Jenna y las mellizas fueron dadas de alta tres días después de su nacimiento, tras lo que David ella y las pequeñas regresaron a la mansión, dispuestos a hacer todo lo posible para adaptarse a su nueva vida como una familia de cinco.La mansión Whitmore estaba llena de felicidad y de alegría, y no solo por la llegada de las pequeñas. Cada una de las estancias y de los pasillos estaban llenos de voces alegres, risas y murmullos constantes, excepto en los momentos en los que las mellizas se encontraban durmiendo.Noah, ahora convertido en hermano mayor, estaba maravillado con sus pequeñas hermanas, mientras que Margaret, el ama de llaves, junto a Edward, el mayordomo, se habían encargado de ayudar a David a asegurarse de que todo fuera perfecto para la familia.Con la ayuda de sus empleados, David había transformado el dormitorio, que en un principio habían creído que sería solo para Gabrielle, preparándolo también para Rafaella.La habitación, iluminada por la suave luz dorada del sol,
Treinta minutos después de haber recibido la llamada de Rachel, Jenna llegó a la confitería en la que le había dicho que se encontrarían. La brisa de la tarde soplaba con suavidad, mientras Edward estacionaba el coche frente al local.—Por favor, Edward, ¿podrías esperarme? —preguntó Jenna, mientras tomaba su bolso y abría la puerta.—Claro que sí, señora. Tómese su tiempo, yo la esperaré aquí —respondió Edward con un breve asentimiento.—Muchas gracias. Procuraré no demorar demasiado —dijo Jenna, dedicándole una sonrisa agradecida, mientras se apeaba del carro.La puerta de la confitería se abrió con suavidad, y el aroma del café recién hecho y de los pasteles recién sacados del horno la envolvió por completo, aunque no logró distraerla de su objetivo.Rápidamente, buscó a su amiga con la mirada, encontrándola a lo lejos, sentada en una de las mesas que se encontraban al fondo del negocio. Rachel tenía el rostro entre sus manos y, al ver los espasmos de su cuerpo, Jenna comprobó que
Al escuchar las palabras de su amiga, Jenna abrió los ojos de par en par, sorprendida, y se alejó de ella, mirándola completamente desconcertada.—¿De qué diablos estás hablando, Rach? —preguntó, con el ceño fruncido, mientras la preocupación se instalaba en la boca de su estómago.Rachel tragó saliva y bajó la mirada, sorbiendo por la nariz por enésima vez. Su angustia era más que palpable… y Jenna pudo ver cómo el rostro de su amiga se contraía aún más, como si aquello fuera mucho peor que lo que le había contado anteriormente.—¿Te acuerdas de que el último año he estado sobreviviendo a base de inversiones en la bolsa? —preguntó Rachel, con un hilo de voz, tras un minuto de silencio.—Sí, por supuesto que me acuerdo de eso. De hecho, fuiste tú la que invirtió mi dinero y lo hizo crecer —respondió Jenna y frunció el ceño—, pero ¿qué hay con eso?Rachel suspiró, buscando las palabras correctas para expresar lo que había sucedido. Sus manos temblaban ligeramente, mientras volvía a tom
Una semana más tarde, Rachel se encontraba recostada en su cama, con la computadora sobre sus piernas mientras sus dedos golpeaban el teclado con desesperación y resignación.Si bien Jenna había hablado con David, pidiéndole ayuda para conseguirle un trabajo, hasta el momento, ninguna de las dos había tenido ni la más mínima noticia de nada.Mirando la pantalla de su ordenador, Rachel suspiró, cansada. Durante los últimos días, había pasado prácticamente las veinticuatro horas buscando trabajo, enviando su hoja de vida a una gran cantidad de empresas. Pero la respuesta de las pocas que le habían escrito de vuelta, siempre había sido la misma: «Lo sentimos, pero, aunque tienes una buena preparación, estamos buscando alguien con más experiencia».Había aplicado a todo tipo de trabajo, sin importarle en qué fuera, desde administración en pequeñas oficinas hasta en puestos de ventas de locales de ropa, bazar y todo lo que se le cruzara. Incluso, había enviado su currículum a una empresa d
Rápidamente, Rachel se subió al auto y se acomodó en el asiento, mientras Edward lo ponía en marcha.En cuanto se colocó el cinturón de seguridad, sin poder contener su curiosidad, se volvió hacia Jenna y preguntó:—¿A dónde se supone que vamos? ¿Para qué es la entrevista? ¿Para qué clase de trabajo?Jenna sonrió de manera tranquilizadora, y colocó una mano sobre la pierna de su amiga, mientras decía:-Es para el puesto de secretaria y asistente personal del presidente de la empresa. —Amplió su sonrisa—. Es una oportunidad increíble. David se comunicó con el mismo presidente de la compañía y consiguió esta entrevista para ti. Es en Focus Light. ¿La conoces? Es la empresa que se dedica a producir y distribuir accesorios y herramientas para fotógrafos. Y, aunque no es una empresa de modelaje, sí trabaja de manera estrecha con el mundo de la moda. La sede principal está a solo quince minutos de tu casa. Te queda genial, ¿no crees?Al escuchar esto, Rachel sintió cómo su corazón comenzaba
Al verla, Logan la reconoció al instante. Indiscutiblemente, se trataba de la misma mujer que había tropezado con él en los pasillos del hospital. Aunque el encuentro había sido breve, tenía una memoria impecable, y Rachel había dejado una extraña impresión en su mente.Por su parte, Rachel trató de mantener la compostura, aunque no podía evitar sentir cómo la tensión se apoderaba de ella, al notar la penetrante mirada de Logan James, quien parecía querer atravesarla y leer sus pensamientos. Sus ojos azules, tan fríos como un iceberg, no mostraba ni la más mínima pizca de amabilidad.—Vaya sorpresa —dijo Logan con un todo frío y lleno de desdén—. No esperaba que Rachel Murray fuera la misma mujer que no mira por dónde camina. —Se burló—. Espero que no hayas mentido en tu hoja de vida y que las finanzas se te den mejor que caminar.Rachel tragó saliva, sintiendo cómo un nudo se instalaba en la boca de su estómago. La presión se acumuló en su pecho, mientras su mente se llenaba de ansie
El día laboral de Rachel había comenzado con un nivel de presión que no había experimentado nunca hasta el momento y no parecía finalizar más.Después de la larga entrevista, Rachel se sumergió de lleno en cumplir con todo lo que él le había encomendado: desde la organización de su agenda hasta la preparación del informe que él necesitaba para la junta directiva del día siguiente. Con cada minuto que pasaba, Rachel no había podido dejar de sentir el peso de la mirada escrutadora de Logan, aun cuando él apenas se había acercado a ella para indicarle algo o hacerle alguna pregunta.La tarde, a pesar de la cantidad de trabajo, rápidamente se convirtió en noche mientras Rachel continuaba trabajando sin parar, ya que no estaba dispuesta a darle a Logan la satisfacción de despedirla al primer día. Quería demostrar su capacidad y que podía manejar aquello perfectamente, sin importar la presión y el desdén que él imponía.Cuando el reloj estaba a punto de marcar las nueve de la noche, Rachel
Joseph soltó la muñeca de Rachel, automáticamente, y miró a Logan, tratando de ocultar su frustración sin mucho éxito.—Sí, Logan, está todo más que bien. Vine a ver qué tal estabas y, como sorpresivamente me encontré con Rachel andando por la calle, quise invitarla a cenar. Necesito hablar unas cosas con ella —explicó, intentando sonar conciliador, pero que no conseguía esconder su irritación.Al escuchar esto, Logan frunció el ceño, sintiendo la tensión en el ambiente, la cual no se había disipado en lo más mínimo.—Así que se conocen —preguntó, alternando la mirada entre ambos.—Sí —respondió Joseph, de inmediato y sin dudar.—No —contestó Rachel al mismo tiempo, con la voz ligeramente temblorosa.Logan frunció el ceño y los miró con incredulidad, evidentemente desconcertado por sus respuestas contradictorias.—Lo siento, pero no los entiendo, ¿se conocen o no? —preguntó y su ceño fruncido se acentuó.Rachel suspiró y bajó la mirada, sintiendo cómo las lágrimas inundaban sus ojos y