Nagy sonreía como una gata satisfecha, que le había dado varias probadas al pescado que deseaba y estaba a punto de comérselo. En estos días, no perdía oportunidad para asaltar a Michael en cualquier momento. Lo mejor de todo, era que percibía avances. Con su descaro y la resistencia cada vez me
- ¡Alto, qué quieres y cuáles son tus intenciones! ¡Esto en una cripta privada y no se le permite la entrada a cualquiera! – la detuvo uno de los hombres lobos de la entrada. - Soy una vampiresa del Clan Bâlan y vengo a participar en la subasta- respondió con tranquilidad y gracia, ocultando el odi
- Lo siento mucho Freya, pero yo no puedo hacer nada, como bien sabes, fui expulsada del clan y ya nunca más volví. Siento lo de tus padres y tu situación- Nagy le dijo con sinceridad, mirando a su amiga de juegos en la infancia. Ella no había tenido la culpa, pero era cierto que nada podía hacer.
- ¿Entonces cayó en la trampa? - preguntó uno de los encargados de la subasta, a la mujer que había examinado a Nagy desnuda, al inicio. - Sí, se creyó muy inteligente y la vampiresa que estaba en la jaula, la engañó por completo. - Además, pensando que no nos daríamos cuenta de sus movimientos-
¡Espera, eso no era el resultado que él quería! Entonces miró rápido hacia Nagy y el alma se le cayó del pecho, por la mirada de completa decepción y dolor que ella le estaba dando. Nagy no sabía por qué razón seguía siendo tan ilusa. Parecía una masoquista que le gustaba que su corazón fuera pi
Michael no estaba dispuesto a irse, no sin Nagy y aunque sabía que era una locura, estaba dispuesto a todo por remediar su error. La escena se quedó estancada y nadie quería ceder, hasta que uno de los empleados llegó y le susurró algo en el oído al encargado. - Sr. Soto, ¿usted permitiría que la
Cuando Nagy abrió los ojos, estaba acostada en una suntuosa cama con sábanas de seda. Se encontraba un poco desorientada y recordó que había sido drogada antes de salir del sitio de la subasta. Enseguida se examinó el cuerpo y suspiró al encontrarse con las mismas ropas y sin signos de haber sido
Tan deliciosa, tan perfecta, esos labios tan rojos y sensuales, esa piel tan blanca, esos pezones tan rosados y chupables ¿qué se sentiría hundirse por completo en la suave vagina entre sus piernas? Sus bolas se tensaron y su cabeza cayó hacia atrás con un gruñido bajo, que se escuchó en la habitac