Seis cajones que funcionaban como cunas improvisadas estaban dispuestos de manera caótica, rodeados de cajas de cartón, cobijas sucias y plásticos. Los pequeños cuerpos de los bebés estaban arropados en mantas raídas y descoloridas. Algunos dormían, ajenos a la terrible situación en la que se encontraban, mientras que otros se movían inquietos y lloriqueaban, como si pudieran ser conscientes del peligro en el que se encontraban.Logan avanzó con lentitud, sintiendo como su corazón martilleaba en su pecho, buscando frenéticamente con la mirada a su sobrino, a quien ni siquiera conocía, entre los rostros indefensos. Sin embargo, el parecido con su hermana, a pesar de ser un recién nacido era innegable, por lo que su respiración se detuvo por un instante al verlo en uno de los últimos cajones.—Ahí está —dijo en un susurro, señalando la cuna donde el pequeño, aún con restos de sangre seca en su piel, respiraba con suavidad.Montgomery lo detuvo, posando una mano sobre su hombro, y en voz
Rachel se encontraba sentada en el sillón de la sala de espera del hospital, donde había decidido esperar a tener noticias de la operación de rescate de los bebés.Se sentía nerviosa y sumamente inquieta. Sabía que Logan estaba en el muelle con Victor, lidiando con los traficantes y tratando de recuperar a los pequeños, que en su mayoría eran recién nacidos, incluido su sobrino. Miraba su teléfono, deslizando el dedo en modo automático, aunque la realidad era que no podía concentrarse en nada más que la necesidad urgente de dar con los responsables de aquel crimen. Porque, si bien su relación con Lorelai no era cercana, ni siquiera lo era del todo con Logan, lo que sí era cierto era que, como mujer que esperaba un hijo, no podría por nada del mundo que se lo arrebataran de esa manera.En momentos como esos, no importaba quién fuera la víctima, ni qué relación te uniera a ella, si odio, amor o indiferencia; lo importante era estar unidos; y Lorelai, al igual que su esposo Charlie, nece
—¿Qué? ¿Desde cuándo tienes un arma? ¿Y cómo es eso que tienes licencia de tiro? —preguntó, incrédulo.Rachel esbozó una pequeña sonrisa, aunque él no pudiera verla, mientras sus manos temblaban por la tensión.—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Logan James, y esta es una de esas. Pero no te preocupes, aunque no soy una experta, sé lo suficiente. —Sabía que no podía permitirse errores, pero también sabía que no podía dejar que Logan la viera como una víctima indefensa que no podía con aquello.Logan suspiró al otro lado de la línea, su tono cambiando de la frustración a la sincera preocupación.—Rachel, por favor, no hagas ninguna locura. Prométeme que no actuarás hasta que yo llegue. No me perdonaría en la vida, si te pasara algo. —Había una urgencia en su voz que Rachel no había escuchado hasta ese momento.Ella lo pensó por un momento, sintiendo como el nudo en su estómago se apretaba. Sabía que estaba actuando por impulsos, pero también era consciente de que no podía perder más
El silencio que siguió después de las palabras de Rachel fue ensordecedor. Joseph, parado detrás de Caroline, se quedó congelado al verla. Su rostro se tensó, lleno de sorpresa y de pánico. Nunca había imaginado que Rachel, la mujer que siempre había sido discreta y calculadora, y a la que siempre había considerado totalmente ingenua, aparecería así, en medio de su escondite.Sin embargo, lo que más lo desconcertó fue la peligrosa calma en su mirada y el hecho de que estaba sola.Caroline, por su parte, intentó mantener la compostura, pero en sus ojos se vio su clara sorpresa y el creciente miedo. Apretó la copa de champán con fuerza, como si quisiera aferrarse a ese momento de victoria que parecía desmoronarse ante sus ojos, antes de alar la barbilla y decir, intentando recuperar su tono petulante y sarcástico.—¿Qué clase de asuntos pendientes, querida? No sabía que hubiera algo pendiente entre tú y yo. No sé de qué hablas.—¿En serio, no sabes? ¿Entonces por qué están aquí los dos?
Logan, con el rostro endurecido por la rabia y la preocupación, salió disparado hacia el pasillo, con las pisadas resonando como un eco sordo que acompasaba su furia. Victor lo seguía de cerca, mientras varios policías corrían tras ellos, intentando mantener el ritmo. La adrenalina recorría cada fibra del cuerpo de Logan, alimentando su ira, su frustración, y el miedo a perder de nuevo el control sobre la situación.—¡Allí! —gritó Logan, sin voltear, como si las palabras pudieran empujarlos a ir más rápido.Sin embargo, antes de que pudieran reaccionar, en ese breve momento de confusión y caos, Joseph, con una mirada calculadora y el corazón a mil, aprovechó la distracción. Su cuerpo se movió ágil, como un felino acechando a su presa, pero esta vez, la presa era la libertad. Se lanzó hacia la salida de emergencias, cuya puerta, camuflada con precisión, apenas era visible para quienes no conocían el terreno. Un movimiento que él había preparado de antemano, porque, aunque Caroline conf
Rachel, sintiendo la mirada de Logan, lo observó de reojo, con una sorprendente calma. Sus ojos, todavía brillando con esa determinación que le había permitido sobrevivir a todo aquello, no dejaron lugar a dudas.—Está todo bien. No voy a disparar —dijo con voz firme, pero controlada, mirando a los oficiales que apuntaban sus armas hacia ella.Lentamente, bajó el arma. Sus movimientos eran calculados, pero no aflojó la presión en Caroline hasta estar completamente segura de que la situación estaba bajo control por parte de la policía.Caroline, jadeando y completamente derrotada, se desplomó en el suelo cuando Rachel finalmente la soltó. Su rostro, que minutos antes había estado lleno de arrogancia, ahora mostraba pura resignación mientras las lágrimas surcaban sus mejillas y emborronaban su maquillaje.Un segundo después, el sonido de los grilletes rompió el silencio, metálico y definitivo. Uno de los policías que había permanecido en la escena se acercó rápidamente, y con el rostro
Después de salir del hotel, con Caroline arrestada, Rachel se encontraba sentada en una pequeña sala de interrogatorios. Sabía que no estaba allí acusada de nada, y que Victor la había llevado hasta allí con el fin de saber, de entender, pero aun así no pudo sentirse observada e incómoda, por lo que, tenía la mirada clavada en la mesa de frío metal que se encontraba frente a ella, iluminada por la fría y blanca luz, casi como si se tratara de la mesa de autopsias.El bullicio, al otro lado de la puerta era más que constante: pasos apresurados, murmullos, teléfonos sonando y voces firmes dictando órdenes. Sonidos típicos de cualquier área de trabajo a las siete de la mañana. Sí, ya eran las siete de la mañana y no sabía cómo diablos había logrado mantenerse despierta.Mientras ella se encontraba en aquella habitación, Caroline había sido trasladado al otro lado del complejo policial para su propio interrogatorio, el que verdaderamente importaba. Pero antes, Victor, quería hacerle unas
Rachel se puso de pie, sin decir nada, mientras por dentro su corazón comenzaba a latir a toda prisa.Una vez salieron de la pequeña sala de interrogatorios menores o de rutina, como en su momento la había llamado Victor Cole, ambos se encaminaron por un largo pasillo de la estación de policía, en dirección a la sala de interrogatorios en la que se encontraba Caroline. Las luces fluorescentes del pasillo titilaban de vez en cuando, creando una atmósfera que la inquietaba, hasta que finalmente llegaron a la sala de observación, una habitación oscura con un gran vidrio unidireccional que daba hacia el cuarto en el que se encontraba Caroline, esperando para ser interrogada.Logan ya estaba allí, de pie, junto a un oficial, con los brazos cruzados y una tensa mirada en su rostro. Al escuchar que la puerta se abría, se volvió hacia Rachel y Victor y, durante un breve instante, Rachel y Logan compartieron una breve mirada que lo decía todo: había rabia, pero también un pequeño bálsamo de al