Al día siguiente, Jenna notó que David lucía extremadamente cansado. Sus ojos estaban inyectados en sangre y grandes y oscuras ojeras adornaban su rostro.Aunque Jenna no se atrevió a preguntar nada, no pudo evitar sorprenderse al ver que él no salía de su despacho en todo el día, ni siquiera para cenar; y que a Madison parecía no preocuparle demasiado la ausencia de su esposo en la mesa, ocupada como siempre en sus propios asuntos.Pensando en que esto no era nada normal, después de la cena, Jenna tomó una bandeja y preparó un plato de comida para David.Con la bandeja en la mano, caminó hacia el despacho, en donde llamó a la puerta varias veces, sin recibir más respuesta que un leve quejido que la alertó.Frunciendo el ceño, abrió la puerta y se adentró con cautela.—¿Señor Whitmore? —llamó, con un tono de voz lleno de inquietud.Sin embargo, lo que vio la hizo soltar un grito ahogado.David se encontraba desplomado sobre su escritorio, consciente, pero con una mano agarrándose fuer
Tras el ataque que había sufrido en la mansión, la vida en la villa Whitmore continuaba tan normal como era posible, aunque Jenna no podía alejar de sí el recuerdo angustiante de haber encontrado a David desplomado sobre su escritorio. No sabía qué le pasaba, pero ese hombre despertaba en ella tanto miedo y respeto como una necesidad de protegerlo, como si fuera un niño pequeño.«Tal vez es solo por el hecho de que crees que es el padre de tu hijo», le repetía una y otra vez una vocecita en el interior de su cabeza.Sabía que tarde o temprano tendría que averiguar si aquel hombre era el padre de Noah, pero… ¿de verdad quería saberlo? Realmente, no. Después de todo, eso no haría más que complicar aún más las cosas.Pensando en esto, Jenna inspiró hondo y continuó con sus quehaceres del día, intentando ignorar aquellas voces que no hacían más que hacerla sentirse intranquila.—Por cierto, Margaret, ¿sabes algo del estado del señor Whitmore? —preguntó Jenna, manteniendo una de las raras
Dos días más tarde, el mismo día en el que le darían el alta a David Whitmore, Margaret, el ama de llaves, y Jenna decidieron salir a hacer unas cuantas cosas que hacían falta en la cocina y en la casa, para dejar todo listo para cuando regresara su jefe.La ausencia de David y el desinterés de Madison por lo que sucediera en la mansión habían hecho que se quedaran sin varios productos necesarios, en especial, ingredientes destinados para las comidas de David, dado que el médico le había enviado a Margaret un correo electrónico con la dieta estricta que debía seguir.—Juro que no comprendo cómo la señora Madison puede ser tan negligente —murmuró Margaret, atreviéndose por primera vez a hablar en contra de su patrona, mientras empujaba el carrito por los pasillos del supermercado—. Ni siquiera se preocupa por las cosas básicas de la casa. El señor David siempre realiza las compras en línea, pero ella… —Negó con la cabeza y suspiró.Jenna asintió de acuerdo, mientras revisaba la lista d
Markus presionó a Jenna, con una mirada penetrante que la hizo sentir que estaba siendo analizada en profundidad.Los ojos azules del hombre brillaban de manera intensa, revelando una feroz determinación, mientras observaba a Jenna con atención, buscando algún indicio de debilidad.Jenna, por su parte, se sentía atrapada y sin escapatoria. Cada segundo que pasaba se le antojaba una eternidad, mientras se instalaba un tenso silencio, cargado de amenazas.—¿Qué has visto? —insistió Markus, acercándose aún más a ella, con una actitud y expresión completamente amenazadora.Jenna tragó saliva, mientras buscaba desesperadamente una manera de librarse de aquella situación.—Yo no he visto nada, señor —respondió, con la barbilla en alto, intentando sonar convincente.Markus sonrió con sarcasmo.—¿En serio crees que me voy a creer esa mentira? —gruñó el hombre, con los ojos estrechos—. Sé que viste algo. Dime, ¿qué viste?Mientras tanto, Madison se levantó de la cama y se envolvió en una sában
El cuerpo de Markus se cernía sobre Jenna, dispuesto a aprovecharse de ella. Jenna, desesperada y aterrada, luchaba por zafarse de su agarre. Sin embargo, Markus era demasiado fuerte. Sus manos ásperas aprisionaron hábilmente sus muñecas, inmovilizándola con una facilidad que le resultó sumamente inquietante. Sin que Jenna pudiera liberarse, Markus se inclinó sobre su cuello con una ferocidad que le causó repulsión. Su aliento caliente y opresivo era una pesadilla hecha realidad.Ansiosa por salir de ahí y sacarse a ese hombre de encima, notó que el hombre de Markus estaba lo suficientemente cerca de sus labios. Sin pensarlo dos veces, abrió la boca y lo mordió con todas las fuerzas que fue capaz de reunir, sintiendo como la piel cedía bajo la presión de sus dientes. Al sentir la mordida de Jenna, Markus soltó un grito de dolor y de sorpresa, soltándola y apartándose de ella de inmediato, mientras se llevaba la mano al hombro herido. Su rostro se contorsionó en una mueca de sufrimi
—David, por favor, déjanos explicarte… —insistió Madison, acercándose a él. —Madison, ¡ten un poco de dignidad, si es que aún sabes lo que es eso! ¡No quiero escucharte! Vi el video. Vi todo lo que necesitaba para saber la verdad. No sé hace cuánto tiempo se están viendo a mis espaldas, pero no me importa. Lo único importante es que eres una desagradecida. Te he dado todo. ¡Les «he» dado todo! —enfatizó—. ¡Te he perdonado miles de errores, pero esto…! —Tragó saliva—. Esto no tiene perdón. La habitación se sumió en un silencio momentáneo, antes de que David mirara a Markus y Madison, alternadamente, y dijera:—Fuera de mi vista. Los quiero a los dos ya mismo fuera de esta casa. Markus, olvídate de que tienes un hermano, olvídate de todo lo que te he dado. Yo me encargaré de hablar con mamá y papá, para aclarar este asunto, pero no quiero volver a verte en mi vida —repuso con los dientes apretados—. En cuanto a ti, Madison, pronto te llegará un telegrama de mi abogado para resolver el
Después del enfrentamiento con Markus y Madison, y luego de que ambos se marcharan, David permaneció con la vista fija en un punto invisible en la puerta, tras la cual habían desaparecido su hermano y su futura ex esposa.La rabia aún bullía en su interior, sin embargo, una sensación de que las fuerzas lo abandonaban comenzó a apoderarse de él. La realidad de aquella traición pesaba como un yunque sobre sus hombros y, a pesar de que no se arrepentía de la decisión que había tomado, sentía un vacío que amenazaba con derrumbarlo.Jenna, quien aún permanecía tras él, y quien había presenciado la escena en silencio, rodeó la silla de ruedas de David y lo miró con cautela, preocupada. Había visto a David fuerte y resuelto durante el enfrentamiento. No obstante, ahora, se lo veía desgarbado, como si se hubiera derrumbado.—Señor Whitmore, ¿se encuentra bien? —preguntó con voz suave.David suspiró y no respondió de inmediato, sino que se frotó el rostro con las manos, en un intento de despej
Una semana más tarde, la mansión Whitmore parecía haberse asentado en una aparente tranquilidad, hasta aquella noche.Madison, moviéndose con sigilo, y luego de haber sobornado a la guardia de la villa, se deslizó en el interior de la mansión.Cada uno de sus pasos era extremadamente calculado, mientras se dirigía a la cocina, agradeciendo que ya todos estuvieran en la cama.Una vez abrió la alacena, en la que guardaban todos los alimentos no perecederos, así como también las especias, comenzó a manipular algunos frascos.Rápidamente, introdujo el contenido de una bolsita que sacó del bolsillo de su abrigo y lo vertió en el interior del frasco de orégano, después de tirar el contenido en una bolsa hermética que también llevaba consigo.—Vamos a ver cómo reaccionas a esto, querido —dijo con una sonrisa maliciosa, antes de salir de la mansión, tan rápido como había llegado.A la mañana siguiente, Jenna comenzó su jornada con total normalidad. Nada en lo absoluto le indicaba que había al