—Estoy bien, Logan, solo me siento un poco incómoda. No te preocupes —respondió Rachel, apretándole la mano con suavidad—. Podemos esperar a que termine el juicio. Todavía no es el momento.Logan frunció el ceño, visiblemente preocupado. Sabía que Rachel era fuerte, pero la idea de que pudiera estar teniendo contracciones en medio de aquel juicio lo inquietaba sobremanera.—Rach, querida, si sientes algo más fuerte, no tienes que quedarte aquí —insistió Logan—. Podemos irnos al hospital ahora mismo.Rachel negó con la cabeza, decidida.—No, Logan. Quiero ver esto hasta el final. Aún es soportable. Si las contracciones empeoran, te lo diré, pero de momento estoy bien, no son tan frecuentes.Logan no estaba completamente convencido, pero al ver la determinación en los ojos de Rachel, decidió confiar en su juicio. Aunque todavía inquieto, asintió y mantuvo la mano de su esposa entre la suya.Mientras el juicio continuaba, comenzaron a ser presentadas las pruebas irrefutables que tanto el
Mientras Logan y Rachel se encaminaban apresuradamente hacia el hospital, y a pesar de las contracciones, Rachel no pudo pensar en Cherry. Durante las semanas posteriores a la captura de Joseph, y después de haber sido testigo de los crímenes cometidos por el hombre que se había enamorado y de haberse involucrado en ellos, directa o indirectamente, Cherry había optado por colaborar plenamente con las autoridades. Por lo que, gracias a la información que había proporcionado y a su testimonio, había logrado ser juzgada obteniendo una condena mínima de cinco años.Por su parte, Logan no podía apartar la vista de la carretera, salvo en las ocasiones en las que miraba a Rachel de soslayo, comprobando que estaba bien. El camino se le estaba haciendo interminable, pero no tenía tiempo para detenerse a pensar en el recorrido ni mucho menos en los kilómetros. Lo único que ocupaba su mente en ese momento era Rachel, quien, sentada a su lado, tenía el rostro pálido, mientras posaba una mano sobr
Logan se quedó sin palabras por un momento, atrapado en la intensidad de sus ojos. Ella, a pesar de todo lo que estaba pasando, le había confesado lo que él había estado esperando desde hacía tiempo. Sin embargo, escuchar esas palabras ahora, en ese momento tan especial para ambos, durante la llegada de su hijo, lo golpeó con una fuerza inesperada.—Yo también te amo, Rachel —respondió finalmente, con la voz cargada de emoción—. Desde el primer día supe que eras diferente. Eres todo para mí.Rachel sonrió con suavidad, aunque el dolor no dejaba de aumentar. Su mano apretó con más fuerza la de Logan mientras la doctora continuaba dando indicaciones. El trabajo de parto estaba en pleno apogeo, y Logan no apartaba los ojos de su esposa, admirándola más que nunca.El reloj parecía haberse detenido, y Logan se encontró reflexionando sobre todo lo que habían tenido que pasar desde el inicio. Y, sin embargo, allí estaban, juntos, a punto de traer una nueva vida al mundo, a pesar de todo.Fin
Dos días más tarde…La cálida luz de la tarde bañaba las calles de la ciudad mientras Logan conducía en silencio en dirección a la casa de los padres de Rachel. Los últimos rayos de sol creaban sombras alargadas, mientras los árboles se mecían con lentitud al compás de la suave brisa. Dentro del coche, el silencio era sumamente cómodo, aunque cargado de emoción y de una ligera expectación. Rachel se encontraba en el asiento trasero, junto a la pequeña Esperanza, quien dormía profundamente en brazos de su madre, con los puños cerrados y las mejillas sonrosadas. Era la primera vez que salían como una familia, y aquel sería el primer encuentro de Elmer y Moira con la pequeña recién nacida.Rachel no podía evitar sentir una mezcla de emoción y de ansiedad. Aunque el nacimiento de la pequeña Esperanza había llenado sus días de felicidad, el reencuentro con sus padres, después de todo lo que había sucedido con Joseph y el caos que lo había seguido, le hacía sentir un apretado nudo en la boc
La sala de estar de la casa de los padres de Rachel era tal y como la última vez que había estado allí: cálida, acogedora y llena de recuerdos. La chimenea, aunque apagada debido al clima templado, seguía siendo el centro de la habitación. Los grandes ventanales permitían que la luz del atardecer inundara el espacio, creando un ambiente cálido y familiar. Rachel se sentó en uno de los sofás, sosteniendo a Esperanza en sus brazos mientras Moira se sentaba junto a ella, sin apartar la mirada de su pequeña nieta.—Es increíble cómo un bebé puede cambiarlo todo, ¿verdad? —repuso Moira, acariciando la mano de Esperanza con ternura—. De repente, todo lo demás parece… insignificante.Rachel asintió, aunque sabía que no todo era tan simple. Había muchas cosas que aún pesaban sobre su mente, especialmente cuando pensaba en Joseph. Su traición, el sabotaje, y todo lo que había sucedido en los meses anteriores seguían siendo una carga que llevaba consigo, aunque ahora trataba de concentrarse en
El aire en la habitación estaba cargado de una inquietante tranquilidad, una calma que no traía paz, sino una aceptación silenciosa del final inevitable que cada segundo estaba más cerca. El sol de finales de otoño iluminaba la ventana de la habitación de Esperanza James, la matrona de la familia, cuyo deterioro en las últimas semanas había sido evidente para todos. Su piel, más delgada y pálida que nunca, se arrugaba suavemente mientras yacía en la cama, mientras sus ojos, a pesar de mostrarse cansados, seguían brillando con la chispa de alguien que había vivido grandes experiencias, luchas y, sobre todo, ha conocido el verdadero amor por la vida.Logan y Rachel habían llegado esa mañana a la mansión de la abuela, con la pequeña Esperanza, conscientes de que la salud de la anciana se había deteriorado a pasos agigantados desde la última vez que habían estado con ella, cuando conoció a su pequeña bisnieta. Y todos sabían que el final estaba más cerca de lo que deseaban. Solo estaban e
Después de unos minutos, Esperanza volvió a abrir los ojos, enfocándolos fijamente en Logan con una expresión llena de un profundo amor.—Logan, mi querido niño —murmuró—. Prométeme que seguirás adelante, que cuidarás de Rachel y de tu hija. Prométeme que serás feliz. Eso es todo lo que quiero. Siempre he deseado verte realizado y ahora… siento que puedo irme en paz.Logan, incapaz de contener las lágrimas, asintió mientras apretaba la mano de su abuela con fuerza.—Te lo prometo, abuela. Te lo prometo.Las últimas palabras de Esperanza fueron suaves, apenas un susurro, pero llenas de significado.—Entonces… estoy en paz —murmuró, mientras se quedaba dormida, con las fuerzas agotadas.Unas horas más tarde, la habitación de la mansión estaba bañada en una calma profunda, una quietud casi sagrada, mientras los últimos rayos del sol se deslizaban por las cortinas, creando patrones dorados que jugaban en las paredes. Los sonidos amortiguados de los equipos hospitalarios que habían enviado
Una semana después…Había pasado una semana desde el fallecimiento de la matriarca de la familia James, y la vida de Rachel y Logan había vuelto a su curso, aunque de una manera totalmente diferente, como si el legado de la abuela los impulsara a seguir con más determinación y coraje que nunca. La mansión, que antes había estado sumida en un abrumador silencio tras el funeral, ahora resonaba con los sonidos cotidianos de una familia que estaba aprendiendo a vivir como tal.Rachel se encontraba enfrentándose a uno de los mayores retos de su vida: ser madre primeriza. Ni siquiera empuñar un arma le había parecido tan difícil como mantener con vida a un pequeño ser humano que no sabía hacer más que babear, hacer del baño, comer y respirar. Aun así, la pequeña Esperanza, era la luz de sus días, una bebé bastante tranquila, a pesar de requerir toda su atención.No obstante, equilibrar su vida como madre con su regreso a la empresa la hacía sentirse agotada, a pesar de que Logan la ayudaba