Markus presionó a Jenna, con una mirada penetrante que la hizo sentir que estaba siendo analizada en profundidad.Los ojos azules del hombre brillaban de manera intensa, revelando una feroz determinación, mientras observaba a Jenna con atención, buscando algún indicio de debilidad.Jenna, por su parte, se sentía atrapada y sin escapatoria. Cada segundo que pasaba se le antojaba una eternidad, mientras se instalaba un tenso silencio, cargado de amenazas.—¿Qué has visto? —insistió Markus, acercándose aún más a ella, con una actitud y expresión completamente amenazadora.Jenna tragó saliva, mientras buscaba desesperadamente una manera de librarse de aquella situación.—Yo no he visto nada, señor —respondió, con la barbilla en alto, intentando sonar convincente.Markus sonrió con sarcasmo.—¿En serio crees que me voy a creer esa mentira? —gruñó el hombre, con los ojos estrechos—. Sé que viste algo. Dime, ¿qué viste?Mientras tanto, Madison se levantó de la cama y se envolvió en una sában
El cuerpo de Markus se cernía sobre Jenna, dispuesto a aprovecharse de ella. Jenna, desesperada y aterrada, luchaba por zafarse de su agarre. Sin embargo, Markus era demasiado fuerte. Sus manos ásperas aprisionaron hábilmente sus muñecas, inmovilizándola con una facilidad que le resultó sumamente inquietante. Sin que Jenna pudiera liberarse, Markus se inclinó sobre su cuello con una ferocidad que le causó repulsión. Su aliento caliente y opresivo era una pesadilla hecha realidad.Ansiosa por salir de ahí y sacarse a ese hombre de encima, notó que el hombre de Markus estaba lo suficientemente cerca de sus labios. Sin pensarlo dos veces, abrió la boca y lo mordió con todas las fuerzas que fue capaz de reunir, sintiendo como la piel cedía bajo la presión de sus dientes. Al sentir la mordida de Jenna, Markus soltó un grito de dolor y de sorpresa, soltándola y apartándose de ella de inmediato, mientras se llevaba la mano al hombro herido. Su rostro se contorsionó en una mueca de sufrimi
—David, por favor, déjanos explicarte… —insistió Madison, acercándose a él. —Madison, ¡ten un poco de dignidad, si es que aún sabes lo que es eso! ¡No quiero escucharte! Vi el video. Vi todo lo que necesitaba para saber la verdad. No sé hace cuánto tiempo se están viendo a mis espaldas, pero no me importa. Lo único importante es que eres una desagradecida. Te he dado todo. ¡Les «he» dado todo! —enfatizó—. ¡Te he perdonado miles de errores, pero esto…! —Tragó saliva—. Esto no tiene perdón. La habitación se sumió en un silencio momentáneo, antes de que David mirara a Markus y Madison, alternadamente, y dijera:—Fuera de mi vista. Los quiero a los dos ya mismo fuera de esta casa. Markus, olvídate de que tienes un hermano, olvídate de todo lo que te he dado. Yo me encargaré de hablar con mamá y papá, para aclarar este asunto, pero no quiero volver a verte en mi vida —repuso con los dientes apretados—. En cuanto a ti, Madison, pronto te llegará un telegrama de mi abogado para resolver el
Después del enfrentamiento con Markus y Madison, y luego de que ambos se marcharan, David permaneció con la vista fija en un punto invisible en la puerta, tras la cual habían desaparecido su hermano y su futura ex esposa.La rabia aún bullía en su interior, sin embargo, una sensación de que las fuerzas lo abandonaban comenzó a apoderarse de él. La realidad de aquella traición pesaba como un yunque sobre sus hombros y, a pesar de que no se arrepentía de la decisión que había tomado, sentía un vacío que amenazaba con derrumbarlo.Jenna, quien aún permanecía tras él, y quien había presenciado la escena en silencio, rodeó la silla de ruedas de David y lo miró con cautela, preocupada. Había visto a David fuerte y resuelto durante el enfrentamiento. No obstante, ahora, se lo veía desgarbado, como si se hubiera derrumbado.—Señor Whitmore, ¿se encuentra bien? —preguntó con voz suave.David suspiró y no respondió de inmediato, sino que se frotó el rostro con las manos, en un intento de despej
Una semana más tarde, la mansión Whitmore parecía haberse asentado en una aparente tranquilidad, hasta aquella noche.Madison, moviéndose con sigilo, y luego de haber sobornado a la guardia de la villa, se deslizó en el interior de la mansión.Cada uno de sus pasos era extremadamente calculado, mientras se dirigía a la cocina, agradeciendo que ya todos estuvieran en la cama.Una vez abrió la alacena, en la que guardaban todos los alimentos no perecederos, así como también las especias, comenzó a manipular algunos frascos.Rápidamente, introdujo el contenido de una bolsita que sacó del bolsillo de su abrigo y lo vertió en el interior del frasco de orégano, después de tirar el contenido en una bolsa hermética que también llevaba consigo.—Vamos a ver cómo reaccionas a esto, querido —dijo con una sonrisa maliciosa, antes de salir de la mansión, tan rápido como había llegado.A la mañana siguiente, Jenna comenzó su jornada con total normalidad. Nada en lo absoluto le indicaba que había al
La ambulancia se detuvo frente al hospital con un chirrido de neumáticos, y los paramédicos corrieron a bajar a Noah y a David, ambos inconscientes.Jenna se bajó del vehículo, sintiendo el corazón en la garganta, a penas consciente de sus propios pasos. Su mente estaba sumida en un torbellino de preocupación y de culpa, y la incertidumbre la atormentaba.—Por favor, acompáñeme. El personal médico se encargará de ellos —le indicó una enfermera a Jenna, guiándola hacia una sala de espera—. Le informaremos en cuanto tengamos noticias.Jenna asintió y tragó saliva, tratando de deshacer el nudo de su garganta. Se sentó en una de las sillas azules del pasillo, sumergiéndose en el silencio angustiante que la rodeaba. Los sonidos distantes del hospital y las paredes blancas, carentes de personalidad, no hacían más que intensificar su ansiedad.Nerviosa, miraba el reloj de su móvil, contando cada segundo que pasaba sin tener ni la más mínima novedad.Finalmente, luego de lo que se le antojó u
A la mañana siguiente, Jenna se despertó en una de las sillas de plástico de la sala de espera del hospital. Sentía todo el cuerpo entumido por haber dormido en una posición tan incómoda. La noche había sido extremadamente larga y plagada de pensamientos tortuosos. Sabía que podría haberse marchado a casa a descansar, sin embargo, sentía que, si lo hacía, estaría abandonando a su hijo y a David, aunque aquello realmente no fuera así.Durante aquella noche, Margaret había sido un consuelo, enviándole mensajes sobre los resultados de sus búsquedas en la cocina de la mansión. Una llamada de Margaret hizo sonar el teléfono de la muchacha, unos minutos después de que despertara. Jenna tomó el teléfono y contestó de inmediato, mientras se ponía de pie y comenzaba a cambiar de un lado al otro, intentando estirar sus músculos. —Hola, Margaret, ¿cómo estás? —preguntó con la voz enronquecida por el cansancio y la preocupación. —Yo bien. ¿Has tenido novedades? —respondió Margaret.—Aún nada,
Al ver a su hijo y a David con buen ánimo, a pesar de que aún debían permanecer un tiempo más internados, Jenna se permitió relajarse un poco, mientras distraía al pequeño Noah, en tanto David se ocupaba de sus asuntos laborales por teléfono.Al cabo de una hora, el médico pediatra se presentó en la habitación, junto a una enfermera, en busca del pequeño para llevarlo a que le realizaran los análisis que tenía programados.—Mamá, no quiero ir —lloriqueó Noah, aferrándose a Jenna.Al ver esto, David buscó la mirada del pequeño y, con una sonrisa persuasoria, dijo:—Campeón, recuerda la promesa que te hice. Si te portas bien y dejas que te hagan los análisis, te compraré ese avión que tanto quieres.Noah sollozó y miró a David con los ojitos brillantes por las lágrimas y la esperanza.—Pero ¿jugarás conmigo cuando me lo compres? —preguntó con la vocecita estrangulada.David asintió, todavía sonriendo.—Si veo que eres obediente, claro que sí —respondió—. Jugaremos todo el tiempo que qui