La semana pasó como si el tiempo se hubiera estirado más de la cuenta, fue eterno. Aunque cuanto más se acercaba el sábado, más nerviosa se ponía por lo inminente del encuentro con su primer cliente.
Ese día había llegado más temprano que de costumbre, no solo porque no había visitado a su padre, sino porque necesitaba estar perfecta para Thomas, para que no se arrepíntiera de su segunda oportunidad.
-Tati… sé que estás ahí, si quieres asustarme vas a tener que buscar otra menera- exclamó mientras se risaba las puntas de su largo cabello.
Escuchó un bufido detrás suyo y vio a través del espejo cómo su querido sobrino salía de entre sus disfraces en el perchero móvil.
-¿Cómo te fue en la universidad esta semana?- preguntó Celeste.
-Bien, no he quitado la vista de los libros, cuando Kristal se enteró de mis bajas notas, casi me mata- brufó sentándose en uno de los taburetes.
La joven rió y se volteó hacia el muchacho, pudo ver las ojeras oscuras debajo de sus ojos negros y sintió pena por él. Pero su hermana mayor tenía razón, si quería ser alguien en la vida, tenía que estudiar y mucho.
-Sabes que ella lo hace porque quiere lo mejor para tí.
-Lo sé- dijo con un puchero.
-Espera un momento, esto te va alegrar- La rubia tomó su bolso de lentejuelas plateadas y sacó los billetes que Thomas le había dado sin tomar ninguno de ellos- Ten…
-¿Y esto?
-Para tus medicamentos, prometo darte más, pero esto debe ser suficiente por lo menos pára el inhalador-
-Gracias tía- exclamó el joven abrazando a la rubia y haciéndola girar en el aire.
-Tan solo no le digas a tu hermana.
El muchacho asintió feliz. En ese momento la puerta se abrió de golpe, apenas pudo esconder los billetes cuando vio a su hermana entrar al vestuario.
-¡Tati! ¿Qué haces molestando a Celeste? Recuerda que aún te falta terminar un ensayo para mañana.
-Si mamá- bromeó el joven saliendo del vestuario no sin antes besar la mejilla de Celeste con emoción.
-¿Y a este que le pasa?- preguntó confundida la joven, al ver el inesperado gesto de cariño.
-No seas mala Kristal, deja al chico descansar un rato- protestó Celeste mientras pintaba sus labios con un color rosado.
-Va a descansar cuando sean las vacaciones, mientras tanto debe estudiar.
Celeste no dijo más nada, Kristal podía ser igual de cabeza dura o más que Dany.
-Y bien…- se cruzó de brazos su amigo- ¿Tengo que preguntarte yo qué ocurrió ayer? ¿Acaso no vas a contarle a tu única amiga las buenas nuevas?
Celeste rió divertida- Thomas de Anchorena se llama…
-Wauuu suena como alguien importante.
-Lo es… Dany casi lo arruina.
-Traté de detenerlo, pero sabes como se pone contigo, estaba ido.
-Lo sé, ¡Pero me reservó un privado para este sábado!
-¿De verdad?- preguntó incrédula.
Celeste asintió emocionada- Debo verme perfecta, necesito que se quede sin aliento al verme.
-Amiga….
-¿Qué?- dijo distraida, mientras acomodaba su cabello a los costados de su angelical rostro.
-No te estaras enamorando otra vez ¿Verdad?
-¿Qué dices Kristal?
La mujer suspiró derrotada y tomó de los hombros a su amiga, haciéndola girar en su silla para que la mirara a los ojos- Celeste, te quiero, pero a veces eres algo ingenua. Un hombre te presta solo un poco de atención y ya caes rendida a sus pies. No quiero que te vuelvan a romper el corazón…- dijo preocupada.
Celeste se giró una vez más hacia el espejo con molestia- No es amor, son solo negocios.- Sentenció, tratando de creerse sus propias palabras.
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-Ya casi es tu turno Cele- dijo Kristal desde detrás del telón.
La rubia estaba nerviosa, no podía dejar de frotarse las manos sudorosas. -¿Lo ves entre el público?
-¿Cómo es él?- dijo Kristel asomándose por el telón.
-E-Es alto, moreno, cabello algo largo negro, muy guapo…- dijo mordiéndose el labio.
-Mmmm, solo veo a los mismos de siempre cariño, lo siento.- dijo con pena.
Celeste asintió resignada. La música comenzó, ya era hora de entrar.
Como siempre, escuchó la ovación de sus fieles espectadores y bailó maravillosamente, dejándose llevar por la melodía. Pero no podía evitar que sus ojos zafiro buscaran entre tantos rostro al de Thomas.
“Supongo que se arrepintió” Pensó desilusionada, sintiendo como su corazón se desinflaba por una decepción más.
Justo cuando hizo un gran giro de gracia y volvió al frente, allí lo vio. La puerta del bar se abrió, iluminando al joven que se veía agitado y con el rostro algo rojo, como si hubiera corrido una maratón.
Sus miradas se cruzaron y el ángel sintió su corazón latir con fuerza cuando aquel joven le regaló la sonrisa más hermosa que jamás vio.
Había cumplido con su palabra, no le había fallado.
Thomas se deslizó entre las mesas y se sentó en una vacía sin dejar de mirar a la encantadora joven que solo mantenía su mirada en él. La vio bailar como nunca, como una blanca paloma en el cielo estrellado, abosorvió cada movimiento, bebió de ella como si fuera la bebida más exquisita jamás creada.
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-Interesante- dijo Cesar pensativo, mientras observaba el show desde una de las terrazas del bar. No le había quitado la mirada a la rubia desde que había salido a escena y cuando entró Thomas confirmó lo que Bruno le había contado, Anchorena estaba perdidamente enamorado de esa mujer.- Tienes gustos muy simples, Thomas- murmuró.
-Bien, ya la viste ¿Ya nos podemos ir?- preguntó Bruno nervioso. Desde que había visto a Thomas entrar al bar, trató de esconderse de él. Si llegaba a verlo junto a su peor enemigo, no viviía para contarlo.
-Solo un rato más, quiero ver al idiota de Thomas babearse por esa bailarina ordinaria, quiero ver que tan colado está por ella.
Bruno suspiró nervioso y se tomó todo el contenido de la bebida. La noche sería larga.
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Celeste nunca deseo tanto que un show se terminara, apenas las luces se apagaron y los aplausos invadieron el lugar, se apresuró a bajarse del escenario, encontrándo que Thomas ya estaba esperándola a un costado.
Sin dudarlo, la rubia hizo lo mismo que la noche anterior, lo tomó de su muñeca y lo jaló a traves de la cortina dorada antes de que su jefe se diera cuenta.
Thomas se dejó llevar, sintiéndose un niño rebelde que escapaba del colegio para tener su primera vez con su novia. Nunca había sido alguien arriesgado, por eso en ese momento se sentía eufórivo como si estuviera haciendo algo prohibido y eso le excitaba aún más.
Llegaron a una de las habitaciones y Celeste cerró la puerta detrás de sí, se apoyó en la puerta y liberó una risita divertida.
-Siéntate.
El CEO obedeció, caminando marcha atrás sin dejar de mirarla hasta que la parte de atrás de sus rodillas golpearon con el sillón. Cayó en seco y se aferró a sus piernas con fuerza, sintiendo sus manos inquietas por tocar a aquel ángel.
Celeste no perdió el tiempo y se subió al pequeño escenario, donde comenzó a hacer su gracia.
Luego de que terminara la primera canción y comenzara la segunda Thomas ya no pudo resistirlo más y se acercó hacia Celeste, estuvo a punto de hacer lo mismo que el anterior encuentro fallido, tomarla de su cintura, acostarla en el sillon y dejar que su instinto más animal lo dominara.
Pero Celeste se alejó con gracia, subiendo hacia la parte más alta del caño.
-Ah ah ah- negó con la cabeza con una sonrisa divertida- Nada de tocamientos, están prohibidos.
Thomas se mordió el labio con impotencia, ese ángel lo volvería loco.
-¿Que debo hacer para poder tocarte?- No quiso sonar desesperado, pero no pudo evitarlo- Puedo pagarte lo que desees por una noche en mi apartamento, solos tu y yo.
-¿Que debo hacer para poder tocarte?- No quiso sonar desesperado, pero no pudo evitarlo- Puedo pagarte lo que desees por una noche en mi apartamento, solos tu y yo. ¿Que dices?- preguntó deslizándose hasta el suelo por el caño, sintiéndose ofendida por la propuesta. -Ya sabes... no quiero que el idiota de tu jefe nos interrumpa- susurró el joven apuesto a su oído. Celeste retrocedió con el ceño fruncido. -Escucha... yo no soy una prostituta, soy una bailarina, no te confundas- dijo intentando sonar firme, pero no pudo evitar que su voz temblara al final. El ángel ajó del pequeño escenario y dio media vuelta, dispuesta a irse, sintiendo las lágrimas amargas correr por su rostro que podía sentir que venían directamente de su corazón roto. "¿Realmente creí que este hombre rico quería algo serio conmigo?" -Espera ángel…Thomas se abalanzó hacia adelante y la tomó del brazo, temiendo perderla para siempre. Una sensación de pánico lo abrumó al sentir que la perdería por ser un idiot
Celeste ya no sabía que era peor, sus fines de semanas caóticos o sus días de semana solitarios que daban mucho a que pensar. Ya había limpiado la casa unas 100 veces para distraer su mente y ya nada había que hacer. Frustrada, se acostó boca arriba en su viejo sillón con las piernas contra la pared y su largo cabello rubio cayendo como una cascada hacia el suelo. “¿Y si adopto un cachorro?” Pensó a sus adentros. “No no, eso no va a solucionar tu mal de amor” Le dijo la vocecita de su cabeza. La rubia tomó uno de los almohadones y cubrió su cara con fuerza mientras gritaba con ganas, muchas ganas contenidas. Primero la salud de Tati, luego el dinero, después aquel joven apuesto que solo quería jugar con ella ¡Y ahora la confesión abrupta de su jefe! Había pedido tantas veces algo de emoción en su vida sin saber los peligros de pedir algo de manera tan frívola. -¿Que voy a hacer ahora?-Sollozó. Luego de varios días después del accidente en el vip del bar y con la mente m
Celeste tenía que dejar de preguntarle al universo que más le deparaba en su destino, porque con el beso de Danny había marcado el cartón lleno. -Ten, toma este nuevo trago que está de moda, te da un golpe que se te va lo triste- exclamó Kristal, deslizándole un vaso de vidrio hacia las manos de la rubia, quien, sin chistar, tomó el trago de una sola zancada. La bebida le quemó la garganta y le calentó el pecho, pero su angustia seguía ahí, arraigada en lo más profundo de su ser. -Nena… ya deja esa cara larga, sos joven, tenes el mundo por delante ¡Ponele un poco de onda! Celeste estuvo a punto de decir con su lengua afilada que las palabras de aliento que le estaba dando eran vacías y parecían sacadas de una revista barata, cuando una presencia se asomó al costado de la barra. -Buenas noches, el mejor whisky que tengas ¿y para la señorita…?Kristel miró divertida a su amiga y levantó sus cejas animándola a que aceptar un trago del desconocido que a decir verdad estaba muy guapo.
-Krys… ¿Sabes dónde está Cele? La mujer ya estaba cansada de estos interrogatorios inesperados que la tomaban desprevenida, lo bueno es que estaba aprendiendo a ocultar su nerviosismo y mentir sin que su ojo comenzara a titilar o sus manos sudaran. -No se sentía bien y se fue a casa antes- dijo mientras limpiaba el borde de un vaso de cristral, alejando su mirada de la de su jefe. Sin decir más nada, Danny se dio media vuelta hacia la salida. -¿A dónde vas?- preguntó en pánico. -A ver si necesita algo…-Me dijo que no la mlestaran, que no quería visitas. Danny se volteó hacia ella con molestia y preocupación en su rostro, haciendo suspirar a Kristal. -Danny… Déjala respirar un poco, dale su espacio ¿Está bien?- casi que suplicó. El hombre estuvo a punto de discutirle, pero por primera vez recapacitó, recordando lo que había ocurrido en casa de Celeste. -Si sabes algo de ella me avisas- le ordenó volviendo a su oficina. Apenas se fue, Kristal pudo volver a respirar. —Celeste
-¿Quieres pasar?- preguntó con sus ojos de cordero, que parecían temblar en la ténue luz del pasillo. -Yo…- dijo Thomas, sintiendo su corazón golpear con dolor su pecho- No me malinterpretes ángel… pero no pagué por esto, no quiero que creas que…-No pensé en eso…-No quiero aprovecharme de tí- susurró cercándose lentamente a la rubia, quien se movió hacia dentro del apartamento que los recibió con su oscuridad. -No lo haces… es lo que quiero- ronroneó más cerca del rostro de Thomas, pudiendo sentir el calor excitante que emanaba ese cuerpo fornido- Es lo que en verdad quiero… está fuera del dinero- susurró dulcemente apoyando sus manos en el pecho del hombre- ¿Tú también quieres? Celeste pudo ver los ojos negros del joven que se ponían aún más oscuros, con sus pupilas dilatadas y una mirada llena de deseo. Avanzó más, y sin dejar de mirar a su hermoso ángel cerró la puerta detrás de sí. Dejando la habitación en penumbras.- Claro que quiero… lo he deseado desde la primera vez que te
Cesar Cáceres CEO de la empresa CC Motors se encontraba aguardando en la sala de reuniones del despacho del candidato a ministro de economía. Su alianza con el señor Mitre y su casamiento acordado con su hija menor era su as bajo la manga que tenía preparado para destrozar a Anchorena Motors, la empresa de su enemigo. “Seguro ni lo ve venir” Pensó con una sonrisa filosa de victoria dibujada su rostro. -¿Señor Cáceres?- exclamó su futuro suegro ingresando a su sala de reuniones junto con su equipo de abogados y contadores que siempre lo acompañaban. Aunque el robusto político era intimidante, el joven castaño no se dejaba doblegar, ya estaba acostumbrado a persuadir a peces gordos como él. Así era como había subido en la escala social. -¡Señor Mitre!- exclamó falsamente, levantándose de su asiento para estrechar ambas manos efusivamente con las del futuro ministro- Un gusto volver a verlo, hace tiempo que no nos cruzamos. El hombre no sonrió, mantuvo su mirada dura imperturbable- H
Thomas bajó las interminables escaleras del viejo edificio de su ángel mientras encendía su móvil laboral y se colocaba su sobretodo haciendo malabares para verse como una persona descente otra vez. Las miradas de los vecinos del vecindario fueron como dagas sobre él. Todos lo observaban en silencio pero con expresiones que iban desde la curiosidad hasta algunas que le gritaban peligro. No era por creerse superior ni nada por el estilo, pero era inevitable que lo miraran fijamente por cómo estaba vestido. Toda su ropa era de los Estados Unidos, marcas que ni siquiera se escuchaban en la Argentina y que había traído consigo cuando se había mudado al país sudamericano. Ahora se sentía un ridículo y quería desaparecer o volver a su hábitat natural. Aunque comenzaba a no sentir tanta emoción por volver a ello, especialmente cuando su teléfono comenzó a sonar y a sonar sin parar avisando que tenía una decena de mensajes sin leer. No podía ser nadie más que su secretaria, informándole la
“No puedo olvidarme de nuestra noche juntos” “Aun recuerdo la forma en que decías mi nombre” “Esto no va a quedar así, me estás volviendo loco, ángel” Celeste se tiró en su cama y abrazó con fuerza su celular, girando de un lado hacia el otro. Durante toda la semana, Thomas se había asegurado de que su ángel supiera que su noche juntos había sido especial y no algo pasajero. -Ya me estoy sintiendo incómoda- exclamó Krystal desde la punta de la cama- Todo esto del amor y lo empalagoso que es me está empezando a dar ganas de vomitar- exclamó poniendo los ojos en blanco. La joven rió divertira- “Te extraño” “Apenas termine con unas cosas del trabajo voy a ir a verte” “No puedo esperar para probarte una vez más”- leyó en voz alta. -¡Basta basta! Eres insufrible…- sollozó su amiga- Vamos, vístete que sino, vamos a llegar tarde- exclamó saliendo del cuarto con la cara y las orejas rojas de la vergüenza.. La joven sonrió una última vez a los mensajes que el azabache le había enviado y