- Quiero volverte a decir que eres más que bienvenida al clan- Rudolf comenzó a hablarle, mientras caminaban suavemente por el jardín, lleno de rosas rojas. - No sé bien la razón por la que te alejaste, pero espero que esta vez hayas regresado a quedarte. - Nosotros somos tu clan, cualquier probl
- Nagy, no, te lo suplico, solo dame una oportunidad de explicarme, mis motivos, mi obsesión por ella. - Entendí que eres lo más importante para mí, para nosotros, que nada más está por encima de todo lo que me haces sentir aquí… – Michael se golpeó el pecho con fuerza, acercándose a ella suplicant
- Gaves ¿crees que Nagy nos ha mentido? – Constanza le preguntó a su esposo, preocupada, como si estuviesen hablando de la vecina y no de su única hija. - Nos mostró que podía beber de nuestra sangre sin problemas – el esposo sentado delante de la chimenea de la biblioteca, le respondió pensativo.
- Sé que siempre has sido una soplona, pero esta vez seré yo quien te quite todo lo que deseas, así que prepárate, porque te voy a hundir hasta el fondo sin compasión. - El príncipe sabe muy bien quién es la que le conviene, solo eres una put4 llamativa que lo deslumbró, pero no es lo mismo una muj
Michael la había estado espiando todo este tiempo, mirándola desde lejos y pensando en todos los planes que tenía para acercarse a ella y reconquistarla. - Solo nos conocimos de paso, he viajado mucho y he conocido a demasiadas personas. Espero que haya estado bien, Sr. Michael- Nagy le explicó al
Michael cerró los ojos con cansancio, sabía que su lobo tenía la razón. Esperaría y aguantaría, porque la recompensa lo valía todo. Pero estas m4lditas vacaciones, estaban rivalizando con las torturas que había tenido que soportar. A pesar de que la tal prometida del príncipe, siempre estaba cerc
Nagy abrió los ojos con horror al ver el enfrentamiento. Estaba un poco oscuro, pero a través de la luz de la luna vio a un lobo enorme enfrentándose con Rudolf. Porque sí, esa criatura se parecía a un lobo, solo… que nunca había visto a un lobo así, tan… herido. No percibía los detalles, pero es
Michael no quería ni oír mencionar el nombre de ese idiota. ¿Cómo se había atrevido siquiera a acariciar e intentar besar a su compañera? ¡Y justo en su m4ldita cara! Amath había mandado al caraj0 la prudencia y la paciencia, en cuanto vio a ese macho queriendo aparearse con su hembra, una ira ext