Solo ganaba tiempo, mirando nerviosa hacia su escolta, que estaban desesperados intentando romper el hechizo de bloqueo, que Michael les había puesto en la entrada. Como siempre, ella misma se tendría que salvar, menos mal que nunca confiaba en nadie y siempre tenía su plan B disponible. - Elizabe
Nagy sentía que daba vueltas y más vueltas, que una frialdad se metía por dentro de los huesos y la estaba asfixiando. Sus pulmones se ahogaban, no podía respirar. Entonces, de nuevo, un sorbo de aire y luego, remolinos y oscuridad. Abrió los ojos de repente, gritando y respirando agitada. Le do
Amath había dormido durante siglos, bajo las restricciones que él mismo se había impuesto. No quería vivir, solo que no podía morir si Michael seguía con vida, así que como nada le interesaba en este mundo, simplemente se sumió en la oscuridad, por voluntad propia. Pero últimamente había una luz q
¡Espera, lo que él buscaba era a Nagy!, quizás sí tenía una manera de salir de esta amenaza mortal. - ¡Hay una información que tengo y sé que te interesa, es sobre ella, si me matas, nunca lo sabrás! - le gritó con voz temblorosa. Michael se detuvo un segundo y lo miró con esos ojos, que más que g
Nagy había pasado varios días, en lo que parecía una isla salvaje, casi desierta, y el casi era, por la presencia de esa misteriosa anciana y ella. La vampiresa determinó que la señora, un poco gruñona, por cierto, era como una especie de bruja, pero al igual que todas las razas, las mismas brujas
Amath, estaba también en modo desesperación total, no paraba de olfatear por todos lados buscando un mínimo rastro, pero nunca podrían dar con la isla donde se encontraba recluida, ni así la tuviesen delante de sus narices. “Amath no sé qué más hacer, no me rendiré, nunca lo haré, pero te juro que
Nagy se llevó la mano a la boca en pánico y los ojos llorosos, al igual que su misma imagen de tantos siglos atrás, cuando tuvo deseos de alimentarse por primera vez de alguien que no fueran sus padres. Terminó, no solo acabando con una vida inocente, sin querer, sino ahogándose con la sangre que l
Se eligieron a ellos mismos y su fachada de perfección por encima de su hija. Le pusieron un collar, justo como el que Nathan le había puesto, que marcaba su vida como esclava. Nagy inocente, confió en ellos. La engañaron diciéndole que se fuera por las buenas, que todo era para curarla, que lueg