Celeste ya no sabía que era peor, sus fines de semanas caóticos o sus días de semana solitarios que daban mucho a que pensar. Ya había limpiado la casa unas 100 veces para distraer su mente y ya nada había que hacer. Frustrada, se acostó boca arriba en su viejo sillón con las piernas contra la pared y su largo cabello rubio cayendo como una cascada hacia el suelo. “¿Y si adopto un cachorro?” Pensó a sus adentros. “No no, eso no va a solucionar tu mal de amor” Le dijo la vocecita de su cabeza. La rubia tomó uno de los almohadones y cubrió su cara con fuerza mientras gritaba con ganas, muchas ganas contenidas. Primero la salud de Tati, luego el dinero, después aquel joven apuesto que solo quería jugar con ella ¡Y ahora la confesión abrupta de su jefe! Había pedido tantas veces algo de emoción en su vida sin saber los peligros de pedir algo de manera tan frívola. -¿Que voy a hacer ahora?-Sollozó. Luego de varios días después del accidente en el vip del bar y con la mente m
Celeste tenía que dejar de preguntarle al universo que más le deparaba en su destino, porque con el beso de Danny había marcado el cartón lleno. -Ten, toma este nuevo trago que está de moda, te da un golpe que se te va lo triste- exclamó Kristal, deslizándole un vaso de vidrio hacia las manos de la rubia, quien, sin chistar, tomó el trago de una sola zancada. La bebida le quemó la garganta y le calentó el pecho, pero su angustia seguía ahí, arraigada en lo más profundo de su ser. -Nena… ya deja esa cara larga, sos joven, tenes el mundo por delante ¡Ponele un poco de onda! Celeste estuvo a punto de decir con su lengua afilada que las palabras de aliento que le estaba dando eran vacías y parecían sacadas de una revista barata, cuando una presencia se asomó al costado de la barra. -Buenas noches, el mejor whisky que tengas ¿y para la señorita…?Kristel miró divertida a su amiga y levantó sus cejas animándola a que aceptar un trago del desconocido que a decir verdad estaba muy guapo.
-Krys… ¿Sabes dónde está Cele? La mujer ya estaba cansada de estos interrogatorios inesperados que la tomaban desprevenida, lo bueno es que estaba aprendiendo a ocultar su nerviosismo y mentir sin que su ojo comenzara a titilar o sus manos sudaran. -No se sentía bien y se fue a casa antes- dijo mientras limpiaba el borde de un vaso de cristral, alejando su mirada de la de su jefe. Sin decir más nada, Danny se dio media vuelta hacia la salida. -¿A dónde vas?- preguntó en pánico. -A ver si necesita algo…-Me dijo que no la mlestaran, que no quería visitas. Danny se volteó hacia ella con molestia y preocupación en su rostro, haciendo suspirar a Kristal. -Danny… Déjala respirar un poco, dale su espacio ¿Está bien?- casi que suplicó. El hombre estuvo a punto de discutirle, pero por primera vez recapacitó, recordando lo que había ocurrido en casa de Celeste. -Si sabes algo de ella me avisas- le ordenó volviendo a su oficina. Apenas se fue, Kristal pudo volver a respirar. —Celeste
-¿Quieres pasar?- preguntó con sus ojos de cordero, que parecían temblar en la ténue luz del pasillo. -Yo…- dijo Thomas, sintiendo su corazón golpear con dolor su pecho- No me malinterpretes ángel… pero no pagué por esto, no quiero que creas que…-No pensé en eso…-No quiero aprovecharme de tí- susurró cercándose lentamente a la rubia, quien se movió hacia dentro del apartamento que los recibió con su oscuridad. -No lo haces… es lo que quiero- ronroneó más cerca del rostro de Thomas, pudiendo sentir el calor excitante que emanaba ese cuerpo fornido- Es lo que en verdad quiero… está fuera del dinero- susurró dulcemente apoyando sus manos en el pecho del hombre- ¿Tú también quieres? Celeste pudo ver los ojos negros del joven que se ponían aún más oscuros, con sus pupilas dilatadas y una mirada llena de deseo. Avanzó más, y sin dejar de mirar a su hermoso ángel cerró la puerta detrás de sí. Dejando la habitación en penumbras.- Claro que quiero… lo he deseado desde la primera vez que te
Cesar Cáceres CEO de la empresa CC Motors se encontraba aguardando en la sala de reuniones del despacho del candidato a ministro de economía. Su alianza con el señor Mitre y su casamiento acordado con su hija menor era su as bajo la manga que tenía preparado para destrozar a Anchorena Motors, la empresa de su enemigo. “Seguro ni lo ve venir” Pensó con una sonrisa filosa de victoria dibujada su rostro. -¿Señor Cáceres?- exclamó su futuro suegro ingresando a su sala de reuniones junto con su equipo de abogados y contadores que siempre lo acompañaban. Aunque el robusto político era intimidante, el joven castaño no se dejaba doblegar, ya estaba acostumbrado a persuadir a peces gordos como él. Así era como había subido en la escala social. -¡Señor Mitre!- exclamó falsamente, levantándose de su asiento para estrechar ambas manos efusivamente con las del futuro ministro- Un gusto volver a verlo, hace tiempo que no nos cruzamos. El hombre no sonrió, mantuvo su mirada dura imperturbable- H
Thomas bajó las interminables escaleras del viejo edificio de su ángel mientras encendía su móvil laboral y se colocaba su sobretodo haciendo malabares para verse como una persona descente otra vez. Las miradas de los vecinos del vecindario fueron como dagas sobre él. Todos lo observaban en silencio pero con expresiones que iban desde la curiosidad hasta algunas que le gritaban peligro. No era por creerse superior ni nada por el estilo, pero era inevitable que lo miraran fijamente por cómo estaba vestido. Toda su ropa era de los Estados Unidos, marcas que ni siquiera se escuchaban en la Argentina y que había traído consigo cuando se había mudado al país sudamericano. Ahora se sentía un ridículo y quería desaparecer o volver a su hábitat natural. Aunque comenzaba a no sentir tanta emoción por volver a ello, especialmente cuando su teléfono comenzó a sonar y a sonar sin parar avisando que tenía una decena de mensajes sin leer. No podía ser nadie más que su secretaria, informándole la
“No puedo olvidarme de nuestra noche juntos” “Aun recuerdo la forma en que decías mi nombre” “Esto no va a quedar así, me estás volviendo loco, ángel” Celeste se tiró en su cama y abrazó con fuerza su celular, girando de un lado hacia el otro. Durante toda la semana, Thomas se había asegurado de que su ángel supiera que su noche juntos había sido especial y no algo pasajero. -Ya me estoy sintiendo incómoda- exclamó Krystal desde la punta de la cama- Todo esto del amor y lo empalagoso que es me está empezando a dar ganas de vomitar- exclamó poniendo los ojos en blanco. La joven rió divertira- “Te extraño” “Apenas termine con unas cosas del trabajo voy a ir a verte” “No puedo esperar para probarte una vez más”- leyó en voz alta. -¡Basta basta! Eres insufrible…- sollozó su amiga- Vamos, vístete que sino, vamos a llegar tarde- exclamó saliendo del cuarto con la cara y las orejas rojas de la vergüenza.. La joven sonrió una última vez a los mensajes que el azabache le había enviado y
-No puedo esperar a tu Show privado. Me lo prometiste, linda. Celeste se mordió con fuerza el labio mientras pensaba qué hacer. Su jefe la había rebajado a camarera por tiempo indefinido, lo que implicaba un sueldo mucho más bajo y además, si Thomas dejaba de pagarle por su tiempo, necesitaría otra manera de conseguir dinero para Tati. -Supongo que si se lo prometí…- dijo con una sonrisa pícara, colocándose su máscara de chica sensual y complaciente. -No puedo negarme…El hombre con rasgos europeos sonrió satisfecho, con una sonrisa larga y filosa que inquietó a la joven. Alejó rápidamente sus pensamientos “No es un mal tipo, hasta me ayudó con esos malvivientes” Pensó para sí. -Espéreme en el VIP, no querrá que le baile así- Bromeó moviendo sus caderas con el delantal puesto. César rio de una manera que la joven sintió como exagerada y le robó en beso en su mano- No tardez mucho ángel…- ronroneó haciéndola vibrar.- Ya no puedo esperar mucho más- -Lo mejor se hace desear- ronron