ser el personaje más débil, la manzana de la discordia y ahora, le tocaba ser la rehén. Cuando vio al enorme hom
Rose se quitó las viejas pantuflas que, por suerte, eran como tipo zapatillas, si no andaría como loca corriendo descalza por el bosque. Su tobillo palpitaba y ya pasaba de rojo a un púrpura un poco escandaloso. Con cuidado de no resbalarse, comenzó a dar sus pasos, internándose en la fría agua.
— Si de verdad te damos tanto asco, créeme que lo sabremos, nunca te obligaríamos a algo que realmente no quieres. — Ya que tu boca mentirosa nos niega tanto, entonces probemos si tu cuerpo es más honesto. — Eso que me pides, yo… — Déjanos tocarte solo por cinco minutos, Rose, si no logramos hac