Isabella recién se había levantado y ya Meyers no estaba en la cama, por lo que inconscientemente se acurrucó en la almohada de él, buscando su aroma, aún no se había dado cuenta, pero cada vez más buscaba la manera de sentirlo de alguna forma. Ella hoy no tenía que ir a la universidad y tampoco al trabajo porque él le había dicho después de llevarla al hospital que hoy tomara un día de descanso y aunque ella se había negado él insistió y había sido bastante amable con ella por lo que no quiso negarse más y aceptó, no quería arruinar las cosas y que él dejara esa amabilidad a un lado. Cuando estaba estirándose en la cama, escuchó su teléfono sonar. — Isabella, ¿Fuiste a la empresa de tu padre? — Fue lo primero que Sonia preguntó apenas Isabella le atendió la llamada y en ese instante ella sintió la necesidad de golpearse a sí misma por haberse olvidado de esto, entre la universidad, su trabajo y estar al pendiente de Oscar lo había olvidado por completo. — No, lo siento Sonia, lo o
Isabella suspiró y salió del baño en silencio, pero sin poderlo evitar sintió la necesidad de acercarse de nuevo al área de la empresa donde estaban sus tíos, solo que está vez con cuidado para que no la notaran. Al quedarse a un lado muy cerca y escondida empezó a escuchar de lo que hablaban. — Deja de preocuparte tanto Roberto, ya todo está resuelto, así que mantente calmado, todo saldrá bien, no debes perder la calma tan fácilmente, eso levanta sospechas y no es lo que queremos en este momento. — Se escuchó la voz de Ricardo e Isabella frunció el ceño confundido, tratando de encontrar una respuesta a lo que se estaban refiriendo. ¿Qué estaba resuelto? ¿De que iban a levantar sospechas? ¿Que estaban ocultando? — Eso esperó, no debemos dejar ningún cabo suelto. — Sentenció Roberto y con esto el corazón de Isabella se aceleró, por alguna razón que no entendía estaba más nerviosa y preocupada y lamentablemente no podía quedarse más tiempo, tenía miedo de que la descubrieran y además
Después de una hora, Isabella ya estaba un poco más calmada y vio a Carla bajar las escaleras para luego retirarse a la empresa, por lo que decidió subir para hablar con Bastian. — Bastián. — Llamó al tocar la puerta de la habitación del pequeño. — No quiero hablar contigo, vete de aquí. — Gritó el niño al otro lado molesto y el corazón de Isabella volvió a apretarse. — Lo siento si hice algo para molestarte, así que cuando estés listo puedes venir a hablar conmigo y lo aclaramos. — Suspiró Isabella abatida recostándose de la puerta, pero al darse cuenta de que no recibiría ninguna respuesta, se fue a su habitación. Acostada en la cama comenzó a sentirse un poco sobrepasada, estaba muy preocupada por su padre, por la empresa y por los sentimientos que empezaba a tener por Meyers, tenía miedo de que esto último pudiera lastimarla mucho. Sabía que estaba aquí por un contrato y cuando esté terminé no sabía si aún él querría continuar casado con ella, además que Bastián quiera que ell
Pronto subieron a Isabella a un helicóptero, mientras Meyers la miraba ansioso y preocupado, ella se retorcía del dolor y no dejaba de sudar, emitiendo pequeños gemidos por el dolor, haciendo que él se pusiera mucho más ansioso, con su corazón doliendo al verla así, no soportaba que ella estuviese pasando por tanto dolor y tenía miedo de no llegar a tiempo al hospital, ya que no sabía ni siquiera hace cuánto había sido mordida. — Tienes que estar bien mi princesa, vas a estar bien, no se que haría sin ti, así que no puedes dejarme. — Espetó él besando la frente de Isabella con amor y aunque ella estaba ya bastante débil y adolorida, al escuchar esto sintió como cierta calidez la invadía, está era la primera vez que él la llamaba de esta manera, con tanto cariño en las palabras del hombre que se había estado enamorando, no pudo evitar emocionarse, esto tenía un gran significado para ella. Cuando llegaron al hospital, ya un equipo médico los estaba esperando, ya que habían llamado par
Al día siguiente Meyers no dejaba de mirar a Isabella esperando que ella finalmente se despertara, ella había pasado toda la noche durmiendo y él solo había podido dormirse unas pocas horas, tanto por la incomodidad del sillón como por las preocupaciones que tenía en mente. — ¿Dónde está Bastián? ¿Está bien? — Preguntó Isabella al apenas despertar, aún un poco adormilada. — No te preocupes, él está bien, lo llevaron a casa para que descanse, ¿Tú cómo te sientes? — Cuestionó él, al ver que la primera pregunta de ella era sobre Bastián se sintió un poco más tranquilo y tomó la mano de ella. — Bien y gracias por ayudarme. — Dijo ella sentándose en la cama mientras lo miraba con cierta timidez, al verlo no pudo evitar recordar la forma en la que la cargo y luego mientras la abrazaba le decía que no podía dejarlo. Con solo este recuerdo su corazón quería salirse de su pecho y quería abrazar a este hombre que la estaba volviendo completamente loca de amor. — De nada, llamaré al doctor
Después de terminar de hablar con Bastián, Meyers la llevó a la habitación y al apenas entrar le dio un pequeño beso en los labios. — Lo siento por desconfiar de ti, pero necesitaba asegurarme que no fuera cierto lo que Carla me había dicho. — Se disculpó al separarse del beso, acunando la carita de ella entre sus manos. — No te preocupes, lo entiendo. — Dijo ella con una pequeña sonrisa, pensaba que en su lugar ella también hubiese hecho lo mismo. — Eres asombrosa, me encantas. — Espetó antes de volver a besarla, pero está vez era un beso más apasionado y posesivo. Isabella correspondió al beso rápidamente con su corazón desbocado, sentía que las mariposas en su estómago revoloteaban sin parar y su cuerpo estaba muy caliente, era un poco extraño, pero él lograba que ella sintiera tantas cosas que ni siquiera entendía, solo sabía que se estaba enamorando y adoraba tenerlo cerca y besarlo. Meyers tentado por la belleza de Isabella, se sentía muy caliente y ya no podía soportarlo,
El día de ayer después de hacer el amor los dos pasaron el día juntos, Meyers había estado consintiéndola en cada cosa que podía, le había mandado a traer un ramo enorme de rosas mientras la llenaba de todas las atenciones posibles, haciendo de ese un día maravilloso para que quedara en la memoria de ella para siempre y mientras esto sucedía Isabella se había olvidado por completo de su teléfono, ya que no se lo había llevado el día que Bastián se perdió en el bosque ya tenía dos días sin teléfono y hoy recién se acordó que debía comunicarse con Sonia y al buscar su teléfono se dio cuenta que este estaba apagado. Después de ponerlo a cargar se dio cuenta que tenía muchas llamadas perdidas de ella y la llamó de inmediato, preocupada. — Isabella te tengo que decir algo muy importante, por favor toma asiento si estás de pie. — Dijo Sonia apenas le contestó y su voz sonaba bastante triste, lo que hizo que Isabella se tensara. — Dime, ¿De que se trata? Yo también quería hacerte algunas
Isabella estaba completamente destrozada, pero hoy igualmente tenía que prepararse para despedir a su padre y eso la estaba matando. — Mi princesa, ¿Ya estás lista? Ya casi tenemos que irnos. — Dijo Meyers al entrar a la habitación, abrazándola por la espalda, él estaba siendo lo más cariñoso que podía para que ella supiera que él estaba para apoyarla, cuidar de ella y levantarla de este oscuro fondo en el que estaba cayendo. Isabella se volteó y lo miró a los ojos, sin poder evitar pensar que por lo único que seguía de pie era por este hombre que había estado cuidando de ella, tratando que se sintiera mejor, porque si él no estuviera en su vida, después de enterarse de la muerte de su padre ella no sabía si podría continuar viviendo. — Es tan difícil, estoy tratando de comprender lo que sucedió pero simplemente es demasiado difícil, aún no puedo creer que él esté muerto, era un hombre muy fuerte y estaba por salir de prisión, nada de esto tiene sentido. — Musitó ella mientras sus