Thomas no pudo esperar en la entrada del bar a que su Ángel saliera porque el idiota de su jefe había puesto a un grandulón que no le quitaba la mirada de encima. Frustrado, caminó hacia la esquina, cuando se cruzó con el coche de Bruno que justo se había detenido en el semáforo. -Hola guapo ¿Cuánto por una noche contigo?- bromeó el joven cuando bajó la ventanilla de su coche y se asomó hacia la calle. -Idiota, déjame entrar- ordenó. Bruno quitó el seguro y su jefe entró en el asiento del copiloto- ¿Que hacías en la calle a esta hora? -Solo quédate estacionado aquí hasta que yo te diga- ordenó inclinándose en su asiento sin dejar de ver el bar desde el espejo retrovisor de su lado. Bruno enarcó una ceja confundido, hasta que entendió lo que estaba ocurriendo- ¿A quien esperas? Pareces desesperado. Thomas gruñó pero no contestó- ¿Es esa chica tan especial? ¿Por qué no entras y la buscas como una persona normal? -Me prohibieron la entrada- La confesión hizo reír a carcajadas a Br
-Ahhh Thomas- gimió la joven, al sentir sus dedos rozarla por sobre la ropa interior que comenzaba a humedecerse cada vez más- E-estamos en público- dijo cerrando los ojos y sintiendo el rostro rojo y sudado. -Relájate, él no nos escucha- susurró al oído de su ángel, pasando su lengua húmeda y caliente por su piel hirviendo. -Si los escucho- protestó Bruno desde el asiento delantero, sintiendo su propio cuello rojo de la vergüenza. Ya hacía calor dentro del coche, quería larzarse por la puerta y que esos salvajes siguieran con lo suyo. ¡Pero era su maldito auto!-Thomas- sollozó la rubia, con los ojos entrecerrados y llenos de lágrimas, enredando sus pequeños dedos en la cabellera azabache de su amante. -¿Mmm?- murmuró mientras saboreaba el cuello desnudo de la joven. -Y-ya llegamos- exclamó liberando una respiración caliente que humedeció las ventanas. Bruno salió corriendo del coche apenas se estacionó.- Malditos exibicionistas- exclamó mientras les daba la espalda y encendía u
Celeste escuchó la puerta de su departamento cerrarse con fuerza, dejando un silencio doloroso en todo el lugar. Bañada en llanto, se deslizó por la pared hasta quedar abrazada a sus piernas en el suelo, llorando con amargura. “Realmente pensé que sería diferente a los demás” Pensó sintiendo un hueco en su corazón. Luego de un rato, sintiendo su garganta adolorida por tanto llorar y sus ojos hinchados e inyectados de sangre, levantó el rostro y le limpió los rastros de lágrimas. Observó el desastre que era su cuarto provocado por la lujuria y el amor que se habían tenido hacía tan solo un raro. Se rió con amargura y se levantó a duras penas del suelo. Con el corazón apuñalado, se dirigió a la ducha, bañandose con agua fría para sacarse las marcas de aquellos dedos que la habían hecho caer en la perdición. —Kristal se encontraba sentada en la mesa de su comedor, haciendo cuentas y sumando todas sus deudas cuando el timbre sonó. Agotada, abrió la puerta, encontrándose con Celeste.
Celeste se encontró frente a un espacio luminoso, casi en toda su totalidad de paredes de vidrio desde donde se veía toda la ciudad por debajo. Definitivamente estaban muy, muy en lo alto. Nunca se había sentido tan en la cima. La joven quedó boquiabierta al ver que cada rincón estaba cuidadosamente diseñado con muebles minimalistas pero que se notaba a leguas que eran de lujo. Estaba segura de que cada mueble costaba como su pobre departamento o hasta más. -Pasa querida, ponte cómoda- le indicó. Celeste se apresuró a sentarse en uno de los sillones de cuero blanco, tratando de mostrarse tranquila ante la fuerte mirada de aquel hombre. -¿Quieres algo de beber?- preguntó el CEO, caminando hacia su barra donde había cientos de bebidas. -Oh no, está bien- exclamó frotándose las piernas con nerviosismo y estirando su falda. -Insisito- dijo acercándole un vaso con un poco de whisky seco- Te va a encantar, es importado. La rubia bebió tan solo un sorbo y cerró los ojos con fuerza al
Celeste se levantó el bretel de su corpiño con timidez mientras César guardaba la cámara. Nunca se había sentido tan incómoda en su vida, ni cuando algún idiota en el bar se había querido propasar con ella. El hombre no la había tocado, pero su mirada oscura casi diabólica posada durante toda la sesión sobre su cuerpo había sido suficiente como para sentirse completamente ultrajada. César sonrió ampliamente, con sus dientes relucientes y brillosos- Bien, tengo muy buenas fotos aquí- exclamó revisando la galeria, estoy seguro de que a la jefa de publicidad le vas a encantar. Celeste sonrió lo mejor que pudo mientras se abrochaba los botones de su camisa- ¿C-cuando voy a recibir una respuesta?- Preguntó ansiosa. Necesitaba el dinero lo antes posible, para poder operar a Tati lo antes posible. -Pronto ángel, apenas tenga novedades te aviso- dijo guiñando un ojo. La rubia terminó de acomodarse su falda y se levantó de su asiento preparada para irse. -¿Quieres algo de beber?- preguntó
-Celeste…. La joven desvió su mirada del CEO, lo ignoró completamente y corrió a los brazos de su amiga- Krys… ¿Qué pasó?- dijo con preocupación, limpiando las lágrimas de los ojos de su amiga. -F-Fue solo un susto, ya está estable. El médico dijo que se descompensó, pero ya lograron estabilizarlo- sollzó. -¿Puedo verlo?- suplicó conteniéndo sus lágrimas. Thomas observó la escena con un nudo en su garganta, sabía que estaba de más, que sobraba en ese momento. Quería abrazar a su ángel y decirle que todo estaría bien, que haría todo lo posible porque ese muchacho saliera con vida de allí así su amada volvería a sonreír. -Si, está en el cuarto…- señaló la puerta de enfrente- Yo… no pude entrar, simplemente no puedo verlo así- sollozó. Celeste besó la frente de su amiga y se incorporó. Por un segundo, sus ojos rojos se movieron hacia Thomas quien no había dejado de mirarla- Quédate con ella, por favor.- suplicó. -Si, claro- respondió rápidamente. La rubia asintió con la cabeza en
-Está bien, es un trato. Celeste extendió su mano abierta y la acercó al joven, esperando que la estrechara como sello de su contrato sin papel. Thomas observó la mano y lentamente acercó la suya, pero no la apretó, sino que sus dedos se deslizaron entre los de ella y se entrelazaron. No se atrevió a decir nada en voz alta, sintiendo que sobraban las palabras. La rubia observó sus manos entrelazadas y como el pulgar del joven acariciaba su piel con cariño. Sintió su corazón latir de la emoción por un simple roce cargado de cariño y deseo. Poco a poco, sus ojos zafiros se elevaron hasta los oscuros del hombre, viéndose reflejada en aquel cielo nocturno. -Quieres….- soltó tímidamente- ¿Quieres pasar a casa?- dijo sin alejar su mirada. Thomas respiró hondo y mantuvo el aire en su pecho, tratando de tragar su emoción y sus ganas de saltar de alegría ante la propuesta. Claro que quería pasar, se moría por estar solo con su ángel, poder besarla, tocar su cuerpo, hacerla suya una vez má
Celeste se encontraba preparando una bebida no tan complicada, o por lo menos eso había creído, Krystal lo hacía parecer tan fácil y ahora estaba luchando con que saliera un trago que pudiera beberse sin vomitar en el intento. -Aquí tiene- le dijo al cliente, luego de luchar con los ingredientes- Lo siento por la demora. El hombre tomó el vaso, le pagó y caminó hacia una de las mesas. La joven suspiró agotada, limpiando el sudor de su frente. -¿Todo bien Cele?- preguntó Danny, apareciendo por detrás. -El trabajo de Krys no es nada fácil- protestó mientras limpiaba la humedad de la barra. Su jefe rió divertido- Ella es muy buena en esto. -La extraño- dijo haciendo un puchero. -Yo también, pero luego de lo de Tati, merecía aunque sea un día de descanso por lo menos. No sabes cuanto chilló, no quería aceptarlo. Celeste puso los ojos en blanco- Esa mujer…- Dijo y ambos rieron. Luego el silencio, uno algo incómodo, hasta que el hombre habló. -Cele… por cierto.- dijo moviéndose d