Capítulo 5 - No te enamores otra vez

La semana pasó como si el tiempo se hubiera estirado más de la cuenta, fue eterno. Aunque cuanto más se acercaba el sábado, más nerviosa se ponía por lo inminente del encuentro con su primer cliente. 

Ese día había llegado más temprano que de costumbre, no solo porque no había visitado a su padre, sino porque necesitaba estar perfecta para Thomas, para que no se arrepíntiera de su segunda oportunidad. 

-Tati… sé que estás ahí, si quieres asustarme vas a tener que buscar otra menera- exclamó mientras se risaba las puntas de su largo cabello. 

Escuchó un bufido detrás suyo y vio a través del espejo cómo su querido sobrino salía de entre sus disfraces en el perchero móvil. 

-¿Cómo te fue en la universidad esta semana?- preguntó Celeste. 

-Bien, no he quitado la vista de los libros, cuando Kristal se enteró de mis bajas notas, casi me mata- brufó sentándose en uno de los taburetes. 

La joven rió y se volteó hacia el muchacho, pudo ver las ojeras oscuras debajo de sus ojos negros y sintió pena por él. Pero su hermana mayor tenía razón, si quería ser alguien en la vida, tenía que estudiar y mucho. 

-Sabes que ella lo hace porque quiere lo mejor para tí. 

-Lo sé- dijo con un puchero. 

-Espera un momento, esto te va alegrar- La rubia tomó su bolso de lentejuelas plateadas y sacó los billetes que Thomas le había dado sin tomar ninguno de ellos- Ten…

-¿Y esto?

-Para tus medicamentos, prometo darte más, pero esto debe ser suficiente por lo menos pára el inhalador- 

-Gracias tía- exclamó el joven abrazando a la rubia y haciéndola girar en el aire. 

-Tan solo no le digas a tu hermana. 

El muchacho asintió feliz. En ese momento la puerta se abrió de golpe, apenas pudo esconder los billetes cuando vio a su hermana entrar al vestuario. 

-¡Tati! ¿Qué haces molestando a Celeste? Recuerda que aún te falta terminar un ensayo para mañana. 

-Si mamá- bromeó el joven saliendo del vestuario no sin antes besar la mejilla de Celeste con emoción. 

-¿Y a este que le pasa?- preguntó confundida la joven, al ver el inesperado gesto de cariño. 

-No seas mala Kristal, deja al chico descansar un rato- protestó Celeste mientras pintaba sus labios con un color rosado. 

-Va a descansar cuando sean las vacaciones, mientras tanto debe estudiar. 

Celeste no dijo más nada, Kristal podía ser igual de cabeza dura o más que Dany. 

-Y bien…- se cruzó de brazos su amigo- ¿Tengo que preguntarte yo qué ocurrió ayer? ¿Acaso no vas a contarle a tu única amiga las buenas nuevas?

Celeste rió divertida- Thomas de Anchorena se llama…

-Wauuu suena como alguien importante. 

-Lo es… Dany casi lo arruina. 

-Traté de detenerlo, pero sabes como se pone contigo, estaba ido. 

-Lo sé, ¡Pero me reservó un privado para este sábado! 

-¿De verdad?- preguntó incrédula. 

Celeste asintió emocionada- Debo verme perfecta, necesito que se quede sin aliento al verme. 

-Amiga….

-¿Qué?- dijo distraida, mientras acomodaba su cabello a los costados de su angelical rostro. 

-No te estaras enamorando otra vez ¿Verdad?

-¿Qué dices Kristal?

La mujer suspiró derrotada y tomó de los hombros a su amiga, haciéndola girar en su silla para que la mirara a los ojos- Celeste, te quiero, pero a veces eres algo ingenua. Un hombre te presta solo un poco de atención y ya caes rendida a sus pies. No quiero que te vuelvan a romper el corazón…- dijo preocupada. 

Celeste se giró una vez más hacia el espejo con molestia- No es amor, son solo negocios.- Sentenció, tratando de creerse sus propias palabras. 

-Ya casi es tu turno Cele- dijo Kristal desde detrás del telón. 

La rubia estaba nerviosa, no podía dejar de frotarse las manos sudorosas. -¿Lo ves entre el público?

-¿Cómo es él?- dijo Kristel asomándose por el telón. 

-E-Es alto, moreno, cabello algo largo negro, muy guapo…- dijo mordiéndose el labio. 

-Mmmm, solo veo a los mismos de siempre cariño, lo siento.- dijo con pena. 

Celeste asintió resignada. La música comenzó, ya era hora de entrar. 

Como siempre, escuchó la ovación de sus fieles espectadores y bailó maravillosamente, dejándose llevar por la melodía. Pero no podía evitar que sus ojos zafiro buscaran entre tantos rostro al de Thomas. 

“Supongo que se arrepintió” Pensó desilusionada, sintiendo como su corazón se desinflaba por una decepción más. 

Justo cuando hizo un gran giro de gracia y volvió al frente, allí lo vio. La puerta del bar se abrió, iluminando al joven que se veía agitado y con el rostro algo rojo, como si hubiera corrido una maratón. 

Sus miradas se cruzaron y el ángel sintió su corazón latir con fuerza cuando aquel joven le regaló la sonrisa más hermosa que jamás vio. 

Había cumplido con su palabra, no le había fallado. 

Thomas se deslizó entre las mesas y se sentó en una vacía sin dejar de mirar a la encantadora joven que solo mantenía su mirada en él. La vio bailar como nunca, como una blanca paloma en el cielo estrellado, abosorvió cada movimiento, bebió de ella como si fuera la bebida más exquisita jamás creada. 

-Interesante- dijo Cesar pensativo, mientras observaba el show desde una de las terrazas del bar. No le había quitado la mirada a la rubia desde que había salido a escena y cuando entró Thomas confirmó lo que Bruno le había contado, Anchorena estaba perdidamente enamorado de esa mujer.- Tienes gustos muy simples, Thomas- murmuró. 

-Bien, ya la viste ¿Ya nos podemos ir?- preguntó Bruno nervioso. Desde que había visto a Thomas entrar al bar, trató de esconderse de él. Si llegaba a verlo junto a su peor enemigo, no viviía para contarlo. 

-Solo un rato más, quiero ver al idiota de Thomas babearse por esa bailarina ordinaria, quiero ver que tan colado está por ella. 

Bruno suspiró nervioso y se tomó todo el contenido de la bebida. La noche sería larga. 

Celeste nunca deseo tanto que un show se terminara, apenas las luces se apagaron y los aplausos invadieron el lugar, se apresuró a bajarse del escenario, encontrándo que Thomas ya estaba esperándola a un costado. 

Sin dudarlo, la rubia hizo lo mismo que la noche anterior, lo tomó de su muñeca y lo jaló a traves de la cortina dorada antes de que su jefe se diera cuenta. 

Thomas se dejó llevar, sintiéndose un niño rebelde que escapaba del colegio para tener su primera vez con su novia. Nunca había sido alguien arriesgado, por eso en ese momento se sentía eufórivo como si estuviera haciendo algo prohibido y eso le excitaba aún más. 

Llegaron a una de las habitaciones y Celeste cerró la puerta detrás de sí, se apoyó en la puerta y liberó una risita divertida. 

-Siéntate. 

El CEO obedeció, caminando marcha atrás sin dejar de mirarla hasta que la parte de atrás de sus rodillas golpearon con el sillón. Cayó en seco y se aferró a sus piernas con fuerza, sintiendo sus manos inquietas por tocar a aquel ángel. 

Celeste no perdió el tiempo y se subió al pequeño escenario, donde comenzó a hacer su gracia.

Luego de que terminara la primera canción y comenzara la segunda Thomas ya no pudo resistirlo más y se acercó hacia Celeste, estuvo a punto de hacer lo mismo que el anterior encuentro fallido, tomarla de su cintura, acostarla en el sillon y dejar que su instinto más animal lo dominara. 

Pero Celeste se alejó con gracia, subiendo hacia la parte más alta del caño. 

-Ah ah ah- negó con la cabeza con una sonrisa divertida- Nada de tocamientos, están prohibidos. 

Thomas se mordió el labio con impotencia, ese ángel lo volvería loco. 

-¿Que debo hacer para poder tocarte?- No quiso sonar desesperado, pero no pudo evitarlo- Puedo pagarte lo que desees por una noche en mi apartamento, solos tu y yo. 

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