Uno de los hombres que acompañaba a esos dos multimillonarios, comenzó a recoger la maleta y los papeles que Savannah se negó a firmar haciendo aventados. — ¡¿Qué… Qué piensan hacer?! — Preguntó Savannah exigente pero con su voz temblorosa. — Hay más de un método de obtener "tu firma" — Decía burlista don Christian. — Por eso no nos preocupamos, no vuelvas a acercarte a nuestras familias, no seremos piadosos. — Dicho eso, ambos hombres continuaron su camino rumbo a uno de los ascensores del edificio. Savannah se intentó levantar, pero del impacto de emociones, sus piernas no le reaccionaban. Ella entonces notó que su cuerpo estaba tembloroso. No podía creer lo que le estaba sucediendo, la peor pesadilla de su vida hecha realidad. Cuando las puertas del ascensor se abrieron Savannah vio a distancia a Olivia en el interior saludando al padre de ella, el señor Christian Bailey. Savannah Stewart gritó con todas sus fuerzas en ese momento: — ¡No se vayan! ¡Denme a mis bebés! ¡Devue
— "Nunca más la volveré a ver" ¿De que hablas? ¿Qué le hiciste, papá? — Preguntó Alexander alarmado. Alfonso Phillips exhaló, sintiéndose agotado por su padecimiento al corazón. — Le dejamos como obsequio una buena suma de dinero para que ella haga lo que quiera con su vida. — Continúo hablando Alfonso a su hijo.— ¡¿Qué hiciste qué?! — Preguntó Alexander alterado. — No te alarmes hijo, ¿Sabías que estuvo encantada cuando vió todo lo que le daríamos? Es una interesada que probablemente iba por tu dinero. — Mintió él, sin titubeo alguno. En ese momento el hombre mayor se cruzó de brazos, Alexander que había dejado de tomar de su bebida colocó la copa en un mueble cercano. — ¡Estás mintiendo! Savannah no es así y mucho menos vendería a nuestros hijos como si fueran cualquier cosa… — Alexander hizo una pausa sintiéndose frustrado pasando su mano derecha por su cabellera castaña. — Tengo que ir… Tengo que ir con ella. — Dijo para después apresurar sus pasos a la salida. Su padre le
…..Del automóvil bajó ese hombre rubio, quien corrió a toda prisa al interior de la casa de Savannah Stewart. El hombre Ingles llamó el nombre de ella solo una única vez, antes de darse cuenta que ahí estabas ella sentada en el corredor. Sus hermosos ojos verdes limón hinchados de tanto llorar y el teléfono inalámbrico de casa entre sus temblorosas manos. William Robinson vió la maleta al lado de esa belleza rubia y se acercó a ella rápidamente. — ¡Savannah! ¡¿Por Dios, que te sucedió?! — Preguntó él sorprendido, de inmediato agachándose y ayudándola a ponerse de pie. Ella se lanzó a los brazos de ese hombre rubio y le abrazó con fuerza. — ¡Will! Oh Will… Se los llevó… Mis bebés… Él me los quitó… La voz afónica de Savannah se escuchaba agotada, el dolor desgarrador que sentía en lo más profundo de su ser, acompañado del temblor en su cuerpo, hacia parecer que en cualquier momento ella se iba a desmayar. ¡William estaba impactado!No tenía que escuchar detalles para saber que S
— Si te casas conmigo, nadie podrá decirte nada. Ni siquiera mi familia se atrevería a meterse contigo, siendo tú mi esposa. — Continuaba William intentando convencer a Savannah. — ¡No Will! No te amo. No te haría algo así. — Podemos firmar un acuerdo matrimonial, no tiene que ser una verdadera relación, la prioridad ahorita son los mellizos. — Insistía él. — ¡No lo hagas! Por favor… no metas a mis hijos en medio para… Algo así… — Pero Savannah, es la manera más confiable en la que los podrás tener de regreso, yo podría— — ¡No! — Gritó ella interrumpiendo a ese hombre y poniéndose de pie con su cuerpo tambaleante. Los ojos verdes limón de Savannah se clavaron en los celestes de ese hombre ingles, con seriedad. — Pero… Si necesito tu ayuda en algo… — Pidió ella con culpabilidad. — ¿Algo? ¡Haré lo que sea por ti! — Exclamó el hombre rubio emocionado. — Solo dime. Savannah asintió, un poco indecisa ante su propio descaro. Sin embargo de algo estaba segura. Tener a sus bebés co
8: 00 am. "Maldición… No pude dormir nada" "Fue la peor noche y madrugada de toda mi vida…" Pensó Alexander viendo a los mellizos sentados frente a la larga y elegante mesa, comiendo sus respectivos desayunos, mientras algunos sirvientes les veían sonrientes ayudándolos. — Señor Phillips, ¿Se encuentra bien? Ni siquiera ha tocado su desayuno. — Preguntó el mayordomo preocupado. — Si hay algo que no le guste o que prefiere, no dude en decírnoslo. Alexander cogió su taza con café tomando unos tragos del mismo. — Saldré. — Informó tajante. — Señor, sabe que no puede llevarse a los mellizos de la mansión, ¿Cierto? Usted dijo en la madrugada que la niñera le renunció y ahorita la señorita Bailey no se encuentra, no hay nadie de confianza quien les cuide, ni siquiera debería ir a su trabajo por hoy. — Informó el hombre mayor de cabello canoso, que trabajaba como mayordomo para ese CEO. — En realidad… Pensaba llevarlos conmigo. — Pero señor. Tengo órdenes estrictas de ambas familias
••••••••••En ese momento, en el departamento del detective contratado por el CEO Phillips. — ¿Está sospechando que su padre le mintió sobre estar padeciendo del corazón? Wow… No se que decirle señor Phillips, eso es bastante bajo de su parte, como hijo, ¿No debería usted confiar más en él? — Preguntó el hombre castaño de ojos azules. — Solo haz tu trabajo, no te pedí ninguna opinión. Yo decidiré en quién confío y en quien no. — Recalcó Alexander levantándose de la silla en la que estaba. — Avísame de cualquier mínimo detalle que encuentres. No solo eso, también sobre las supuestas pruebas e intenciones de amenazas con demandas que tienen los Bailey. — ¿Si sabe que eso me tomará un tiempo, verdad? Hablamos de unos quince días como mínimo. Tengo que usar contactos que cobran una buena de dinero, sé que los gastos de esto para usted son lo de menos, pero si debe ser paciente. Alexander frunció el ceño. Si algo era lo que menos tenía ahora, era paciencia, no con todas las cosas que e
••••••••••1: 00 pm. — ¿Dónde está Alexander? — Preguntó Olivia Bailey apenas ingresó a la mansión del CEO Phillips. — El Señor no se encuentra en la mansión. — Respondió el mayordomo de inmediato. — ¡¿Se fue?! — Hizo la pregunta ella con gran molestia. — ¡¿Cómo es posible que Alexander haya hecho algo así?! ¡No tenía que irse! ¡Rayos, hoy es la fiesta, no debió salir! — Gritó furiosa. — ¡¿No te dijo a dónde iba o cuánto duraría?! ¿Se llevó a esos niños con él? — No señora. No dijo a dónde iba y sí, él se llevó a los mellizos. En ese momento Olivia pensó que Alexander iría con Savannah y entregaría a los niños; sintiéndose profundamente desesperada. — ¡¿Cómo pudiste dejar que algo así pasara?! Hoy es la fiesta de presentación de esos niños como mis hijos adoptivos y NO VOY A HACER EL RIDÍCULO. Después de gritarle eso al mayordomo, ella le dijo unas cuantas maldiciones más yéndose fuera de la mansión por aire fresco. Fue entonces que inhaló y exhaló unas cuantas veces mantenie
••••••••••3: 30 pmSavannah despertaba con lágrimas en sus ojos de la pequeña siesta, la abrumada preocupación que sentía por sus pequeños mellizos apenas y le permitió descansar una hora de todo ese tiempo que intentó dormir. Veía la hora en su nuevo teléfono celular que había sido obsequiado esa madrugada por William. "Él se ha portado bastante bien conmigo… Will… Le debo tanto" Pensó Savannah levantándose de la cama. Ella se dirigió a las puertas abiertas del balcón, en la habitación donde se estaba quedando de esa lujosa casa. El refrescante viento agitaba su rubio y ondulado cabello, ella posó sus hermosos ojos verdes limón a distancia, parecía haber un coche oscuro con alguien que tenía la ventanilla baja observando. Savannah comenzó a prestar más atención. ¿Esa persona desconocida veía en su dirección? Con esa pregunta que pasó fugaz por su mente, ella se sintió incómoda. Fue cuando le pareció ver un movimiento extraño de la persona y seguidamente como sostenía algo…