¡Espero que hayan disfrutado este capítulo! :)
Cesar Cáceres CEO de la empresa CC Motors se encontraba aguardando en la sala de reuniones del despacho del candidato a ministro de economía. Su alianza con el señor Mitre y su casamiento acordado con su hija menor era su as bajo la manga que tenía preparado para destrozar a Anchorena Motors, la empresa de su enemigo. “Seguro ni lo ve venir” Pensó con una sonrisa filosa de victoria dibujada su rostro. -¿Señor Cáceres?- exclamó su futuro suegro ingresando a su sala de reuniones junto con su equipo de abogados y contadores que siempre lo acompañaban. Aunque el robusto político era intimidante, el joven castaño no se dejaba doblegar, ya estaba acostumbrado a persuadir a peces gordos como él. Así era como había subido en la escala social. -¡Señor Mitre!- exclamó falsamente, levantándose de su asiento para estrechar ambas manos efusivamente con las del futuro ministro- Un gusto volver a verlo, hace tiempo que no nos cruzamos. El hombre no sonrió, mantuvo su mirada dura imperturbable- H
Thomas bajó las interminables escaleras del viejo edificio de su ángel mientras encendía su móvil laboral y se colocaba su sobretodo haciendo malabares para verse como una persona descente otra vez. Las miradas de los vecinos del vecindario fueron como dagas sobre él. Todos lo observaban en silencio pero con expresiones que iban desde la curiosidad hasta algunas que le gritaban peligro. No era por creerse superior ni nada por el estilo, pero era inevitable que lo miraran fijamente por cómo estaba vestido. Toda su ropa era de los Estados Unidos, marcas que ni siquiera se escuchaban en la Argentina y que había traído consigo cuando se había mudado al país sudamericano. Ahora se sentía un ridículo y quería desaparecer o volver a su hábitat natural. Aunque comenzaba a no sentir tanta emoción por volver a ello, especialmente cuando su teléfono comenzó a sonar y a sonar sin parar avisando que tenía una decena de mensajes sin leer. No podía ser nadie más que su secretaria, informándole la
“No puedo olvidarme de nuestra noche juntos” “Aun recuerdo la forma en que decías mi nombre” “Esto no va a quedar así, me estás volviendo loco, ángel” Celeste se tiró en su cama y abrazó con fuerza su celular, girando de un lado hacia el otro. Durante toda la semana, Thomas se había asegurado de que su ángel supiera que su noche juntos había sido especial y no algo pasajero. -Ya me estoy sintiendo incómoda- exclamó Krystal desde la punta de la cama- Todo esto del amor y lo empalagoso que es me está empezando a dar ganas de vomitar- exclamó poniendo los ojos en blanco. La joven rió divertira- “Te extraño” “Apenas termine con unas cosas del trabajo voy a ir a verte” “No puedo esperar para probarte una vez más”- leyó en voz alta. -¡Basta basta! Eres insufrible…- sollozó su amiga- Vamos, vístete que sino, vamos a llegar tarde- exclamó saliendo del cuarto con la cara y las orejas rojas de la vergüenza.. La joven sonrió una última vez a los mensajes que el azabache le había enviado y
-No puedo esperar a tu Show privado. Me lo prometiste, linda. Celeste se mordió con fuerza el labio mientras pensaba qué hacer. Su jefe la había rebajado a camarera por tiempo indefinido, lo que implicaba un sueldo mucho más bajo y además, si Thomas dejaba de pagarle por su tiempo, necesitaría otra manera de conseguir dinero para Tati. -Supongo que si se lo prometí…- dijo con una sonrisa pícara, colocándose su máscara de chica sensual y complaciente. -No puedo negarme…El hombre con rasgos europeos sonrió satisfecho, con una sonrisa larga y filosa que inquietó a la joven. Alejó rápidamente sus pensamientos “No es un mal tipo, hasta me ayudó con esos malvivientes” Pensó para sí. -Espéreme en el VIP, no querrá que le baile así- Bromeó moviendo sus caderas con el delantal puesto. César rio de una manera que la joven sintió como exagerada y le robó en beso en su mano- No tardez mucho ángel…- ronroneó haciéndola vibrar.- Ya no puedo esperar mucho más- -Lo mejor se hace desear- ronron
Thomas no pudo esperar en la entrada del bar a que su Ángel saliera porque el idiota de su jefe había puesto a un grandulón que no le quitaba la mirada de encima. Frustrado, caminó hacia la esquina, cuando se cruzó con el coche de Bruno que justo se había detenido en el semáforo. -Hola guapo ¿Cuánto por una noche contigo?- bromeó el joven cuando bajó la ventanilla de su coche y se asomó hacia la calle. -Idiota, déjame entrar- ordenó. Bruno quitó el seguro y su jefe entró en el asiento del copiloto- ¿Que hacías en la calle a esta hora? -Solo quédate estacionado aquí hasta que yo te diga- ordenó inclinándose en su asiento sin dejar de ver el bar desde el espejo retrovisor de su lado. Bruno enarcó una ceja confundido, hasta que entendió lo que estaba ocurriendo- ¿A quien esperas? Pareces desesperado. Thomas gruñó pero no contestó- ¿Es esa chica tan especial? ¿Por qué no entras y la buscas como una persona normal? -Me prohibieron la entrada- La confesión hizo reír a carcajadas a Br
-Ahhh Thomas- gimió la joven, al sentir sus dedos rozarla por sobre la ropa interior que comenzaba a humedecerse cada vez más- E-estamos en público- dijo cerrando los ojos y sintiendo el rostro rojo y sudado. -Relájate, él no nos escucha- susurró al oído de su ángel, pasando su lengua húmeda y caliente por su piel hirviendo. -Si los escucho- protestó Bruno desde el asiento delantero, sintiendo su propio cuello rojo de la vergüenza. Ya hacía calor dentro del coche, quería larzarse por la puerta y que esos salvajes siguieran con lo suyo. ¡Pero era su maldito auto!-Thomas- sollozó la rubia, con los ojos entrecerrados y llenos de lágrimas, enredando sus pequeños dedos en la cabellera azabache de su amante. -¿Mmm?- murmuró mientras saboreaba el cuello desnudo de la joven. -Y-ya llegamos- exclamó liberando una respiración caliente que humedeció las ventanas. Bruno salió corriendo del coche apenas se estacionó.- Malditos exibicionistas- exclamó mientras les daba la espalda y encendía u
Celeste escuchó la puerta de su departamento cerrarse con fuerza, dejando un silencio doloroso en todo el lugar. Bañada en llanto, se deslizó por la pared hasta quedar abrazada a sus piernas en el suelo, llorando con amargura. “Realmente pensé que sería diferente a los demás” Pensó sintiendo un hueco en su corazón. Luego de un rato, sintiendo su garganta adolorida por tanto llorar y sus ojos hinchados e inyectados de sangre, levantó el rostro y le limpió los rastros de lágrimas. Observó el desastre que era su cuarto provocado por la lujuria y el amor que se habían tenido hacía tan solo un raro. Se rió con amargura y se levantó a duras penas del suelo. Con el corazón apuñalado, se dirigió a la ducha, bañandose con agua fría para sacarse las marcas de aquellos dedos que la habían hecho caer en la perdición. —Kristal se encontraba sentada en la mesa de su comedor, haciendo cuentas y sumando todas sus deudas cuando el timbre sonó. Agotada, abrió la puerta, encontrándose con Celeste.
Celeste se encontró frente a un espacio luminoso, casi en toda su totalidad de paredes de vidrio desde donde se veía toda la ciudad por debajo. Definitivamente estaban muy, muy en lo alto. Nunca se había sentido tan en la cima. La joven quedó boquiabierta al ver que cada rincón estaba cuidadosamente diseñado con muebles minimalistas pero que se notaba a leguas que eran de lujo. Estaba segura de que cada mueble costaba como su pobre departamento o hasta más. -Pasa querida, ponte cómoda- le indicó. Celeste se apresuró a sentarse en uno de los sillones de cuero blanco, tratando de mostrarse tranquila ante la fuerte mirada de aquel hombre. -¿Quieres algo de beber?- preguntó el CEO, caminando hacia su barra donde había cientos de bebidas. -Oh no, está bien- exclamó frotándose las piernas con nerviosismo y estirando su falda. -Insisito- dijo acercándole un vaso con un poco de whisky seco- Te va a encantar, es importado. La rubia bebió tan solo un sorbo y cerró los ojos con fuerza al