SOLANGEMi corazón late frenético al llegar a mi habitación, actúe como una ingenua, como una niña al salir corriendo de ahí sin detenerme, ¿cómo es que pensé que Vladimir cumpliría su palabra de serme leal? Tonta, tonta, eso es lo que pienso al instante, no sé cómo es que lo logro, pero tomo varias bocanadas de aire hasta que me tranquilizo. Aún no supero el engaño de Syaoran, y ahora esto, me dejé engatusar, y pensar que incluso dejé que me tocara, que me besara, está claro que pese a todo sigue siendo un ruso, un mafioso, el Vor de la mafia roja, cuando cierro los ojos, alguien llama a la puerta y doy un ligero respingo. —Abre —su voz me eriza la piel. Dejo mi espalda pegada contra la puerta. Las manos me tiemblan. —Si no lo haces, abro a la fuerza —me amenaza. Sé que dice la verdad, me muerdo el labio inferior, respiro profundo y trato de empujar mi vergüenza al fondo, sin que me afecte en nada lo que acabo de ver, recordándome que Vladimir no es mío, no me ama, no lo amo, no
SOLANGE No comprendo qué es lo que sucede, pero las manos de Vladimir viajan por mi cuerpo, si hubiese sido otra ocasión, estoy segura de que le dejaría, e incluso permitiría que llegara a más, pero esta vez me ha defraudado, me ha roto algo dentro que ni siquiera yo sé su significado, coloco ambas palmas de mis manos sobre su pecho con la intención de alejarlo, pero me tiene acorralada, incluso ha tomado mi boca sin mi consentimiento. —Vladimir —logro articular en un momento de embriaguez al tomar una ligera bocanada de aire. No me escucha, y si lo hace, no me presta atención, su lengua penetra mi boca con ávida destreza, hasta tocar fondo, me quedo sin aliento, me arrastra poco a poco hasta llegar a la cama, ahí, caigo de bruces y por consecuencia, él sobre mí, mi espalda choca contra la suavidad de la cama. —No —arguyo cuando sus labios tocan la delicada piel de mi cuello. —Vas a ser mi mujer, ¿cuál es la diferencia? —su voz es ronca y gélida, e incluso me atrevería a deci
SOLANGE—No lo creo —susurro entrando a mi habitación, cerrando la puerta con pestillo pese a que sepa que no servirá de nada. Las manos me tiemblan, una brisa gélida, casi inexistente recorre cada fibra de mi piel, la boca se me seca de la nada, los labios se me fruncen y el dolor que me avasalla el pecho no se me va, no se me despega. Intento tomar una nueva bocanada de aire, pero me es imposible, los recuerdos de mi niñez, su voz, sus consejos, incluso sus regaños y reprimendas, todo se me viene encima. Las lágrimas brotan de mis ojos, consciente de lo que está pasando, consciente de que esto es solo el comienzo de mi infierno, uno en el que ya no tengo hogar, porque una vez muerto mi padre, ya no tengo sitio al cuál ir. Un sollozo incontrolable brota de mi garganta antes de darme cuenta de que todo este tiempo lo supo Vladimir, no me dijo nada, él no me conoce bien, pero estoy segura de que está consciente de lo importante que era mi padre para mí. No debió mentirme, debió hab
VLADIMIR En cuanto veo que entra con la enorme caja, tengo un mal presentimiento, uno que se hace real cuando abro el sobre con la tarjeta que tiene escritas las palabras: “Felicidades por tu boda, Solange, no sabía que me habías olvidado tan pronto, espero que seas tan feliz al lado del Vor, como la mordedura de una serpiente” Levanto la mirada y le grito a Solange que se detenga, pero ya es demasiado tarde, una serpiente venenosa sale de la caja y se le lanza encima, mordiendo su brazo. Ella me mira con ojos llenos de horror. Camino hasta ella. —Vladimir —dice en medio de un susurro. Rápido le quito a la serpiente que mantiene sus colmillos clavados en su piel, es negra con manchas moteadas de color rojo, le doy un disparo en el suelo que termina con su inútil vida. —No me siento muy bien… —murmura. Solange pierde el equilibrio, pero logro amortiguar el golpe al detenerla a tiempo. La llevo cargando en brazos hasta mi habitación, que será nuestra pronto, porque he ordenado
SOLANGEMe remuevo inquieta, mi mente permanece en blanco y me cuesta un poco tomar una bocanada de aire, se siente como si hubiera pasado mucho tiempo sin hacerlo, muevo mi cuello, mi cuerpo es pesado, me duele todo, poco a poco los recuerdos vienen de golpe, la caja de regalo, la serpiente… eso es lo que me hace abrir los ojos de golpe. Lo primero que veo es el techo de la habitación de Vladimir, me incorporo de golpe y enseguida me doy cuenta de los aparatos conectados a mi cuerpo, los cuales me desconecto. —Despertaste.Doy un ligero respingo al darme cuenta de que se trata de Vladimir, quien se levanta del sofá colocado estratégicamente en una de las esquinas de su espaciosa habitación. —¿Qué ha pasado? —mi voz es débil y ronca. —¿No lo recuerdas? —Más o menos. Vladimir merma el espacio, parece que está molesto por algo o por alguien, puede que conmigo misma. —La caja que abriste era de parte de Syaoran Yoshiro —confiesa lento y la noticia me cae como un peso enorme sobre
SOLANGEEl recuerdo de la imagen de Vladimir, hace que me den escalofríos, yo no quería llegar a esto, sin embargo, lo veo necesario, siento que poco a poco todo el mundo se me cae encima, no solo está el hecho de que no he tenido un descanso para poder vivir a solas mi duelo, llorar por la muerte de mi padre. Si no, que ahora me enfrasco en una misión para acabar con el que creí un día, el amor de mi vida. Reviso cada una de mis cosas, la cabeza me duele, Maxim Ivanov dijo que Syaoran se había vengado de mi padre, que le mandó una caja secreta fingiendo que era de mi parte, lo poco que sé, es que se fue a su despacho para abrirla por la noche, lo que pasó fue que una serpiente muy parecida a la mía, lo atacó, en mi caso, estaba con Vladimir y él actuó con rapidez, pero mi padre estaba solo, no había nadie que lo ayudara, por lo que el veneno terminó por matarlo. La rabia que me da al saber que eso fue lo que pasó, hace que no piense bien, mis impulsos me han llevado a esto, Vladimi
SOLANGE Si mi padre me viera en estos momentos, dentro de esta clase de situaciones en las que están poniendo mi vida en riesgo, seguro que él mismo me castigaría por el resto de mis días, hasta mi último aliento. Luego de que me interceptaran afuera del bar, me llevaron hasta una camioneta, me esposaron las manos para que no pudiera escapar y luego de eso, me llevaron hasta el aeropuerto, fingí tener un poco de resistencia, y ahora me encuentro en uno de los asientos de lujo de un jet privado que va a Japón. Me remuevo inquieta sobre mi asiento, repaso mentalmente cada cosa, ellos han revisado mi bandolera esperando encontrar alguna arma o algo que pudiera dañar a su líder, pero no encontraron nada, y eso es normal. Ya que el arma no es una pistola o un puñal, viene en el anillo de plata que rodea uno de los dedos de mi mano. —Tengo sed —susurro a uno de ellos. Asiente y enseguida me tiende una botella de agua, tener las esposas en las muñecas de las manos es incómodo, peor no
VLADIMIRJuro que la voy a matar con mis propias manos, Solange no entiende lo que significa que haya ido sola a meterse a la cueva del lobo, no comprende la magnitud del problema que sugiere haberse metido en el juego, y sin embargo, se fue, estuvo de acuerdo con que Maxim le dijera su plan y hacerlo, llevándome la contraria a mí, su marido. La rabia me enerve y no me deja pensar con claridad, siento el imperioso deseo de extrangularla ahora mismo. Me aferro a los barrotes, estoy ardido, celoso, el Boss me quitó a mi esposa al mandarla a Japón, y ahora me mantiene encerrado en mi propia casa, poniendo en contra a mis hombres. El sonido de la puerta llama mi atención y me aparto de los barrotes, por un segundo tengo la esperanza de que se trate de Solange, que haya llegado ya por fin, pero quien aparece es el hijo de perra de… —Maxim.Él se acerca a la celda, por su rostro, sé que las cosas no están marchando como él lo esperaba, lo puedo ver en su mirada. —¿Qué sucede? —Sé que e